El último suplicio de un alma en sufrimiento

66 5 0
                                    


Es una tarde cualquiera, con un pie en el borde, él es capaz de sentir cómo el viento roza sus mejillas, mientras en su cabeza una voz repite incesantemente una sola palabra -hazlo-.

El delicado y retumbante sonido de la lluvia llega hasta el más escondido recoveco de la alcoba, Cristian, recostado en el piso de la misma, comienza a atisbar aquellos recuerdos tremebundos que provocaron la primera separación. Los ojos mantienen ese color cristalino suscitado por rezumar la tristeza líquida que recorre sus mejillas, y que arden al pasar por aquella quemadura; escuchando a esas voces una vez más, tiene la oportunidad de saber, que es lo que realmente pasó durante esa tarde.

-Lester, él lo presenció todo- exclamó Cristian mientras cerraba las ventanas que dividen su alma del mundo exterior; Cristian comienza a caer en un oscuro agujero que lo lleva hasta la parte más cóncava de su mente, es un lugar lúgubre que hace nacer en Cristian un terror patológico, del que hace mucho tiempo creyó estar a salvo, esta ignota presión en el pecho lo derriba, encoge sus extremidades y ocultándose de este horrible tormento comienza a dejar caer aquellas gotas de agua salada; con un pequeño movimiento de cabeza logra percibir la silueta de alguien conocido, no es la persona que él busca pero es alguien que puede brindarle apoyo, es Jorge.

(Jorge, la cuarta personalidad, la cuna de este personaje fueron las ignominias, abusos y maltratos que los compañeros de clase llevaron a cabo con desdén.)

Incauto, Cristian se aproxima a la posición y pronuncia - ¿Jorge? ¿Qué haces aquí? Normalmente tú te encuentras más lejos debido a que eres el más joven-, Jorge dirigió la mirada hacia Cristian y con un profundo miedo en el rostro contestó -Lo siento, es solo que, quería estar un poco más cerca de ustedes, sabes bien que me da miedo la oscuridad, además lo que acaba de suceder...- exclamaba mientras el sentimiento afloraba en una forma líquida a raíz de los ojos; Cristian, en un acto de dulzura se acerca aún más para abrazar al chico, expresándole que va a intentar averiguar las razones de Lester, a lo que velozmente Jorge respondió -Desconozco las intenciones de Lester, pero no tengo duda que él es la personalidad menos paciente, recuerda que yo soy el que mejor los conoce, debido a que mi cuna, es el dolor de ustedes tres-; Cristian asintió con la cabeza mientras separaba ambos cuerpos, para poder seguir en el camino; si Jorge se encontraba en el lugar de Lester entonces este estaría en el cuarto espacio.

Cristian poco a poco va desplazándose dentro de su mente; pero, las palabras de Jorge no dejan de resonar en su conciencia, esto lo hizo recordar el momento de la primera separación; en dicha memoria puede atisbar cómo va separando sus párpados, lo que le permite observar su mano derecha tendida en el suelo al centro de un lago de sangre. Cristian está tan ensimismado que no percibió la presencia de Eleonor, impactando con ella.

(Eleonor, la tercera personalidad, la cuna de ella fueron los incautos abusos hacia su persona).

-Eleonor, lamento el inconveniente ¿Te provoqué alguna herida?- expresó Cristian mientras intentaba encontrar algún rasguño u moretón, a lo que ella con una sonrisa agradable declaró -Tranquilo, no tienes por qué disculparte-, Cristian se alejó un poco, en cuanto retrocedió logró apreciar unos cuantos dobleces en la vestidura de Eleonor y en un pequeño ataque de histeria, acomodó la indumentaria perteneciente a ella dejándola impecable, -Siempre has sido así de ordenado, en algunas ocasiones incluso... das miedo- exclamó Eleonor impregnando en sus palabras una clara desconfianza; él sintió en la piel y corazón la directa imputación que se le estaba enjaretando, con la que enunció -¿Acaso crees que yo lo hice?- Eleonor bajó la mirada, y asintió con la cabeza.

-Yo... no conozco mucho a Jorge, pero a Lester y a ti sí, porque mi cuna fue el dolor de ambos- profirió con una gran tristeza, dejando a sus ojos rezumar aquella de manera fluida, - Lester, es inteligente y no suele hacer mal sin razón aparente, y pues... sé que tú harías cualquier cosa por mantener el orden... cualquier cosa-, Cristian, decepcionado comienza fruncir el ceño, en un rápido movimiento empieza a tocarse la cara y lentamente cuenta del uno hasta el diez.

El último suplicio de un alma en sufrimiento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora