Wei Wuxian a pesar de ser una persona sumamente desvergonzada e indiscreta, muchas veces adoraba que Hua Cheng fuese un fantasma millonario con una Mansión a su disposición completa y sin nadie que lo pudiera molestar, ya que así podía darse el lujo de aprovechar para seducir al Rey fantasma donde fuera y a la hora que fuese. Desde cuartos hasta la cocina, patio trasero entre otros lugares. Incluso en el suelo de los pasillos si no aguantaban las ganas de tocarse.
Cuando vivía, probablemente habría deseado vivir una vida similar a la que llevaba en ese momento, con grandes lujos y sin la necesidad de preocuparse por nada. No había reglas, no tenía qué estudiar o entrenar, nadie lo regañaba y tampoco debía de preocuparse por el sustento diario.
Era cómodo, pero muchas veces, también aburrido.
Hua Cheng a comparación de Wei Ying, no contaba con tanto tiempo libre. Había días en los que como Rey demonio calamidad, le llegaban pedidos y favores de humanos retorcidos y otros fantasmas y demonios, además, le gustaba estar informado, así que también aprovechaba el tiempo para recopilar información importante sobre Dioses y demonios nuevos, incluso también acerca de los asuntos mundanos más importantes. Afortunadamente contaba con sus mariposas plateadas que le aligeraban cualquier trabajo sin mucho esfuerzo.
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Wei Wuxian tocaba su flauta de bambú hecha por sí mismo con tranquilidad. A veces le gustaba recordar su pasado mediante la melodía que emitía su instrumento, además, había cierta canción que le producía un sentimiento de nostalgia interminable.
No sabía el nombre de esa canción, mucho menos quién la había compuesto, pero podía recordar claramente cada nota que debía emitir para recrear esa tonada.
Inconscientemente ojos dorados venían a su mente por breves segundos con aquella canción. La sensación de cansancio y hambre se presentaba, y de hecho, cada vez que la tocaba terminaba por comer aperitivos hasta saciarse completamente.
—Estoy aquí —anunció su novio poco rato después, con semblante serio y amargado.
Wei Wuxian se levantó de su asiento hasta situarse frente a Hua Cheng y así ambos compartieron un ósculo efímero.
—¿Qué te pidieron esta ocasión? —preguntó curioso admirando a su contrario tomar un libro al azar del estante en su habitación.
—Lo mismo de siempre, un hombre de negocios pidió que matara a la competencia.
A pesar de que Wei Wuxian en vida mató a centenar de gente, no podía acostumbrarse a escuchar ese tipo de cosas provenir de su pareja, más solo asintió con la cabeza desviando la mirada. No era por Hua Cheng, sino por los humanos envidiosos y arrogantes, egoístas y altaneros. No podía creer que alguna vez fue de esa manera.
—¿Fueron muchos negocios?
—No, solo unos cuantos —respondió leyendo un poema en el libro que tomó.
El menor por su parte, se puso de puntitas y colocó su barbilla sobre el hombro de su novio, leyendo por milésima vez lo mismo que su contrario.
—Me pregunto por qué lees lo mismo una y otra vez —admitió deslizándose hasta volver a posicionarse frente a Hua Cheng, para posteriormente meterse entre los brazos de este en busca de su atención.
—Una vez que algo me gusta, jamás dejará de hacerlo, ya lo sabes —respondió sonriendo con intenciones traviesas en cuanto Wei Ying mordió un botón en su prenda superior.
Para evitar cualquier desperfecto en su libro, rápidamente lo dejó en su lugar y en cambio tomó la cadera del más bajo, atacando a su vez sus carnosos labios. Wei Wuxian por su parte gimió por entre el beso salvaje, sonriendo con complacencia al obtener lo que deseaba. Llevó sus traviesas manos alrededor del cuello del Rey fantasma intensificando así su ósculo. Ambos mordían y chupaban sus labios con ímpetu.
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Existir por existir
FanficHonestamente, Hua Cheng no deseaba vivir, ni tampoco seguir muerto, estancado en un mundo que no podía abandonar de ninguna manera. Siquiera podía destruirse a sí mismo con sus cenizas porque ciertamente no tenía idea de dónde podrían estar. La úni...