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Ambos capitanes yacían en el medio de la plaza de la capital, sin grimorios, sin poder usar magia y con dos fuertes chichones en la cabeza de cada uno.

Todo el mundo los observaba con risitas burlonas y los dos hombres trataban de verse intimidantes fulminando a todos con la mirada y gruñendo entre dientes.

Aquello no era nada nuevo para las personas de la capital, la de rizos era muy famosa tanto por su apellido como por su gran corazón, era respetada por cada uno de los habitantes que se detenían y la saludaban con un gesto de manos y sonrisas bastante amigables.

Asta veía incrédulo como aquella mujer con solo levantar el dedo hizo que ambos capitanes se resignaran a ser regañados escuchando su sermón de todos los años.

- Ambos son capitanes de un escuadrón de caballeros mágicos, debería darles vergüenza poner en peligro a las personas que tienen como trabajo proteger.- regañó caminando frente a ellos de una esquina a otra de brazos cruzados mientras encoge la nariz.- ¿Para qué se convirtieron en caballeros mágicos para proteger el reino o para destruirlo?.- cuestionó una vez se detuvo en frente de ellos todavía con los brazos cruzados.

- Mocosa, ya es suficiente. Desátanos.- ordenó con su respectivo semblante aburrido.

La chica soltó un quejido porque de nuevo había sido ignorada.

- ¿Acaso me has escuchado?.- preguntó incrédula con sus claros ojos levemente abiertos.

El azabache soltó un suspiro pesado.

Bien, hora de sacar las cartas.- pensó divertido mientras le indicaba a la fémina que se acercara con un gesto de la cabeza.

Ya la mayoría de los espectadores se habían retirado a seguir disfrutando de la feria.

La chica lo miró desconfiada, sin embargo se encogió de hombros y se acercó al azabache mientras un hombre con sonrisa psicópata los miraba divertido justo a lado de ellos.

Cuando la chica estuvo un poco cerca, el azabache agarró su muñeca y la pegó a él, colocó un mechón rebelde detrás de su oreja y le susurró con un tono bastante ronco y seductor.

- No me importaría estar atado si estuvieras encima de mí.- su voz fue el detonante de un sobresalto en la chica quien se sonrojó violentamente por la cercanía y por el atrevido comentario.

Inconscientemente desactivó el hechizo de restricción y se separó rápidamente del azabache, bastante acalorada.

- ¡¿Q-que cosas dices, mastodonte idiota?!.- exclamó nerviosa con las mejillas coloradas recibiendo una carcajada burlona por parte del azabache.

Yami se incorporó mientras se sacudía toda suciedad de sus pantalones marrones mirando de reojo que su amigo no tan amigo se había marchado dejándolos solos.

- Ven...- sujetó su muñeca izquierda mientras le hacía seguirlo con una sonrisa divertida.-...iremos a tomar unos buenos tragos antes de que anuncien a mi orden de último y a la tuya de primero, como siempre.- bufó nada dolido por ello, ya no le importaba mucho que digamos.- Aunque los mocosos no lo han hecho nada mal últimamente.- murmuró audible para Christine quien asintió de acuerdo con el mayor

La chica tenía la corazonada de que ese año todo sería diferente, la llegada de dos caballeros novatos, habían cambiado a todas las órdenes, a un reino arrogante y a los capitanes, incluso cambiaría al frío corazón de un dolido elfo.

La chica tenía la corazonada de que ese año todo sería diferente, la llegada de dos caballeros novatos, habían cambiado a todas las órdenes, a un reino arrogante y a los capitanes, incluso cambiaría al frío corazón de un dolido elfo

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- ¡Segunda orden con más estrellas ganadas!.- exclamó Julius buscando a Asta entre la multitud con una sonrisa orgullosa.- ¡Los Toros Negros!.

A la misma vez dos adultos que se encontraban bebiendo cerveza barata tranquilamente, escupieron todo el líquido a las personas delante de ellos mientras se preguntaban si habían escuchado mal.

Las personas que antes de saber el ganador estaban formando teorías de que sería o los Leones Carmesí o las Águilas Plateadas, soltaron una exclamación con incredulidad bastante alta.

- Tiene que ser un error, los Toros Negros todos están dementes y son caballeros de menor rango.- se escuchó el comentario entre la multitud mientras la mayoría de personas concordaban con este.

Ambos adultos se incorporaron y se acercaron al centro de la multitud donde se encontraba Asta.

- ¡¿Escuchó Yami Danchou?!.- cuestionó con emoción en un grito bastante alto que por lo general irritaría en demasía al azabache pero sin embargo recibió una sonrisa socarrona por su parte.

- Tú eres el que más se esforzó, superaste tus límites, mocoso.- aceptó orgulloso mientras lo levantaba en peso.- Así que moveremos tu enano trasero sin magia hasta allí arriba.- exclamó y lo lanzó con bastante fuerza hacia la tarima donde se encontraba Yuno con una sonrisa de lado y todos los capitanes menos Yami, el pequeñín soltó unos gritos hasta que sacó su espada de su grimorio encajandola en el suelo deteniéndose.

- ¡Podía haber muerto!.- chilló mientras se recostaba en su espada tratando de normalizar su respiración.

Minutos después un comentario sobresalió del bullicio e hizo que el ambiente se tensara y que a una fémina de rizos le vinieran instintos asesinos.

- ¡Fuja! ¡Esos dos son solo plebeyos!.- exclamó en un grito bastante fastidioso para los que admiraban a Asta.- ¡Y vienen de la aldea de Hage! ¡¿Pueden creerlo, fuja?!.- cuestionó mientras exageraba sus gestos con las manos.

La chica iba a saltar hacia el inservible chico -según ella y muchos más- para darle su merecido, sin embargo, el azabache a su lado la hizo detenerse.

- Los mocosos pueden defenderse solos.- afirmó Yami con seguridad en su voz mientras la apretaba contra él.

Efectivamente los novatos le cerraron la boca a todos los que dudaban, demostrando sus poderes y habilidades.

La fémina sonrió orgullosa por ambos adolescentes, mientras observaba embelesada la leve sonrisa burlona que mantenía su amigo usuario de magia de viento al mirar a Asta quejarse por la fuerza de su ataque

- Se merecen eso y mucho más.- susurró para sí misma, sin embargo fue escuchada por el mayor a su lado quien la miró curioso mientras entrecerraba los ojos.

Opuestos por Naturaleza || Yami SukehiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora