My Angel. JinChan (capítulo único)

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El ocaso caía pintando el cielo de unos tonos naranja y rosa para dar paso a un azul profundo, esta gama de colores caía sobre la escasa copa de los árboles de aquel triste parque.

El fresco viento golpeó el rostro de un chico que se encontraba sentado en el pasto, con las piernas extendidas apoyándose en sus brazos, y con la cabeza hacia atrás. Estaba disfrutando aquel momento de plena paz, el trinar de los pájaros llenaba sus oídos, las pequeñas hojas de los árboles de vez en cuando caían sobre su cabello, rostro y hombros, no se molestaba en quitarlas, de cierta forma le reconfortaba el roce de ellas. Sintió una oleada de frío cuando el viento volvió a soplar, se acomodó la bufanda intentando cubrirse un poco más.

El chico debatía en su mente, si regresar ya a casa o seguir un rato más ahí aunque le diera un resfriado. ¿Para qué volver? Su vida era un desastre, estaba cansado de eso, cansado de llegar a casa y escuchar las riñas de sus padres, el llanto de su madre, los golpes y gritos que su padre lanzaba y las palabras de desprecio de su hermana. ¿él tenía la culpa de aquello? Quizás sí, o eso pensaba él, quien diría que el error que cometió su madre, tendría que pagarlo él. El chico no tenía la culpa de haber nacido producto de una infidelidad.

- ¿Por qué tuve que nacer? - soltó al aire mientras intentaba retener unas lágrimas.

Llevaba horas sentado ahí, sobre el pasto y solo cambiaba de posición cuando sus piernas empezaban a doler. Sus manos empezaron a picar debido al pasto y el viento frío ya comenzaba a poner sus orejas y nariz de un tono rojizo. Tosió un poco al sentir ardor en la garganta, volvió a acomodar su bufanda y ajustó su suéter.

Un pequeño golpe en su pie lo alertó, levantó la vista dispuesto a reclamar enojado porque habían interrumpido ese momento de paz tan anhelado para él, pero guardo silencio cuando se dio cuenta que lo que había golpeado su pie no era más que un bastón y que, tenía dueño.

-Lo siento mucho.

Guardo silencio aun observando a aquel chico que permanecía delante de él. A pesar de que ya empezaba a entrar la noche, traía unas gafas oscuras y en sus manos sostenía un muy delgado bastón blanco.

Pasaron segundos para que se percatara de que el chico temblaba, quizás de frío, y sus labios se encontraban muy resecos.

- Por favor, ayúdeme.

Enseguida se levantó, se quitó su suéter, no le importó sentir su piel erizarse y cubrió con éste los hombros del chico de cabello negro.

- Gracias -Pronunció en susurro el chico pelinegro -Mi nombre es Gong Chan Shik, como se dará cuenta soy ciego, creí que podía salir un rato, no me di cuenta cuanto caminé como para terminar perdiendome.

Gong Chan se sonrojó al notar lo tonto que había sido al salir de su casa sin compañía. Esperó impaciente que la persona con la que había chocado le contestara. ¿Cómo sabía que era una persona si no podía verla? Simple, al estar incapacitado de la vista, había aprendido a desarrollar aun más sus otros sentidos, y ahora podía escuchar muy bien la respiración de aquella persona que estaba frente a él.

-Perdone que le moleste, tengo miedo, quiero regresar a casa - La voz de Gong Chan se quebró y comenzó a llorar.

El chico que se había mantenido en silencio todo este tiempo, le abrazó acariciándole el cabello.

-Tranquilo - Habló por fin con aquella voz ronca -Te llevaré a casa. Me llamo Jung Jin Young, puedes confiar en mí.

JinYoung le tomó de la mano para tranquilizarlo, el pelinegro asintió hipiando un poco.

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