Entre la Espada y la Pared

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AMELIA

Esto... esto no es normal de él...

Mis fuerzas apenas me permitían sostenerme en píe. No sentía mi brazo izquierdo y mi frente esta muy caliente, estaba casi derrumbada pero Vlad no demostraba ni un solo rastro de cansancio. Me incorporé nuevamente y puse en Dios mi fuerza y mi confianza, el miedo me tenía atrapada por todas partes pero no le iba a dejar que abrumara mi corazón. Iba a darlo todo aunque me costara la vida.

Un silencio se produjo cuando caí de espaldas por el dolor. Jadeaba continuamente intentando llenar mis pulmones de aire y no de sangre. Vlad no respondió con ataque, simplemente se quedó ahí parado, riendose de mi debilidad. Sabía que no estaba en mi mejor manera para levantarme de nuevo y mucho menos para ganarle.

2 Corintios 12:10

"Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte."

No me iba a dar por vencida fácilmente, tenía todas las probabilidades en mi contra pero es allí donde Dios obra. 

Aun no sé como pude hacerlo, pero me levanté y me puse en posición sin caerme. Vlad respondió ante mi decisión con un ataque frontal de fuerza, lo esquivé por los pelos y blandí mi espada de forma defensiva. Acribilló su espada clavándola en el suelo y enfurecido envainó su daga. 

La daga es un arma diseñada para  matar por la espalda...

Para eso necesitaba acercarse, y no permitiría darle la espalda de nuevo...

Ya empezaba a sentir como mis moretones iban desapareciendo poco a poco, tenía que ganar tiempo si quería recuperarme por completo pero Vlad inesperadamente lanzó la daga tan rápido que no pude esquibarla. Había penetrado en mi cadera por la parte derecha y estaba segura que había traspasado la espina iliaca. Lo comprendí al momento, Vlad no quería darme al corazón para caer de un solo golpe, sino que quería dejarme inmovil para asi darme una tortura más lenta y eficaz.

Ahora sí que no podía ni sentir la piernas, intentaba mover mis manos para alcanzar mi espada pero Vlad se había encargado que no fuera así. Cogió mi espada y la lanzó a la calle desde el edificio. No podía volar porque estaba en el tiempo de gracia. 

Respiré hondo y traté de mantenerme firme.

-¡¿Aún sigues decidida?!¿No preferirías aceptar tu derrota y morir de una forma un poco más digna?- espetó mordazmente.

-Para mi el vivir es Cristo, y morir es ganancia.

-¿Enserio?-preguntó burlescamente- Pues creo que te concederé el deseo Amelia. 

Levantó su ensangrentada daga en mi dirección y yo solo cerré los ojos esperando el final. De pronto, oí el chispeo de una espada y un grito de dolor pero no por parte mía. Abrí mis ojos y ví a Vlad con la mano en la cabeza, estaba sangrando. Había una daga blanca clavada en tierra y mis ojos se tornaron de sorpresa al ver a Austin en el otro punto del edificio.

-¡Infame!..-susurró Vlad gruñiendo de dolor. La sangre que brotaba de su herida no era roja, sino negra. Ya había formado un buen charco en el piso cuando sacó rapidamente su espada que había dejado clavada a su lado y arremetió contra Austin, ambos estaban peleando y mi herida ya estaba casi desaparecida.

Necesito mi espada...

-¡Amelia!¡Toma la daga!-gritó Austin mientras bloqueaba a Vlad.

Pero cómo supo leerme la mente...

No tenía tiempo para ponerme a pensar, simplemente me levanté y saqué la daga blanca del piso.

Ángel Guardián [CRISTIANA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora