—La apuesta fue propuesta por Roy, el me retó a que te enamorara, cuando caminábamos por el pasillo noté que venías distraída y pensé que era el momento perfecto para cruzarme contigo e intercambiar palabras o alguna mirada. Luego en clases cuando respondiste a la maestra sabía que debía decir algo, pero no estaba planeado que quedáramos en psicología. Todo iba tal como lo había planeado hasta un día, donde me confesaste lo que pasó con tus padres, decidí que no podía seguir con esto y entonces me olvidé de la apuesta, dije a Roy que necesitaba unos meses, pero no era cierto, era mi excusa para seguir hablando y estando contigo. Te conocí, conocí tu forma de reírte y ser... Tan tú, tan grosera, tan Jade, tan única. Y entonces empezaste a gustarme, pero lo negaba, no era capaz de aceptarlo en voz alta...
—...Por eso tanta insistencia en que yo confiara en ti ¿cierto? —lo interrumpí.
—Si. —Aceptó y agachó su cabeza.
—Hola, precioso. —Saludó una voz chillona detrás de Adrián, una voz que conocía. Una voz que había empezado a odiar.
Adrián se dio vuelta y ahí estaba ella, la pelinegra que me hacía salir de mis casillas, Clara. En ese momento un recuerdo vino a mi mente. Clara se me hacía conocida, no sabía de dónde hasta que lo recordé. Ella es la chica que acompañaba a Adrián a la pizzería, cuando estaba discutiendo con mi prima y mi hermano el sabor de pizza que compartíamos y me topé con él y una chica morena de cabello negro, Clara era la chica. Cuando la vi por segunda vez la noche de mi cumpleaños la iluminación casi nula del bar no me permitió verla mejor.
—Espera... ¿Clara es la chica que te acompañaba en la pizzería, no? —pregunté Adrián con la frente arrugada.
El pareció dudar en contestar, pero lo hizo. —Sí, es ella. — Respondió con un tono de voz amargo.
Yo no quería llorar, no frente a él. Pero la situación no ayudaba.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? Adrián, vas de una mentira en otra.
— ¿Interrumpo algo? —pregunta Clara.
Adrián le pidió que se marchara y ella muy poco convencida obedeció.
—Tú sabes cosas que nadie más sabe, ¡diablos! tú... Tú me hiciste sentir muchas cosas. No puedo solo perdonarte porque... —Me detuve en cuanto algo vino a mi mente— ¿Lo del hospital también fue por la apuesta? ¿Preocuparte por mí? ¿Golpear a Abner? ¿Besarme por primera vez?
—No. Al principio se supone que debería preocuparme por ti para que te enamorarás, pero luego paso de verdad. Me preocupé por ti de verd...
Lo interrumpí, y no para decir algo. Esta vez para darle una bofetada, una bofetada que hizo que su cara se girará, una bofetada con todas las fuerzas que tenía y toda la rabia que sentía, con toda la desilusión dentro de mí, la decepción matándome. Y entonces no pude más, mi vista se nubló por las lágrimas, varias salieron de mis ojos y empezaron a correr por mis mejillas, un nudo en mi garganta se apoderó de mí, quería salir de ahí, quería marcharme.
Pasé por el lado de Adrián con la intención de marcharme, pero no lo logré. Adrián me tomó del brazo y me hizo quedar frente a él, su pecho muy cerca de mí.
—No, no llores, me mata que lo hagas y más cuando es por mi culpa. Isa, no te vayas.
—Alguien te espera, y no soy yo. —Señalé a Clara con la cabeza, quien se encontraba a unos pasos de nosotros, mi voz se quebró y sin más, me liberé de su agarre y caminé hasta la mesa.
Valentina no estaba, Emma no estaba, Christopher y Cristián tampoco, solo Carlos.
—¿Te encuentras bien? —pregunta Carlos, su frente se arrugo ligeramente cuando me vio en ese estado.
—Si. ¿Dónde están Valentina y Emma? —pregunté.
— ¿Te apetece hablar conmigo?
Le di una mirada aprobatoria para luego salir, Carlos me seguía, y entonces me detuve cuando estuvimos fuera del bar, caminé unos pasos y luego me senté en la acera, llevé mis manos a la cara, frustrada. Carlos se sentó a mi lado y me observo.
—Es un gillipollas. Lo sabes, ¿no?
—Un gillipollas al que desgraciadamente quiero.
—De todos modos, no te merece.
—No puedo pensar en eso ahora, es la primera vez que siento tanto por alguien, y ve. Acabe desilusionada, decepcionada y lamentándome la existencia frente a un bar junto a un desconocido. —Solté una risita sin gracia—.
Carlos se quedó mirándome fijamente, yo hice lo mismo y sostuve su mirada por unos segundos que parecieron eternos, se inclinó hacia adelante viendo mis labios y no lo detuve, no hice nada para impedirlo, se acercó más y más, y más, hasta que sus labios conocieron los míos, llevó su mano a mi nuca y se detuvo, me miró y yo asentí, permitiéndole seguir. Me besó de una forma tierna, llevo su mano libre a la parte de mi espalda baja, sus labios se movían a un ritmo lento y los míos los seguían, lleve mis manos a sus hombros e intensifique el beso, se detuvo un momento y me miré.
—Jamás me había apetecido besar a una chica como a ti, me gustas mucho. Desde el primer momento en que te vi entrar al bar.
—No mates la vibra. —Dije tomándolo del cuello de su camiseta para acercarlo nuevamente a mí.
En ese momento se me olvido todo, se me olvido lo que estaba pasando con el chico de iris azules que me volvía loca, se me olvidó que estaba mal y mi corazón estaba quebrado en mil pedazos, se me olvidó toda la mierda que estaba pasando. Y lo merecía, talvez no era la mejor forma de olvidarlo, pero al demonio con eso. Tenía a un español guapo frente a mí deseando besarme y eso no lo desaprovecharía, no cuando Adrián se ha comportado peor. En ese momento me dejé cegar por el sentimiento de hacerle sentir lo mismo que él me había hecho sentir a mí.
—¡Aléjate de ella, pedazo de imbécil! —escuché decir a una voz masculina que conocía a la perfección furiosa. Antes de poder reaccionar Adrián sostenía a Carlos de su camiseta y lo miraba como si quisiera asesinarlo.
—Suéltame capullo de mierda, o te aseguro que no respondo.
—Tu y tus amenazas pueden irse al infierno. —Dijo y luego dio un puñetazo en la cara de Carlos.
—¡Por un demonio Adrián! suéltalo ya. —Le grité tomándolo del brazo para que se detuviera, cosa que no sirvió de nada porque él se zafó de mi agarre para seguir golpeando al chico.
—¡Amor! ¡Ya basta! ¿Me has dejado tirada por venir a golpear a este? —le dijo Clara acercándose a nosotros.
¿Justo ahora tenía que aparecer? esto no podía ser posible.
—Cierra la boca. —Ordené acercándome a ella.
—No voy a dejar que golpeen a mi amor.
Se abrazó a él y se vio obligado a soltar a Carlos porqué Clara se puso en medio de los dos. Se quedaron mirándose fijamente y yo me acerqué a Carlos, su nariz sangraba y gemía de dolor.
—¡Por Dios, Carlos! ¿¡Estás bien!?
—Isabella, lo has besado. Lo besaste justo después de que yo te confesara todo. —Reclamó Adrián quien se veía decepcionado.
—Por lo que veo hiciste exactamente lo mismo con ella. —Dije refiriéndome a Clara.
—Eso no es cierto. —Negó el acercándose a mí.
—Quisiera desde lo mas profundo de mi alma, creerte. Pero con tu expediente, me la pones difícil.
—La diferencia es que yo te decía la verdad. Y está loca solo quiere provocarte y lo está logrando. Sin embargo, yo pensé que me conocías mejor que esto.
—Yo también pensé muchas cosas, ¿y adivina qué? todas son mentiras. Contigo todo es así, todo contigo ha sido una mentira. lárgate de aquí y haz todo lo que se te venga en gana con ella.
—Él ha sido quien me ha propuesto acostarse conmigo.
Les di una última mirada, y caminé adentro del bar con Carlos. Llegué hasta la mesa donde estaban todos sentados, hablando y riendo. Entonces todos vieron a Carlos, notaron la sangre en su nariz y los golpes de su cara.
—¡Mierda! —Rubén se puso de pie y caminó hasta la salida.
—Primo, ¿estás bien? —preguntó Cristián.
—Lo estoy.
Valentina se puso de pie y se alejaron para curar sus heridas, yo me senté junto a Emma, agotada.
—Perdón Jade. —Pide ella.
—No. Perdón nada. Tú no tienes la culpa de que tu hermano sea tan idiota.
—Las cosas no mejoraron ¿verdad?
El maldito nudo en la garganta se hizo presente otra vez.
—Casi se acuesta con Clara. —Mi voz se quebró.
Emma no dijo nada más, me abrazó. Y yo correspondí su gesto. Hasta que Valentina y Carlos aparecieron, ya no había rastros de sangre por su rostro. Me acerqué a él y me disculpé por todo, se ofreció a llevarme y me negué. Me despedí de los chicos y salí con Emma y Valentina afuera en busca de Rubén.
Estaba junto a un árbol con el celular en el oído, estaba hablando con alguien.
—... pero te he dicho que trates de arreglar las cosas con ella, no que fueras un completo imbécil. —Le escuchamos decir.
Emma carraspeo su garganta y Rubén notó nuestra presencia, colgó la llamada y nos dirigimos al auto. Valentina el asiento copiloto, Emma y yo detrás.
—Lamento que Adrián se haya comportado así. Nuestras intenciones eran que ustedes arreglaran todo, no empeorarlo.
—No te preocupes, ustedes no tienen la culpa.
Llegamos a casa, Vale y yo bajamos del auto y entramos. Subí a mi habitación, luego de hablar con mi prima quien estaba preocupada por cómo me sentía.
Yo me había puesto el pijama. Estaba dormida y una llamada entrando en mi celular hizo que me espantara y abriera los ojos, fruncí mi entrecejo y lo tomé, vi el nombre que relucía en la pantalla y suspire cansada.
Llamada Entrante.
Adrián C.
Pareciera que estaba dispuesto a joderme la existencia.
Conocía la razón de esa llamada y apostaba hasta lo que no tenía a que Adrián se encontraba frente a mí casa, me asomé por la ventana y así fue. Decidí salir, en puntillas y procurando que la puerta no hiciera mucho ruido.
—Eres un puto dolor de cabeza en la madrugada.
—Hola mi amor. —Saludó el con una gran sonrisa.
— ¿¡Que mierda ocurre contigo!?
—Odio que estemos peleados, yo quiero casarme contigo y luego que me hagas diez hijos, ¡NO! mejor veinte. Los que tú quieras, princesa. —Confesó riendo.
Estaba borracho.
—¿Tomaste?
—Un poco, unas veinte cervezas nada más.
—¿Veinte cervezas? ¿Casual no?
—Tuve que recaer. Besarte con otro chico no es correcto si tienes novio.
—Quédate quieto, llamaré a tu hermano.
—No lo llames, déjame dormir contigo.
—Eso jamás pasará.
—No seas mala Isa, yo quiero dormir contigo.
Lo ignoré y marqué el número de Rubén quien respondió a los tres tonos.
—¿Jade?
—Adrián está en mi casa borracho. ¿Puedes venir por él?
—Ahora voy.
Pasaron quince minutos y llegó en su auto, bajo de él y llegó hasta nosotros.
—Mañana hablaremos de esto. Jade, gracias por avisarme.
—Rubén... Adrián dijo algo sobre recaer en el alcohol, ¿tuvo problemas con él en el pasado?
—Sí, es una larga historia que no me corresponde a mí contar. —Me dio una última mirada suplicando perdón, me limite a sonreír levemente.
Rubén sentó a Adrián en los asientos de atrás con el cinturón de seguridad, y el en el asiento del conductor, vi como el carro se alejaba de mí. El frío de la madrugada me golpeó haciéndome volver a la realidad, entré a casa. Abrí la puerta principal y pegué mi cabeza a ella, cerré los ojos un momento en forma de frustración.
—¿Que hacías allá afuera, señorita?
Solté un respingo y me encontré con...
¡Por un demonio! ¿¡Que mierda hacia Sabrina en mi casa!?
—¿Qué haces tú aquí, aborto de ratón?
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Bajo la misma tormenta [✔]
RomanceAbandonada, maltratada, cansada de la vida y los demonios sobrevivientes de su pasado, Jade es una chica encerrada en su propia burbuja, en su propio mundo. Adrián es todo lo contrario, popular en la secundaria, guapo y una sonrisa encantadora. ¿Qu...