De lo que se ama

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Todo lo que dice por amor, se dice mal.

Amar es como desear sin objeto.

El objeto del amor es el otro en tanto ausencia.

Se ama lo que se encuentra en el límite de lo que uno puede tener.

Todo límite es la ventana al abismo.

Ningún límite supone felicidad o esperanza.

Lo que se espera, se ama.

Lo que se toca, se desvanece.

Lo que desvanece no es cuerpo, es el otro. Pero, ¿qué es un otro?

Nadie sufre por un otro, todo sufrimiento es por el autoreconocimiento como cuerpo en espera.

No esperamos al objeto de nuestro deseo, simplemente esperamos.

¿Es acaso la espera un acto que carece de objeto?

La espera no involucra ausencia ni presencia, este implica transición.

Lo que se ama, se ama demasiado tarde.

Amar demasiado tarde es el símbolo de lo que no tiene cuerpo ni como huella de algo ausente.

...

No es fácil amar, sabiendo que dejarás de hacerlo.

Lo que nuestro amor pide siempre está en los márgenes de lo imposible.

Nadie vuelve a amar: o bien nunca se dejó de amar o bien nunca se amó.

Besar no solo es un acto de dos, besar implica recorrer cada recuerdo.

El amor nunca se presenta solo, este siempre tiene a alguien detrás, sea la memoria o alguna tonta proyección.

Ver el futuro a través del amor es como intentar reconocer el rostro del otro a través de la neblina.

El amor ni es recuerdo, ni es presente, ni es proyecto. El amor es transición, transición hacia lo que uno no es.

El no ser del uno, eso es el amor.

Dime, ¿cómo volveré a besarte sabiendo que no siempre estuve allí?

Lo que me hace sufrir es la marca que llevo en el amor. La marca es la emoción que no se va, pero que no se puede dar.

Tengo algo que dar, pero esto no significa que tenga que tener sujeto de recepción.

Lo que duele no es el amor, es tener algo que dar, pero que no se puede realizar.

La ausencia del otro nunca fue el problema, el problema siempre fue que cargar aquello que no se puede dar.

...

No necesito a un otro, necesito de un psicólogo.

Toda necesidad es necesidad de vacío.

Lo que se necesita, no se desea.

El objeto del deseo no está delante de nosotros, sino detrás. Luego, desear es desear salir de algo.

Lo más cercano al deseo es la desesperación, incluso la angustia.

Amar es desear por otros medios.

La franja que divide al amor del deseo, no es el cuerpo ni el no cuerpo, es la huella de lo que no está.

...

El otro es tan importante como el rastro de su ausencia.

Tocar el cuerpo... vaya timo, se ha convertido en el problema de toda metafísica.

El amor no es una patología, es el lugar en que uno puede pensar seriamente.

Si las Meditaciones Metafísicas hubieran sido escritas por un cuerpo enamorado, no habría razón para dudar el cuerpo mismo, ni de la idea que hay otra mente que nos desprecia.

El genio maligno que nos engaña no es un ser, es una apuesta para creer en todo aquello que no decimos.

Lo que se escribe, se escribe sin orden. Y lo que tiene orden, es lo que se dice.

Se puede dudar de un yo, pero nunca del yo de un otro.

Estoy en el momento en que ya no escribo para mí, pero al mismo tiempo, desconozco el lugar para el que escribo.

Los viejos recepcionistas se han ido, pero los nuevos aún no han llegado.

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Solo se duda del sentido desde un cuerpo.

Luego, el desvanecimiento del sentido es un síntoma del cuerpo.

Se pone en duda lo que no se tiene.

Luego, la duda es el acto más trivial, pero necesario.

La duda solo tiene una función, a saber, revelar los efectos de la ausencia o presencia de algo.

La certeza de que amo viene acompañado de la certeza de que ya no hay un otro.

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No importa que seamos cuerpo, lo que nos desgarra es el movimiento de ese cuerpo.

Luego, cuando se dice que no sufrimos por un otro, significa que se sufre por el hábito de un cuerpo externo a nuestros deseos.

La mayor prueba de que hay objetos externos es el sufrimiento: el rechazo de un otro.

Fue un error haber dicho que la espera tiene sentido en sí mismo. La espera siempre es de algo que se ama.

Nadie espera algo que no ama. En cualquier otro, caso el objeto de la espera solo es un medio.

Que lo que amemos no llegue, si es una enfermedad. Luego, el síntoma es la escritura.

Escribimos mientras esperamos... para ser más exactos, somos poseídos por la escritura cuando no está presente lo que se espera.

¡Qué contradictorio! lo presente no puede ser lo que se espera

La espera y lo presente son campos semánticos distintos. Estos ni siquiera deben aparecen juntos en un enunciado.

Si alguien ama, lo deja esperar... ni de coña. Si alguien ama, ve cómo lo esperan.

Sobre el enamorarseWhere stories live. Discover now