Capítulo 16: Asedio

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Las llamas incandescentes se extinguían con premura por el terreno. Las cenizas alcanzaban todo a su paso y el olor a cabello quemado perpetraba en su sentido olfativo. Sus ojos perla representativos de su clan recorrían el perímetro en busca de los perpetuadores de tal acto. Era evidente que no estarían, pero lo establecido era buscar si había algo extraño.

El resto de su escuadrón evaluaban los restos de aquella pequeña aldea, sin obtener nada. Todo estaba calcinado. Apretó la mandíbula. Era la tercera aldea que encontraban en ese estado. Su misión era encontrar a los causantes de tal acto y acabar con él. O si fuera la circunstancia con ellos. Había un declive económico ya que las aldeas afectadas realizaban materias primas para las aldeas. Por lo cual la prioridad de varias aldeas era encontrar a los responsables. Kakashi los había mandado a ellos, ya que era algo que debía resolverse de inmediato. Cuestión por la cual le frustraba no encontrar indicio alguno. Ningún sobreviviente.

Un movimiento y giró la cabeza con cierta brusquedad. A un kilómetro, solo había bastado un segundo para detectar esa leve alteración. Sin esperar una respiración corrió a esa dirección, enfocando más su atención y detectando algo. Sus compañeros lo siguieron sin preguntar nada al respecto y pronto eran un manchón invisible por su velocidad.

Neji aterrizó y acertó un golpe certero en el suelo, hundiendo su mano. Apretó los dientes, su Jūken entro en contacto con la piel. Un quejido. Una sustancia resbaladiza expandiéndose en la ropa ajena. Una vez que aseguró su agarre lo trajo a la superficie. Hombre de mediana edad con un gesto de dolor, el hombro imposibilitado.

Cuando su rostro se hizo visible un golpe en su pecho se acometió, repercutió hasta en sus orejas le atrajo un recuerdo iracundo. Lo había visto. Usuario de doton, aquel que sujetó a Tenten de su tobillo y la arrastró a su muerte.

Apretó con fuerza sus dientes y la sangre comenzó a hervir bajo su piel cuando lo vio sonreír, mostrando unos dientes amarillos, al reconocerlo. Lo sujetó con fuerza del cuello, realizó una llave estrellando su rostro en el suelo y llevando sus brazos tras la espalda, escuchando algo crujir. Sin darse cuenta su rostro se transfiguró dejando entrever el gesto más aterrador que brotó de sus instintos más primitivos. Vinculó a ese hombre con aquel fatídico evento y su interior ardía en respuesta. Sufrimiento, añoranza y los hubiera volvieron a su cabeza.

― ¿Quién te envió? ― escupió con ferocidad y vio los ojos oscuros silenciosos. ― ¿Qué es lo que buscan? ― Apretó sus manos tan fuertes en los brazos del hombre que estaba lleno de polvo que su pulso temblaba.

Pretendía por todos los medios controlar sus acciones y que se mantuviera en la misma frecuencia de sus pensamientos. Frenarse, dominarse para no hacer algo que lamentaría. El matar y deshacerse de ninjas era algo que ya estaba en su organismo. Todo su ser le pedía deshacerse de ese bastardo, de el causante de todo esto, de aquel que le arrebató a... Su byakugan visualizaba su red de chakra mientras su respiración se agitaba.

Una mano se posicionó en su hombro llamó su atención y desvió la mirada un instante. Era Udo, uno de su equipo ANBU.

Sus miradas se cruzaron y Neji recordó en ese momento respirar, desactivó lentamente su byakugan y entendió la mirada de su compañero. Ese ninja no iba a soltar palabra alguna de todo esto. Lo mejor era entregarlo al cuartel de interrogación de Konoha. Su labor era matar a los causantes de todo esto, pero si podían obtener información de por que realizaban esto y que es lo que buscaban, facilitaría su trabajo en cuestión de ahorrar una persecución absurda.

Y redujo sin pensar la presión en la camisa del ninja contrario. Una ligera apertura que fue suficiente. El ninja fue absorbido por la tierra y desapareció. Los tres ANBU abrieron los ojos unos segundos ante semejante descuido y más de su líder de escuadrón, que jamás dejaba pasar nada.

Gazes to the soul [Nejiten]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora