Hace mucho tiempo, cuando Wei Ying apenas murió, deambulando sin rumbo fijo, una noche estrellada y solitaria, el fantasma notó la presencia de un solitario demonio con semblante triste sosteniendo una sombrilla de color rojo admirando el firmamento de la noche.
Honestamente, Wei Wuxian no conocía lo que significaba miedo, así que a pesar de la gran energía demoníaca tan densa que podía sentir, se posicionó al lado del hombre, quien ignoró sin problema alguno al más bajo.
—Están lindas las estrellas el día de hoy, ¿No te parece? —cuestionó sonriendo levemente, atraído por el semblante del demonio, le recordaba un poco al suyo propio, y si bien, cada dolor se sufre de distinta manera dependiendo de la persona, Wei Ying sentía una gran necesidad por ayudar a quien pudiera, de manera inconsciente.
Hua Cheng no respondió a su pregunta, incluso parecía irritado con el simple hecho de haber escuchado la voz del hombre a su lado, quien no se inmutó por dicha reacción. Al final, estaba acostumbrado al desprecio ajeno.
Wei Wuxian parecía una persona muy molesta para el de rojo, que prefería la soledad para poder torturarse con recuerdos de hace mucho tiempo cuando perdió a la persona que más había amado en todo el mundo, y, honestamente, a la única que amaría por toda su miserable existencia.
—¿No tienes mejores cosas que hacer que quedarte ahí parado como imbécil? —pidió saber con evidente enfado.
—No, no tengo nada mejor que hacer más que darme cuenta de lo divertido que puede llegar a ser molestar a un desconocido sujeto terrorífico a media noche —jugó sonriéndole a Hua Cheng con picardía. Wei Ying podría ser todo menos discreto, y siempre disfrutaba de hacer rabiar a la gente, así como disfrutó de hacerlo con el mayor—, ¿Me permites saber tu nombre?
—Soy Hua Cheng, también conocido como Lluvia carmesí que busca una flor, Rey fantasma, considerado un demonio calamidad, así que por obvias razones, pertenezco a las cuatro calamidades, quienes los peores y más peligrosos fantasmas que existen en este asqueroso mundo—sonrió altanero, deseando que su sobrenombre pudiera intimidar al fantasma a su lado, sin embargo, este reaccionó totalmente diferente a como lo pensó.
—¡Oh, gracias por permitirme saber tan majestuoso nombre, señor Lluvia carmesí, Rey fantasma calamidad! —hizo una reverencia exagerada, intentando no reír—, mi nombre es Wei Wuxian, Patriarca Yiling a tus órdenes.
Hua Cheng rodó los ojos y desinteresadamente quiso retirarse a su vivienda.
—¡Ah! ¡Espera, espera! ¿Por qué te vas así? —le siguió insistentemente.
—Lárgate a otro lado —exigió, más Wei Ying hizo todo lo contrario y lo siguió hasta sus territorios.
Al final, Hua Cheng le dio la oportunidad de hospedarse por un tiempo en su mansión, y Wei Wuxian logró hacerse un poco más cercano al demonio de rojo con su insistente presencia y su forma de ser tan parlanchina.
La única razón por la que Hua Cheng había admitido al demonio, se resumía en que por breves segundos, podía olvidar la silueta ensangrentada del Dios que se juró proteger y cuidar, y a quien fallidamente, vio morir sin poder hacer siquiera algo por Su Alteza.
Por otro lado, Wei Wuxian podía aparentar ser un fantasma revoltoso y ruidoso, lleno de energía y bromista hasta la médula, no obstante, el simple hecho de ser un alma estancada en ese mundo, sin poder reencarnar, ciertamente hablaba de que había algo que lo atormentaba. Quizá venganza. Quizá una meta que jamás cumplió, pero Hua Cheng nunca preguntó y eso Wei Wuxian lo agradecía. Para suerte del demonio, el fantasma de baja categoría tampoco cuestionaba aspectos de su pasado y no preguntaba nada acerca de todo material sobre un único Dios dentro de Mansión paraíso que adornaba el mismo lugar. Desde pinturas y estatuillas, hasta libros y versos.
Poco tiempo después de que Wei Wuxian había empezado a vivir en ese lugar, el Monte TongLu se abrió.
Ese lugar provocó que, extrañamente el fantasma y el demonio calamidad terminaran adentrándose en una relación de parejas debido a que con la fiebre que les dio a causa del monte, actos desvergonzados se dio entre ellos.
A decir verdad, aquella situación fue muy borrosa para los dos. Wei Wuxian había estado molestando a Hua Cheng, cuando su cuerpo empezó a arder y su cabeza daba vueltas como si se encontrara ebrio. Hua Cheng se encontraba en situaciones similares, ambos perdieron la cordura y arrancaron ropas de sus cuerpos, mordieron, arañaron y besaron a su contrario, pero no eran totalmente conscientes de eso.
Cuando la fiebre pasó, y el monte se cerró, ambos podían recordar fragmentos de ese momento donde el demonio tomaba a Wei Ying con fiereza y rudeza. Al final, Wei Wuxian no podía decir que le había desagradado y por ende, por siglos, mantuvieron esa dinámica de pareja.
Incluso si no sabían nada del pasado del contrario, ambos podían hacer algunas conjeturas con acciones u objetos de sus pertenencias.
Por ejemplo, Wei Ying sabía que probablemente el Dios que complació a los Dioses había sido sumamente importante en la vida de Hua Cheng, por todo el contenido del mismo en la mansión de este. Por su parte, el Rey fantasma sabía que Wei Ying tuvo varias personas importantes, o por lo menos dos. Al menor le fascinaba hacer dibujos de una hermosa mujer de cabellos lacios y ojos alegres utilizando prendas púrpuras. Alguna vez escuchó murmurar a su pareja la palabra "shijie", por lo que suponía quién fue.
También dibujaba la silueta de un hombre de ojos claros portando una cinta en su frente, con aspecto sublime y discreto. Su mirada siempre era sumamente seria y sus ropas blancas le daban la sensación de que se encontraba en un funeral. Irónicamente lo mismo que pensaba Wei Ying cuando se fijaba en las ropas que utilizaba Lan Zhan cuando estaba vivo.
Esto es un experimento... Así que si alguien llega a leer este coso, espero que les guste JAJA hay HuaWei pero al final el HuaWei no puede gustarme más que el Wangxian y Hualian TwT
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Existir por existir
FanfictionHonestamente, Hua Cheng no deseaba vivir, ni tampoco seguir muerto, estancado en un mundo que no podía abandonar de ninguna manera. Siquiera podía destruirse a sí mismo con sus cenizas porque ciertamente no tenía idea de dónde podrían estar. La úni...