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“La sensación de vacío no era algo nuevo para él, la soledad en la que se encontraba tampoco era algo nuevo para él.
Solo necesitaba ser guiado.”

Sígueme, yo seré tu luz y tu camino...
— Pero... Pero y si esto no funciona.

Mi mano temblorosa aún dudaba en sostener la contraria.
Ella sonrió, y su sonrisa era sin duda la más hermosa que había conocido.
Con toda la calma del mundo me responde.

— Entonces yo haré todo lo posible para que esto funcione.

Su voz era cálida, amable y libre de mentiras, transmitía cierta confianza, confianza que jamás había sentido.
Fue en ese mismo instante en el que sostuve su mano, su cálida piel quemaba el frío en mis manos, fue la primera vez en la que tuve miedo, y en mi mente solo se repetía una frase como un mantra.

“ Si muero, que sea incinerado por las llamas de su piel”

Nuestras miradas chocaron y pude sentir esa conexión de inmediato, fue un momento efímero, pero aún así fue lo suficiente para saber que era él.

— Lo prometo.

Susurró aquel ángel, que aguardaba aún sosteniendo mi mano.

❀᯾❀᯾❀᯾❀᯾❀᯾❀᯾❀᯾❀᯾❀᯾❀᯾❀᯾❀᯾

— Fueron muchas palabras bonitas, ¿No crees? También fueron muchos momentos divertidos...

Su mandíbula tiraba de la impotencia, su respiración yacía entrecortada, su corazón hecho añicos latiendo lentamente.
A los presentes les estaba dando miedo el comportamiento de aquel chico.

— ¡DIJISTE QUE ERA UNA PROMESA!

Grito fuertemente asustando a los más pequeños.
Sabía que no le escucharía por más que le gritara, cerró sus ojos fuertemente, se dió la vuelta y salió corriendo de aquel lugar.
No quería aceptar aquella realidad, se había dirigido hacia su casa, con la esperanza de que aquella persona no podría ser ella.

« Llegaré y hay estará ella, recibiendo me entre besos y abrazos, si, si, esa persona que ví no era ella. »

Se dijo así mismo, sin embargo sus pensamientos se desvanecieron al llegar a la casa y encontrarla apagada.
Entro sigilosamente, tratando de no hacer ruido.

« Seguramente está durmiendo, si, seguramente es eso »

Pensó, mientras en su rostro se pintaba una sonrisa amarga.
El chico se quería aferrar a aquella mentira, con mucho cuidado abrió la puerta de la habitación, solo para darse cuenta que la realidad era esa.

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— ¿Por qué me salvaste?

Pregunte, mi voz salió temblorosa, tenía miedo de incomodarla.

— Porque aún tienes mucho que vivir, Ray.

Me respondió tan amablemente como siempre, sus rizos se movían al son del viento.

— ¿Si?

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