Capítulo 17

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Al día siguiente abrí mis ojos y un dolor de cabeza me arropó. Sentía que iba a explotar en cualquier momento, no recordaba nada. Estaba en mi cama, con la ropa de anoche, solo que sin las zapatillas. No recordaba absolutamente nada de anoche, mis recuerdos son borrosos desde que bailé con Adrián.

Con una mano en la cabeza me puse de pie, una mueca de dolor bailaba en mi cara. Fui al baño y me lavé los dientes, me duché y luego salí a vestirme. Tomé mi celular y vi que eran las dos de la tarde, vaya. Bajé y allí estaban Valentina y Jonathan comiendo del pastel que habían comprado para mí, sí. Se estaban comiendo mi pastel, desde las escaleras arrugue la frente y ellos me dieron una sonrisa inocente.

—Nos ganó la tentación. —Habló Valentina.

Me tumbé en el mueble de la sala y puse mis manos sobre mi cara.

—¿Por qué me duele tanto la estúpida cabeza? —les pregunté.

—Creo que es el efecto de emborracharse como si no hubiera un mañana. — Respondió Jonathan levantando sus cejas.

Justo cuando iba a responder un mensaje llegó, tomé el celular y una sonrisa se formó cuando vi que el mensaje era de Emma.
                       
Emma:

: ¿Ya estás de pie, bella durmiente?

: Si, me duele la cabeza horrible.

: Eso pasa cuando te tomas el bar entero. ¿Ya hablaste con Adrián?

: No, no quiero ser una novia intensa

: Eso no es ser "intensa" se llama interés, cubo de hielo.

: Ya como sea, ¿Está durmiendo?

: No, ya está de pie.

: Emma ¿cuándo es su cumpleaños?

: Veinticinco de enero.

: Bien, tú me ayudarás con eso.

: ¿Con qué?

: Con su cumpleaños, concéntrate hueca.

: ¡Puff! por cierto, me alegro de que ya seas mi cuñada, pero me tengo que ir.

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No respondí más a su mensaje, lancé el teléfono a un lado y fui por una porción de pastel, lo comí junto a mi prima y mi hermano. Jonathan hablaba sobre que se cambiaría de trabajo, Valentina estaba feliz porque las cosas con Rubén habían vuelto a la normalidad. Me hicieron miles de preguntas sobre lo que pasó anoche, preguntas que me limite a responder con un sí y un no. Me terminé el pedazo de pastel y contesté una llamada de Adrián.

—Tú y yo debemos hablar sobre algo que dijiste anoche.

—Si, estoy bien, gracias por preguntar.

—Me alegro, yo también lo estoy. Volviendo al tema…

Mierda. noche estaba borracha, eso solo puede significar peligro.

—¿Qué dije?

—Que yo te gustaba mucho y que te ponía nerviosa. —Dijo. Y aunque no lo estaba viendo sabía que sonreía.

—No dije eso.

—Oh, si lo hiciste. —Afirmó y soltó una pequeña risa.

—Debes saber que si me gustas, porque si no, no hubiese aceptado ser tu novia.

—Pero no sabía que te ponía nerviosa.

—Estaba borracha, Adrián.

—El borracho siempre dice la verdad.

—Ya basta, cambiemos de tema.

—¿Vamos al cine?

—Claro.

—Paso por ti en quince minutos ¿te parece?

—Si.

Habían pasado exactamente quince minutos desde que Adrián dijo que vendría, era muy puntual. Valentina estaba arreglándose porque saldría con Rubén, Jonathan no estaba en casa. Salí y abrí la puerta del asiento copiloto, me senté y me giré hacia Adrián para saludarlo, le di un suave beso en los labios.

—Hola. —Saludó con una sonrisa.

—Hola.

—Me gustan tus saludos. —Expresó con una sonrisa.

—Me gusta saludarte. —Ambos reímos, Adrián se puso en marcha hacia el cine.

—¿Qué quieres ver? —me preguntó mirándome con la frente arrugada.

—No sé, ¿una de terror?

—Una de terror será. —Volvió su vista al frente.

Llegamos al cine, Adrián abrió mi puerta y luego me tomó de la mano. 

Fuimos por los boletos para la película, yo insistí en pagar el mío hasta que lo logré, fuimos y compramos palomitas y una soda, entramos a la sala y tomamos asiento. La película estaba por empezar y Adrián ya había empezado a comer palomitas desde que las compramos.

—Te las vas a acabar antes de que empiece. —Le susurre.

—Exagerada. —Dejo de comer las palomitas.

La película empezó y puse atención.

Mi corazón se volvía loco, latía desbocado y amenazaba con salir de mi pecho, estaba asustada. No sé cuántas veces había saltado del susto, Adrián se divertía cuando me asustaba y yo rogaba porque la película acabará y poder salir de ahí lo más pronto posible.

—Adrián, quiero salir. —Le dije con las manos en la cara. Lo escuché reír un momento y luego paso su brazo por mi cintura, recosté mi cabeza en su hombro y besó mi cabeza.

—Tranquila, que un susto al año no hace daño.

Le golpeé suavemente la barriga en un puño, cuando me asustaba el me abrazaba y luego se reía y no sabía si matarlo o abrazarlo, es la primera vez que me asusto tanto con una película. Cuando la película acabó salimos del cine. Subíamos al coche y noté que no traía mi celular.

—Mi celular se quedó dentro.

Volvimos a la sala nuevamente, y allí, Adrián llamó a mi celular, este hizo un ruido y pude ubicarlo en un asiento de la sala de cine, volví al coche y le señalé la pantalla con la llamada.

Lo ubique y me acerque para agarrarlo.

—Espera. Jade Isabella Farra, ¿me tienes agendado como “Adrián C.”?

Me reí por su dramatismo.

¡Deja de reírte estúpida, dijo tu nombre completo!
¿¡Pero que mierda!?

—¿¡Cómo sabes mi nombre completo!? —pregunté estupefacta.

Y entonces fue su turno de reírse.

—Ayer cuando te lleve a tu casa Valentina te vio entrar borracha, estaba en la sala con su computadora, y casi se le salen los ojos por abrirlos tanto. Echó una maldición y luego te llamó por tu nombre completo, me sorprendí, pero no dije nada, hasta ahora que lo recordé.

—La mato.

—¿Por qué no te gusta? —preguntó con la frente arrugada.

—Porque no.

—Pues a mí me gusta.

Puse los ojos en blanco y ambos caminamos de vuelta al carro.

—¿Hablaste con tu papá sobre lo que me contaste en navidad?

—Hablé con mis hermanos y los tres hablamos con él. Dijo que las cosas cambiarían y efectivamente cambiaron. Ha estado más tiempo en la casa, habla con nosotros, lo estamos ayudando a superar lo de mamá. Por el momento todo está bien, gracias por preguntar.

—Me alegro mucho de que todo marche bien. —Dije y le sonreí, el correspondió el gesto.

Cuando llegamos a mi casa pregunto qué haría con la intención de quedarse un rato conmigo, lo que felizmente acepte. Ambos bajamos del coche y entramos a la casa. No había nadie. Subimos a mi habitación y él se tumbó en la cama.

—¿Dormimos un rato?

Asentí.

Me quité los tenis y el hizo lo mismo, se quitó su chaqueta y quedó solo en t-shirt, recostó su cabeza en mi pecho, mi barbilla quedó arriba de su cabeza, abrazó mi cintura con sus manos y entrelazó nuestras piernas.

—Tú también me pones nervioso. —Susurró

Antes de que pudiera responder, lo vi cerrar los ojos para dormir, me limite hacer lo mismo.

***

Días después...

Era treinta y uno de diciembre, la gente estaba loca. En especial mi hermano y mi prima, quienes caminaban de un lado a otro. Yo estaba en la sala hablando por teléfono con Adrián quien me contaba que en su casa pasaba lo mismo, Emma, Rubén y su padre estaban volviéndose locos.

—Vamos Isa, por favor. —Seguía pidiendo Adrián, y sí, me decía Isa. En cuanto supo que también era mi nombre no dejo de hacerlo, el nombre no me gustaba para nada, pero, soportaba que él lo dijera y podría decir que hasta me gustaba que lo hiciera.

Adrián me había propuesto acompañarlo a correr por las mañanas en cuanto empezara el mes de enero, él no quería hacerlo solo y yo no quería salir a correr, era pésima con los ejercicios.

—Te dije que no, no pienso despertarme tan temprano durante diez días consecutivos a correr.

—¿Ni siquiera para acompañar a tu novio?

—Mi novio derramó refresco sobre mi ropa, ayer.

Ayer habíamos salido a comer, ambos pedimos un refresco y el agito mucho el suyo, entonces cuando lo abrió cayo todo sobre mi, él se río durante casi media hora y yo estaba pensando como matar a una persona con una lata de coca cola. 

—Sabes que no fue a propósito.

—Como sea, no voy a correr.

—¡Pufff! que malvada.

Me reí, colgué la llamada y fui a la cocina. Pero Jonathan me echo, así que llamé a Emma para que nos viéramos. Salí de la casa, no sin antes recibir una advertencia de los chicos para que llegara temprano, ambos tenían miedo de que sucediera lo mismo que en navidad. En casa de Emma, toqué la puerta y Rubén me abrió, nos saludamos y me dejo pasar, me guio hasta la habitación de Emma y entré, ella estaba sobre su cama tecleando algo en el celular. Me acerqué a ella y le pregunté si estaba todo bien.

—No, no lo está Jade. Escuché una conversación. Adrián le dijo a Roy que se enamoró de ti y que ya no podía seguir con la apuesta.

—¿Apuesta?

—Me puse a investigar y logré sacar la verdad a uno de los amigos de Adrián, Bratt. Él se acercó a ti por una apuesta con sus amigos: si lograba enamorarte ganaba una caja de pizza y un refresco.

Mi corazón latía desbocado, no sabía que hacer o que pensar. Mi mente no procesaba que estaba pasando. Le confié la más dolorosa parte de mi vida a él. Le conté mi pasado, le confesé que me gustaba, compartí mis canciones favoritas con él, me convertí en la persona que jamás creí ser estando a su lado, y todo había sido, una apuesta.

—¿Estás segura de eso?

—Completamente. Lo siento mucho, Jade. Mi hermano es un completo imbécil.

Le agradecí por contármelo y me limpié unas lágrimas que lograron escapar, tenía ganas de llorar y gritar. Me sentía estúpida. Bajé las escaleras de la casa de Emma y ahí estaba, en el sillón. Abrió los ojos de par en par en cuanto me vio y caminó hacia mí.  Se acercó, sus brazos rodearon mi cintura y acunó su rostro en mi cuello. Tenía un nudo en la garganta, quería darle un puñetazo, molerlo a golpes, y gritarle hasta que no tuviera voz, pero la peor parte, era que estaba consciente de que una parte de mi jamás podría odiarlo.

—Aléjate de mí, Adrián. —Pedí en un susurro.

Se apartó extrañado, me miró con la frente arrugada.

Intente salir, pero me tomó del brazo haciéndome girar. Lucia muy confundido.

—¿Qué pasa, Isa? Explícame porqué estás así.

—Jade para ti. No puedo creer el grandísimo imbécil que eres, Adrián. Me hiciste confiar en ti, quererte, te metiste en mi vida como una maldita sanguijuela. ¿Y todo por qué? por una estúpida apuesta. Tu y tu apuesta se pueden ir a lo más profundo del infierno.

Su expresión cambió en un segundo, parecía sorprendido, confundido, asombrado. Suavizó su frente y su cara.

—Dime que es mentira, dime que estoy equivocada y que eso no es así, dímelo.

—No es mentira, Isa. Pero tampoco es así. —Afirmó y ya no pude más, las lágrimas salieron de mis ojos y no pude evitarlo, mi corazón se quebró, sintiéndose tan mal como en mucho tiempo no me sentía, un fuerte dolor se instaló en mi alma y mi estómago se revolvió.

—En cuanto me acerqué a ti supe que nada sería tan fácil, sabía que terminaría por ignorar la apuesta y conocerte porque quería, porque me interesas. Desde que empezamos a salir lo hice porque quería, no por la estúpida apuesta con Roy.

—Me viste llorar, sabes todo lo que pasé con mis padres, estuviste cuando mi hermano reapareció en mi vida, me besaste por primera vez desde que sufrí la traición de Marco, celebre mi cumpleaños junto a ti, nunca había celebrado mi cumpleaños antes, pasamos navidad juntos, estuve ahí para ti cuando me necesitabas. Yo cambié, yo dejé de ser el cubo de hielo que era por ti, yo ya no era la misma Jade de antes cuando empezaste a meterte en mi vida, y todo por una maldita apuesta con tus amigos, me pediste ser tu novia y aún no me contabas nada, tuve que enterarme por otra persona.

—¿Quién te lo dijo?

—¿Que quien me lo dijo? ¿Adrián es lo único que te interesa?

—Jade, déjame explicarte lo que pasó realmente.

—Me voy y no te atrevas a seguirme.

Me di la vuelta y empecé a caminar, a pesar de lo último que dije, en el fondo esperaba que el me siguiera, que me hiciera dar vuelta y quedar frente a él, pero no lo hizo. Me dejo ir, las lágrimas no paraban de rodar por mis mejillas. Llegue a casa y no me moleste en ocultarlas. Valentina estaba de frente en el mueble, por lo que vio el estado en el que estaba, me hablo, pero la ignoré y seguí a mi habitación, una vez que cerré la puerta, no pude evitar quebrarme, sollozos salían de mí, me dejé caer en el suelo y acuné mi rostro entre mis rodillas, abracé mis pies con los brazos y empecé a llorar. Valentina me abrazó asustada. Yo no podía hablar, las palabras no salían de mi boca, ella se dedicó a frotar su mano en mi espalda para calmarme hasta que decidí hablar.

—Es un imbécil. —Hable por primera vez. —Se acercó a mí por una apuesta, y yo creí que de verdad me quería conocer, que quería estar conmigo, pero no.

—¿Estás segura de eso?

—El mismo me lo confirmo.

—Jade, él te quiere. Espera a que te explique lo que realmente pasó.

—¿Y tú de qué lado estás?

—No se trata de elegir un lado y si fuera así siempre estoy del tuyo, pero no quiero que sufras, no te quiero ver así.

—No lo quiero ver, no quiero saber nada de él.

—Es normal pero hoy es víspera de año nuevo, vamos a pasar una buena noche en familia y luego vamos y rompemos su nariz ¿sí?

Asentí con la cabeza y me abrazó. Cuando salió de la habitación me tumbe en la cama.

Llamada Entrante
Adrián C.

Estaba afuera. Salí y lo encontré con las manos en los bolsillos, estaba nervioso.

—Tenemos que hablar, aún eres mi novia Isabella, y me importas más de lo que quisiera admitir.

—Si ese es el problema, terminamos.

—¿Qué? No. No me voy de aquí hasta que entiendas que te quiero y que si me acerque a ti por una apuesta eso se fue al demonio en cuanto hablamos, en cuanto supe que todo contigo sería diferente la apuesta dejo de ser el motivo que me ataba a ti.

—Talvez habría considerado perdonarte, si no fuera porque me lo ocultaste por tanto tiempo.

—¡Porque no quería perderte! —alzó su voz—porque nada importa más que tú. —se calmó. Llegó hasta mí y puso sus manos en mi cintura, pegó su frente a la mía y cerró sus ojos, otra vez mis nervios aparecieron, el olor de su perfume me embriagó, las lágrimas se asomaron, pero no las dejé salir.

—No miento cuando te digo que siempre me espero cualquier cosa, de cualquier persona. Pero por primera vez, contigo no fue así. Y ahora repetiste el mismo patrón, que tantas veces me ha destruido.

—Lo sé, y me odio por eso. Pero no podemos dejar las cosas así. Necesito que me escuches.

—¿Por qué mejor no te detienes a pensar en lo que yo necesito? — me separé suavemente de él, le di una última mirada y caminé a la puerta. Una parte de mi peleaba por quedarse, y otra peleaba queriendo que él quisiera quedarse.

Bajo la misma tormenta [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora