Advertencia: Este capítulo contiene escenas que pueden resultar inapropiadas para algunos lectores, se recomienda total discreción.
—Asqueroso.
Escuchó decirle acercándose a su oído, el dolor proveniente de su espalda se hizo más fuerte cuando las uñas de Erwin volvieron a clavarse nuevamente en él, las hileras de sangre comenzaron a deslizarse por su blanquecina piel al igual que lo hacían dos filas de amargas lágrimas de sus ojos.
Rápidamente trató de zafarse de sus brazos, golpearle su cabeza con sus puños, romperle el brazo con el que lo mantenía bajo su dominio, pero entonces sintió que la piel ajena alrededor de su cuerpo ardía tanto que le quemaba al tacto, no podía hacer más que esperar el momento preciso para huir. Golpearlo no serviría de nada, podría llegar a herirlo tanto hasta matarlo y todos lo culparían.
Conteniendo su fuerza trataba de deslizarse por debajo de sus brazos, pero entonces una humarada de feromonas se alzó sobre si para ahogarlo con cada bocanada que daba.
Fue inevitable que sus fuerzas para luchar se desvanecieran, y empezara a perder el conocimiento incapaz de poder respirar.
Y como si de un rayo se tratase, de una patada observó como Hange se adentraba en la habitación derribando la puerta, mientras se cubría la boca con un trapo atado alrededor de su cabeza.
Ambos alfas se observaron intimidantemente.
—Me estás obligando a hacer algo que realmente no quiero. —La mujer castaña se abalanzó sobre el cuerpo de Erwin, reprimiéndolo y conteniéndolo para que parara de lastimar al azabache. Procurando que lo soltara, logró abrir un espacio que separaba sus cuerpos por el cual Levi se escabulló para escapar. —Deberías de aprender a controlar tu fuerza, al fin que despertaste podemos...
Y algo sumamente inesperado ocurrió.
Estando Levi en el suelo, recostado en el modesto tapete no pudo hacer nada para evitar que sus piernas se bañaran del cálido líquido que salió de la boca del propio Erwin, siendo víctima de cada arcada que dada mientras entre la confusión del momento trataba de asimilar que en realidad, estaba siendo vomitado sobre sus pantalones.
Lleno de rabia, sangrando, asqueado y mareado por las feromonas mezcladas en el aire, se colocó su ropa como pudo y rápidamente huyó de aquel lugar con nada más que su capa y caballo. Deseando llegar lo más pronto posible al castillo en donde su escuadrón se hospedaba temporalmente al tanto experimentaban con las misteriosas habilidades de Eren, mientras podían, temiendo siempre a la posibilidad de que se les adelantasen para retirarles el permiso de custodiarlo.
En el transcurso del camino, al estar a nada de salir del dichoso pueblo, se encontró con un grupo de señores ebrios que obstruían la ruta al haberse sentado en la mitad del paso. Antes de que pudiese pasar al frente suyo evadiéndolos, el más grande de todos ellos tomó las riendas de su caballo para que se detuviese.
—Vaya, no todos los días se ve al gran capitán Levi merodeando por esta zona. —Habló en un tono burlesco, recibiendo como respuesta las sonrisas maliciosas de sus amigos. —Tienes suerte hoy amigo, nuestro jefe lo observó estos días andar por el pueblo, quedó fascinado con su aroma. —Le dijo, palmeando la montadura del caballo, ignorando el repugnante aroma que emergía de sus pantalones y en cambio, sujetando con más fuerza las riendas.
—Nuestro jefe tiene un gran olfato, para distinguir de tanta porquería el olor característico de una puta en calor. Ven con nosotros y se te dará una buena recompensa, debes estar muerto de hambre con lo poco que te pagan. —Insistió otro señor un poco más bajo que el hombre anterior, las risas de sus compañeros no faltaron.
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Lazos Rotos | Erumin | Ereri | Omegaverse
Romance¿Qué es más doloroso que perder a un ser cuya alma pudiste haber protegido de las garras de la muerte? ¿Será acaso la culpabilidad que ejerces sobre ti mismo por su fallecimiento y por la cuál te sientes un completo inútil? ¿Sentirte una nada en un...