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Sui.

Había luna llena aquella noche, kimono azulado teniendo dibujado en varios lugares aquellas flores blancas siendo acompañadas por el brillo de las estrellas, encajando muy bien con el baile hacia la luna llena. Había luna llena esa noche, las verdaderas estrellas siendo testigos de los movimientos de la muchacha. Luna llena esa noche, y no había más acompañantes de tal espectáculo. Ella amaba bailar y cantarle a la luna, más si había luna llena, y gracias a la suerte, había luna llena esa noche cuando unos ojos fríos y encantadores se asomaban para ver, la piel de la criatura brillaba debido a su palidez natural, parecía una joya plateada junto con su cabello de igual forma. Ante la vista de la joven no fue desapercibido la presencia del demonio que siempre la espiaba. Pero ella en vez de huir, se quedo donde estaba, sonriendo brillantemente mientras estiraba su mano para que él pudiera acercarse. Y así fue.

Él se había acercado como tanto ella quiso desde un principio.

Ella estaba feliz de que su amado se había acercado, y ahora tocado. Ambas manos entrelazadas, ese calor que ambos emanaban, la electricidad ocasionada de tan solo sentir ambas almas conectadas al fin. Solo basto una lágrima para que al fin él se acercará aún más con la intención de socorrerla, pensando que se había puesto triste o su presencia y toque ocasionaron algo negativo en su ser. Pero ella le demostró lo contrario, cuando él había tocado su mejilla con su mano desocupada, con la misma calidez, se apoyo en la misma tomando más de él en una bonita sonrisa.

El demonio estaba confundido y frustrado, no sabia que clase de señal le enviaba ella y como siempre, sentía que todo le salía mal. Pero nuevamente ella le demostró lo contrario, llevando una de sus manos a la pálida piel del contrario, y así estirándose hasta quedar a tan solo centímetros de su amado. Él es completamente inexpresivo a sus emociones, pero ella no necesitaba que le demostrara, podía verlo sorprendido a pesar de todo. Y estaba feliz de ser la única en ver lo que verdaderamente ocultaba detrás de ese escudo impenetrable para otros. Ver el frío rostro de la criatura, que otros temen, solo le causó ternura, lo amaba demasiado como para centrarse en sus imperfecciones, ya que amaba cada una se ellas. Solo podía ver su corazón. Y ella era la única también que podía llenarle de amor y bondad. Y con solo un beso, logro que las mejillas de la criatura tomaran color. Al igual que su mundo. El de ambos tomaba color cada vez que estaban juntos.

Cuanto tiempo había pasado desde que se conocieron, y aunque estaban confusos de sus sentimientos, ahora habían tomado camino y cada uno encontró su hogar, en el cuerpo y alma de cada uno. Ella sabia que esto no era para siempre. Pero atesoraría cada minuto, segundo, seria feliz cada día como si fuera el último. Porque sabia que pronto iba a desaparecer, o ella moriría antes. Eran de mundos totalmente diferentes, pero ambos encontraron color al acercarse.

Y al termino del beso, ambos pegaron su frente. No querían separarse nunca más.

— Hay luna llena... Sigue bailando, y cantando. — Dijo él. Pero ella seguía llorando. Estaba feliz, pero el recuerdo la envolvían de nuevo. Ahora podía comprender el verdadera significado de aquellas lágrimas.

— ¿Porque seguir haciéndolo? Si puedo disfrutar solo quedándome a tu lado.

Ella temía que él desapareciera. O que ella misma muriera. Se había prometido disfrutar cada minuto con él.

— Pero es algo que amas, disfrutas el hacerlo. No desperdicies tu vida por alguien como yo.

Y él se alejo, solo para sentarse y verla desde abajo. Su sonrisa había desaparecido mientras las lágrimas empapaban por completo el bello rostro de la muchacha. No. No podía hacer lo que tanto amaba, si no estaba su motor impulsivo. Pero aún así se incorporó en su lugar dando posición a un nuevo baile. Pero no pudo ni siquiera hacer un movimiento cuando ya no lo vio más, había desaparecido por completo.

— No, no, ¡Te dije que no! — Grito ella cuando se desplomo en el suelo. Había desaparecido.

La realidad nuevamente la golpeo esa noche de luna llena. Solo era una completa ilusión la que seguía. Lloraba desconsoladamente por solo aferrarse a esa ilusión de volverlo a ver. De volver a sentir su piel bajo sus pequeñas manos.

Pero nuevamente recibió fuerzas, limpio sus lágrimas y se levanto del suelo, moviendo su bello kimono azulado de orquídeas. Para así seguir bailándole a la luna mientras su melodiosa voz hacia eco en las montañas, llenando de calidez el mundo que por un tiempo había perdido su brillo. Los animales, las plantas, incluso las personas que rodeaban su montaña, se sentían bien por escucharla, llenando a cada corazón de amor y bondad. Y así funcionaba el mundo, siendo motivada por el amor y la bondad que le ocasiono una criatura imperfecta. El cual le hacia falta cada noche de su existencia. Pero lo que no sabia es que aquella criatura imperfecta, se volvió alguien perfecto que la admiraba desde los cielos. Un ángel que aprendió a amar siendo alguien imperfecto. Y ahora esperaría. Esperaría a su amada ungida, y vivirían hermosamente para siempre juntos como debía ser desde un principio. Desde el momento de su creación.

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⏰ Última actualización: Jun 24, 2021 ⏰

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