Profunda, hasta las costillas

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Anhelo, deseo, quiero sentir aquella electricidad que estoy segura que provocas.
Tenerte de frente y guardarme todos los poemas que quisiera decirte, desde los más pensados y estudiados hasta los que salen por impulso burlones.
Verte en retratos es querer ir más allá:
Tocarte, aunque vaya a doler tiempo después.
Reírme aunque después sea lo contrario.
Soñar a tu lado, para tener suficientes insomnios. 
Revolverte el cabello, jalarlo, peinarlo, abrazarte por la espalda y pensar que ojalá durara más; que se fundiera.
Me apasioné, cómo con todo lo que me gusta, ¿qué voy a hacer? ¿qué puedo hacer?
No me dejo, no puedo dejarme, me derrito a solas, me doy consejos, me digo promesas que no se si seré capaz de cumplir. Estoy dispersa y me desespero más últimamente.

Podría ver tú cuerpo solo como lo erótico que es para la gente, pero no soy tan banal (no sé por qué). Veo aquello como sagrado, cómo tocar agua después de caminar en el desierto, de lluvia en el bosque, de llega a casa para dormir, el verano y los congelados, el invierno y el chocolate; de todo lo que podría ser placentero para el corazón, el cuerpo, la mente y el alma. Temo y es por mi, por esto tan grande que siento que eres.
Te dije esa frase trillada, porque de verdad la siento "eres razón de por qué los huracanes tienen nombre de personas". Me planteo mi propia teoría con los signos de fuego, que me son irresistibles, por más que lo intente, por más que no quiera; o quizá solo es que algunas personas me resultan más inquietantes y misterio que otras.

Sea como sea, algún día diré que dolía, que ardía, que no me sentía capaz, pero con toda esa incertidumbre saltaba, solo por sentir todo lo que creía cierto, hasta las costillas.

C o m b u s t i ó nDonde viven las historias. Descúbrelo ahora