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- ¿Por qué tenías que nacer?

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- ¿Por qué tenías que nacer? ... - Se quejaba un hombre añfa mirando mal a un niño, igualmente alfa - No eres más que un estorbo... Muérete... - Lanzó una lata de cerveza a la cabeza del cachorro.

El niño no hacía nada, era bastante pequeño y débil. Se mantenía sentado en el piso, esperando el regreso de su madre, mientras que tenía que soportar los maltratos de su padre, la puerta fue abierta, y el pequeño alfa alzó la mirada, viendo a la amada mujer de su vida cruzar la puerta. Lucía desgastada, débil, sucia, el maltrato dobló su edad, pero para los ojos del pequeño, ella era la omega más hermosa del mundo entero, se levantó rápido a ayudarla.

- Hola, Moonie. - Sonrió la mujer, acariciando la cabeza del menor, viendo como este tomaba el sacó de compras y lo cargaba hasta una parte de la posilga en la que vivían.

El hombre alfa, la fulminó con la mirada y se levantó, acercándose a ella de manera amenazante, ella trató de mantenerse firme.

- ¿Qué fue lo que trajiste?

El pequeño alfa, sacaba las cosas del saco, ordenándolas, dejando cada cosa en su lugar.

- Comida, medicina para MoonJo... y... algo de ropa...

Un fuerte sonido se escuchó, y el niño volteó su mirada, viendo a su madre en el piso.

- Maldita... ¿Gastate el dinero en medicina y ropa? Sabiendo lo caro que es todo eso.

- ... Si no lo hacía... Moonie empeoraría más... Está muy enfermo...

- ¿Y? Déjalo que muera y ya... No nos sirve, es solo un peso más para ambos... ¿No entiendes? - Volvió a alzar su mano pero esta vez el impacto no llegó a la omega.

La mujer se alteró al ver caer al niño al piso por la bofetada del mayor y se lanzó a cargarlo y apegarlo a ella, brindándole protección y cariño.

- Está bien, cariño.... - La mujer trataba de consolar al menor quien sólo soltaba sollozos y lágrimitas. Besó cálidamente su cabeza - Ya, cariñito, no llores...

Hace tres años que había nacido el pequeño alfa, a quien llamaron MoonJo. Su padre y su madre tenían una vida estable, hasta que el alfa comenzó a drogarse y beber, llevándolos a la quiebra y al maltrato de las personas que vivían con él.

- Escucha mocoso... - Volvió a lanzarle una lata en la cabeza - Las omegas sólo sirven para satisfacer a los alfas... Me entenderás cuando crezcas - El niño trataba de ignorarlo -. Su único derecho es pertenecerle a nosotros, obedecer nuestras ordenes y darnos cachorros. Cuando tengas a una omega, no dejes que ningún otro alfa se le acerque... Debes marcarla quiera o no... Al final ese es su destino... ¿Oíste?

- ¿Una omega? - El niño se volteó a mirar a su padre - ¿Y los omegas macho?

- Son una vergüenza.... Hombres débiles... Inútiles.... ¿No querrás salir con alguien que comparta lo mismo que tú entre las piernas o si?

Tragedia AgridulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora