Capítulo Único

2.6K 244 182
                                    

Hooni estaba muy inquieto hoy.

Y es que ¿Cómo lidiar con ese sentimiento de saber... que te gusta tu mejor amigo?

Era algo tan nuevo, tortuoso, pero... le hacía sentir feliz. Sin duda alguna, Soorim era la única persona que tenía la habilidad de hacerle olvidar todas las cosas malas que le quitaban las ganas de vivir cuando estaba presente.

Simplemente sucedió. Se dio cuenta de que cada vez necesitaba más su atención, sentir su tacto, ser testigo de sus sonrisas, estar presente en todos los momentos de su vida posibles. Era feliz con solo estar a su lado ¿Cuánto más cuando ese chico angelical le ayudaba?

Pero le agobiaba, le aterraba tener estos sentimientos a su vez. Porque... sabía bien que nunca sería correspondido, y por esa razón, Soorim jamás debía saberlo. Lo mataría que Soorim no solo no correspondiese sus sentimientos, si no que lo rechazara y se asqueara de él, alejándose para siempre.

Comparado con Soorim... él era tan poca cosa, tan pequeño e insignificante. Tan patético, pero a su vez, Soorim era su motivación en la vida para trabajar en sí mismo, mejorarse. Había decidido ya no cortarse, y lo estaba logrando bastante bien, tenía altibajos en los que temblaba desesperado por cortarse durante las noches de insomnio, pero hasta ahora, habia mantenido una voluntad de hierro para no hacerlo.

Ya no quería seguir hiriéndose, ni mucho menos que Soorim viera esas heridas, esas grietas tan horribles en su ser. Quería al menos poder pararse orgulloso a su lado sin temor. Sí, debía convertirse en un hombre hecho y derecho si de verdad quería reunir el valor para manifestar sus sentimientos, fuera con Soorim o con quien sea.

Porque ¿Qué caso tenía que pretendiera querer a Soorim si no podía quererse a sí mismo? ¡Jamás podría hacerlo genuinamente feliz mientras las cosas fueran así!

Hoy era otra de esas mañanas reflexivas y cargadas de positivismo de Hooni. Últimamente eran más frecuentes. ¿Efecto, quizá, del enamoramiento?

Como fuera, canturreó alegremente mientras salía del apartamento. Por esta vez, quiso permitirse el lujo de comprarse algo por mero placer, ya que contaba con el pequeño presupuesto para hacerlo, asi que fue a una tienda de conveniencia, de bastante buen humor.

"Quisiera un refresco... ¡No, dos!"-sonrió con ilusión, caminando entre los pasillos. Una lata de refresco en particular le llamó la atención. Sabor a uva, sonaba delicioso, así que decidió tomar dos latas y fue a la caja para pagarlos. En la caja, se encontraba un hombre de aspecto arapiento pagando sus artículos y tuvo que esperar. Cuando finalmente se fue, se acercó y pagó por los dos refrescos, satisfecho.

-¡Gracias, vuelva pronto!-dijo el chico del cajero mientras Hooni salía con la bolsa de compra en manos, estaba tan sumido en su buen humor en general, que no se percató de que el mismo hombre de momentos antes, se encontraba caminando de un lado a otro en la acera. Hablaba por teléfono.

-¿De verdad? Ya quiero verte~ espero que estés preparand-- ¡Oye, fíjate por dónde caminas!

-¡Ah... l-lo siento mucho!-dijo avergonzado, alzando rápidamente la bolsa de compra de aquel hombre para entregársela. El hombre se la arrebató de las manos, mirándolo con hastío.

-Mocoso...-masculló, apretando la dentadura para dejarlo ahí tirado.

Hooni no quiso dejar que eso arruinara su día, asi que tomó su bolsa también y regresó a casa.

[...]

Mientras subía las escaleras, notó un sonido de golpes no muy lejos. Ah, era Soorim, quien estaba frente a su puerta. Venia a verlo.

Mi más preciado secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora