Vientos de amistad [Chirú]

Vientos que vienen del corazón

Una brisa suave acariciaba la arena de aquella playa del sur. Las gaviotas revoloteaban en el cielo como dándoles la bienvenida a Miguel y Manuel, dos compositores de Perú y Chile respectivamente.

Fue grata la casualidad ya que ambos estaban trabajando para el mismo proyecto, era como una forma de rememorar los viejos tiempos e inspirarse escogiendo esa playa al azar para escribir una canción: la canción de Chile y Perú.

Buscaron un lugar dónde sentarse -ya que ambos estaban tan emocionados de volverse a ver que en lo único que pensaron antes de salir de casa era en verse bien-, para su suerte había un pequeño muro de concreto a unos metros de donde se encontraban. Entre preguntas de "¿qué tal todo?" y pequeñas risas, el tiempo no parecía avanzar; después de todo pasaron varios años separados por sus respectivos trabajos.

La nostalgia los envolvía y, cual perfume efímero, se desvaneció al cambiar el tema de conversación; tenían solo dos días para escribir la dichosa canción y Manuel no se podía dar el lujo de terminar tarde ya que tenía que regresar a Santiago cuanto antes.

- Estaba pensando mencionar al mar, ya sabes, por lo de la Haya y todo eso- la mente de Miguel estaba efervescente de ideas

- suena bien

- También la cordillera, es algo que compartimos...... ¡Como la canción esa de Mercedes Sosa!

- ¿Cuál?

- la de...- empieza a tararear- "salgo a caminar, por la cintura cósmica del sur.....tarararará...." y ya no me acuerdo la letra, jajaja. Déjame buscarla en YouTube.

Manuel extrañaba el canto de Miguel, por más que este decía que su voz no tenía nada de especial, el chileno siempre la había encontrado cálida y relajante. Después de ver el video estuvieron soltando ideas para la primera estrofa uniendo algunos lugares de Chile y Perú.

- Entonces sería: "desde la orilla del mar hasta la cordillera, desde punta sal hasta los campos del sur"

- Escribamos nuestra historia, levantemos nuestra voz

- Oe esto va a parecer canción de protesta

- Nooo ¿que estai diciendo? Ya, mira. Entonces que sea "escribamos una nueva historia, levantemos....una sola voz"

- Ya, queda.

La brisa se hizo más fuerte y casi se lleva la libreta donde Manuel estaba escribiendo las ideas.

- Ese podría ser un buen elemento también. Una brisa que parece inofensiva, pero puede arrasar con todo.

- Me gusta esa idea

- ¿Estaba hablando? - Manuel se sonrojó al darse cuenta de que estaba pensando en voz alta

- ¡Jajaja imbécil!

- No me mires, tsk- volteó la cara

- ¿Te avergonzaste? ¡Déjame ver!

Como dos niños pequeños, Miguel forcejeó con Manuel tratando de jalarle los cachetes. Mientras más trataba de tocarlo Manuel se sonrojaba más; y justo cuando el menor parecía ganar ambos cayeron de espaldas sobre la playa. El chileno abrazó instintivamente a su amigo para protegerlo, pero no pudo evitar que la cara de este diera con la arena. Todo quedó en silencio hasta que Miguel se irguió rápidamente.

- ¡E entró aena en a oca! ¡Ahhhh 'aare!

- ¡Weon que chucha! ¡Jajajaja!

- ¡O te ías oncheuare!

Manuel seguía riéndose a más no poder mientras el pobre Miguel escupía arena. El ni siquiera podía insultarlo ya que no paraba de toser y de esto se aprovechó el mayor para seguir burlándose. Sin embargo, Miguel no le dejaría salirse con la suya ya que empezó a patear la arena a su dirección empezando una guerra.

Sus risas se mezclaban con el romper de las olas y el canto de las aves, en ese pequeño mundo se sentían plenos.

Cuando la brisa cálida pasó a ser una ventisca helada ambos se dieron cuenta que ya se estaba poniendo el sol y llegaron a una tregua para terminar de escribir la canción. Hablaron de su amistad y el anterior comentario de Manuel sobre la brisa que ahora pasaba a ser "vientos de la unión". Bromearon sobre su amistad no tan heterosexual y citaron a Alfonsina Storni en algún punto de la conversación.

Unas horas después ya tenían el coro y las dos primeras estrofas hechas así que decidieron tomarse un pequeño descanso y mirar el final del atardecer en silencio; bueno, por lo menos eso era lo que parecía hacer Miguel. El chileno por ratos se quedaba mirando al otro, admirando como sus ojos dorados brillaban a la par del sol. Sabía que eso no era algo normal de amigos, pero no podía evitarlo; lo mismo sucedía con el menor, para Miguel, la piel de Manuel brillaba suavemente como una perla y lo distraía demasiado. Quería tanto tocarlo.... pero eso no era algo que hacían los amigos.

En ese ir y venir de miradas de repente ambas se cruzaron. Ninguno dijo nada, la expresión de ambos era suficiente para saber lo que sentía el otro.

Muy despacio acercaron sus cuerpos, entrelazaron tímidamente sus manos y rozaron sus labios temblorosos, ninguno se sentía con la valentía para dar el siguiente paso. Las aguas a donde se lanzarían después de eso eran desconocidas y tal vez peligrosas.... 

Pero a la mierda todo.

Hoy soplan ya nuevos vientos, vientos que vienen del corazón.