Capitulo 7: Tú eres ese alguien.

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🌾 Shikamaru 🌾

Suspiré de aburrimiento mientras veía a Iruka-san escribir una vez más en la pizarra, que ya había sido borrada dos veces ese día y la había vuelto a llenar de distintos ejercicios.

Miré el lugar vacío a mi lado y no pude evitar el sentimiento de tristeza que recorrió mi ser, instalando un sabor amargo en mi boca. Hoy Naruto no había asistido a la academia y no sabía el motivo, pero me preocupaba. El niño era lo más responsable que había conocido nunca y jamás faltaba al colegio salvó que sea algo muy grave, no le gustaban las faltas porque "manchan mi historial, Shikamaru-kun."

Las horas pasaron lentamente sin la compañía del rubio y las clases parecían más aburridas de lo normal, dormí varias veces entre hora.

A la salida decidí pasar por una pequeña tienda que estaba cerca del lugar de juegos y compré un poco de comida; ramen instantáneo, botellas de zumo de limón, el favorito de Naruto, y chocolate con maní, su dulce preferido.

Toqué la puerta con mis nudillos y esperé por unos segundos hasta que ésta se abrió. Una hermosa mujer de cabellos rojos largos y piel nivea me recibió con una sonrisa.

- Shikamaru-kun, es bueno verte.- saludo, haciéndose hacia un lado en una silenciosa invitación a pasar. Dí una leve reverencia y entré en la casa, dejando los zapatos en la entrada y aceptando las pantuflas que Kushina-san me ofreció.

- Gracias por aceptarme en su casa, Kushina-san. Lamento no haber llamado antes.- la dulce mujer me sonrió y me guío hasta el salón, dónde me tendió una taza de té tibio.

- No te preocupes, eres bienvenido siempre.- sonreí con algo de vergüenza a la cordial mujer.- Vienes a ver a Naru ¿No es así?- asentí mientras sentía mis mejillas arder, quizás la visita había sido algo precipitada.- Me alegra que tenga amigos como tú, Shika-kun. Está en su habitación, puedes pasar.- asentí y dejé la taza en la mesita ratonera.

- Gracias por el té, Kushina-san. Estaba delicioso.- con un asentimiento leve me dirigí escaleras arriba con mi bolsa en mano y admiré brevemente la puerta marrón con estampitas naranjas de zorro. Entré despacio y sonreí al ver a Naruto recostado sobre su cama, completamente tapado, parecía una pequeña oruga.

Me adentré a la habitación e hice notar mi presencia, sentándome frente a él en la cama. Sus ojitos se cerraron y sus dientes se dejaron ver en una enorme sonrisa.

- Hola, Naru ¿Cómo estás?- acaricié sus rebeldes cabellos rubios, que, sin importarles mi toque, volvieron a formar esos extraños picos. Naruto tomó una pequeña libretita de su mesa de noche y escribió por unos segundos.

"Esta mañana tenía fiebre así que mamá decidió que no debía ir a la escuela. El doctor dijo que era un resfriado."

Sonreí leve al ver el pequeño puchero que tenía, realmente no le gustaba tener faltas.

- No te preocupes, borrarán las faltas si llevas el certificado médico.- sus ojitos brillaron con entusiasmo.- Puedo llevarlo por tí mañana si quieres.- acaricié su mejilla y sonreí al ver cómo se acercaba a la muestra de afecto, parecía un gatito.

"¿Qué es eso?"

Miré algo sonrojado la bolsa color blanco entre mis manos y la tendí hacia él, desviando brevemente mi mirada hacia el suelo. No solía ser muy atento con las personas, pero Naruto simplemente despertaba ese interés intenso y ya no podía ni quería esconderlo.

Sonrió mientras sacaba las cosas y sus ojitos se iluminaron al ver el ramen. Me abrazó con fuerza, haciéndome caer sobre la bolsa y las botellas. Sonreí, correspondiendo el gesto y besé su mejilla suavemente.

- Iré a preparar esto con ayuda de Kushina-san ¿Bien? No comas el chocolate aún.- el rubio asintió con entusiasmo mientras tendía el pote plástico hacia mí y sin más salí en busca de la madre de Naruto.

Bajé las escaleras nuevamente y encontré a Kushina-san en la cocina, cortando lo que parecía ser perejil.

- Um... Kushina-san.- la mujer sonrió mientras me veía con intriga y yo le mostré el bote de ramen con vergüenza.- Yo...le compré esto a Naruto y quería saber si podría prepararlo ahora o usted desea que coma algo más saludable.- la risita de la mujer me hizo enrojecer aún más.

- No te preocupes-ttebane, comerá esto. Ven, súbete aquí.- me tendió un pequeño banquito con el que quedaba a la altura de la alta mesada y me tendió la pava para que pudiese llenarla.- Lo prepararemos juntos.- me sonrió y yo asentí, devolviendo la sonrisa a la hermosa mujer.

                            [...]

Caminé con cuidado escaleras arriba, sosteniendo el pote de ramen ya preparado entre mis manitos. Abrí la puerta delicadamente y cerré detrás de mí. Naruto ya me esperaba sentado en su cama, luciendo un pijama azul con ranitas verdes, totalmente tierno.

Le tendí la bandeja con su amado ramen y unos palillos y me acomodé a su lado en la cama.
Cerró sus ojitos brevemente y juntó sus manos, dando gracias silenciosas por la comida, antes de devorar la sopa. Me ofreció varias veces, en las que me negué, admitiendo que había comido un sándwich de camino a su casa.

- ¿Quieres que veamos una película?- pregunté mientras sacaba la bandeja de encima de sus piernas y la ponía con cuidado en la mesita de noche, Naruto asintió y se hizo más a la orilla, abriendo las sábanas en una invitación silenciosa para que me acostase con él, acepté.

"Quiero ver alguna de terror-ttebayo."

Miré con cierta gracia el papel, Naruto era demasiado miedoso, pero si eso era lo que quería, eso tendría.

                            [...]

El Conjuro se reproducía en la televisión y hacia unos cuarenta minutos había dejado de sentir mi mano derecha por culpa de los apretones que me daba Naruto cuando se asustaba con algo. Lastimosamente, eso pasaba muy seguido.

Poco antes de que la película terminase, Naruto cayó dormido sobre mi hombro por culpa de los mimitos despreocupados que había comenzado a hacer en su revoltoso cabello.

Lo admiré por algunos minutos, que rápidamente pasaron, haciéndose cada vez más y más.
Sonreí al verlo masticar dormido y arrugar la nariz con molestia.
Y no, no estaba perfecto como todas las parejas expresaban. No se veía hermoso.

Estaba totalmente despeinado, su piel estaba marcada por mi camisa y tenía pequeñas lagañas en su ojo derecho. Babita seca decoraba el costado de su boca y emitía un leve ronquido cada vez que respiraba.

Pero, aún así, no podía evitar pensar que era la persona más hermosa que había conocido.

Sonreí con ternura cuando se sujetó con más fuerza a mi mano, que no había soltado durante toda la película.

- Papá solía decirme que algún día encontraría a alguien especial. Alguien que hiciera que mi corazón latiera rápido y que mis nervios se aparezcan de la nada. Dijo que se me iba a revolver el estómago pero que, aunque la sensación sea desagradable, a mí me parecería los más hermoso del mundo...- murmuré mientras lo veía moverse levemente, al ritmo de mi respiración.-...creo que tú eres ese alguien.

Ese día me quede hasta entrada la noche cuidando de él. Me fuí a las ocho, dejando un beso en su frente y lo dejé dormir tranquilo, abrazando una almohada en mi lugar.

𝔸𝕞𝕠𝕣 𝕤𝕚𝕝𝕖𝕟𝕔𝕚𝕠𝕤𝕠•ShikaNaru•🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora