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Jungkook era el capitán del equipo de fútbol americano de su instituto, y Taehyung lo era de los porristas. Ambos eran la pareja más popular de la escuela, pues muy aparte de sus cargos, derrochaban de amor en todas partes.

—¿Tendrás tiempo para mí al fin? —puchereo el castaño apoyado al casillero mientras que veía como el rubio de su novio sacaba libros y libretas.

—Siempre tengo tiempo para ti, amorcito.

—¡No es así! Cuando al fin tenemos un espacio alguien nos interrumpe. —reprochó viendo a Tae, quien ya había cerrado el casillero.

Lo miró con una sonrisa y antes de acercarse a él para poner sus brazos alrededor del cuello de su novio, colocó su mochila en uno de sus hombros.

—Hoy tengo el día libre, así que estaré disponible completamente para ti, sin interrupciones, lo prometo. —habló bajito cerca de los labios del contrario.

Jungkook, quien aún tenía sus labios fruncidos y mejillas ligeramente infladas, lo miró.

—¿No me mientes? —el rubio negó— ¿Estás seguro, cielo? —habló igual de bajo que su pareja pasando sus brazos por la cintura del contrario.

—Segurisímo, Koo. —mencionó mientras pasaba su naricita por la mejilla del castaño— Veme a buscar luego del entrenamiento, te estaré esperando para irnos.

Jungkook sonrió, y sin esperar más, cortó la distancia que había en sus labios.

—Bien... Ahora vamos tu clase que llegas 10 minutos tarde. —deshizo el agarre en su cintura y tomó su mano, llevándolo a su salón.

[...]

La hora de la salida del entrenamiento del equipo de fútbol había acabado media hora antes, los integrantes de este se habían sorprendido, pues era raro que el capitán hiciera eso, más no dijeron nada, sólo aceptaron y se marcharon lo más rápido que pudieron.

La comida está lista para que vengan a buscarla. Para la próxima, avísame con anticipación y no dos horas antes, Jungkook.

Leyó el mensaje de su madre y sonrió, le escribió agradeciéndole y guardó su celular. No tenía pensando darle cualquier tipo de comida a Taehyung.

Jungkook subió a la silla elevada de observación y se sentó, pudiendo ver a una distancia considerable el entrenamiento del equipo de porristas, donde su novio dirigía junto con otra chica.

Sus ojitos seguían los pasos de su novio, centrándose únicamente en él. Apreciaba lo flexible y bueno que era dirigiendo, pero sin duda, lo que más le gustaba ver era al rubio saltando.

Su rostro se tornó rosáceo al notar aquellas dos pelotitas traseras moviéndose de arriba a bajo. Tapó su boca con una de sus manos y miró a otro lado, aunque no tardó mucho en volver a poner su mirada en esa zona.

Agradecía completamente que el patio no hubieran otras personas aparte del equipo y él, porque si no fuese así, seguramente se hubiera bajado y colocado atrás de su novio.

Nadie debería ver lo que era suyo.

Sonrió al darse cuenta que Tae traía la camiseta que decía "Jeon" y el número 97 en la parte trasera. Misma que había sido regalada por los integrantes de fútbol americano de la institución hacía Taehyung, lo apreciaban mucho, era alguien muy simpático y tenía amigos dentro de ese grande equipo.

Jungkook cada que podía dejaba en claro que Taehyung era su chico, aunque no había necesidad, ya todos lo sabían y no había terceras personas intentando meterse en su relación, la cual tenía mucho amor pero sobre todo demasiada confianza.