Me levanté de la cama en la mañana.
Como nunca antes, me desbordaban las ganas de ir a la prepa. Tenía demasiada energía, pero obviamente no para realizar actos negativos, sino estaba llena de buena vibra, así que nadie me la iba a arrebatar.
Ciertamente, la bofetada que le di a Rodrigo, era algo que me detenía esa emoción (porque él no es de las personas que deja pasar un golpe así de pequeño), sin embargo, no pensaba tener miedo por ello; se lo merecía.
—¡Leyla! —gritó mi madre. Siempre solía hacer eso en las mañanas cuando pasaban a recogerme. Creo que despertaba a media cuadra, puesto que eran las seis y media de la mañana, ¿Quién estaría despierto a esa hora un día en enero?
—¡Voy! —le respondí mientras me agachaba para sujetar bien las zapatillas.
Salí de mi habitación corriendo.
—Hasta luego, mamá —me despedí agarrando mi mochila la cual estaba en la silla. Tenía que darme prisa; me había levantado tarde, y si no salía rápido podía llegar tarde a la preparatoria. No quiero que me entreguen una notificación por algo que pude haber evitado
—¿No vas a comer? —me preguntó en tono de regaño.
—Te veo luego.
Abrí la puerta para salir y corrí hacia el auto. Sabía que mi mamá era capaz de regresarme de los pelos para que tome desayuno.
—Buenos días, arranque rápido por favor —mencioné en modo de orden desesperada en tanto me sentaba en el asiento del copiloto y me colocaba el cinturón de seguridad.
—¿Por qué el apuro?
—¿Quiere ver cómo me dan una paliza?
—Pues...
—Entonces, avance.
—A la orden, capitana — me respondió Freddie.
Él se convirtió en el chofer de mi familia debido a nuestros frecuentes encuentros. En la mayoría de veces, cuando estaba en la secundaria, lo encontraba fuera de la escuela, esperando a algún pasajero para poder llevar, hasta que comenzó a trasladarme. Cada que salía, Freddie estaba esperándome, aun así, me haga tarde. Por ello, a mis padres no se les hizo ningún tipo de problema para contratarlo. Fue una sorpresa cuando me enteré de aquello, ya que, viniendo de personas importantes como mis padres, no podían brindarle dicho trabajo a cualquiera. Ahora, él va a cumplir tres años trabajando para nosotros.
—Espero que le vaya bien señorita —me dijo.
—¿Ya llegamos?
—Efectivamente.
—Oh por Dios —dije sorprendida abriendo la puerta, salí y me coloqué bien el tirante de mi mochila.
En el camino para llegar a mi salón saludaba a todo profesor que pasaba, obviamente a todos de mis compañeros también les sonreía, algunos me devolvían el saludo otros me ignoraban, lo cual no le di mucha importancia.
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P.D. Simplemente te amo ©
Storie d'amore¿Cara bonita? ¿Rubia engreída? ¿Bully? Sí, esa es Leyla. Una chica que estaba consciente de todos sus errores, tanto del pasado como los del presente. Sabía que en algún momento tenía que afrontar las consecuencias, pero... no esperaba que las enfre...