1º La invitación

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Frank no tenía amigos. Siempre había tenido problemas para socializar, gracias a la solitaria infancia que había tenido. Sus padres eran unos famosos directores y productores de cine, ganadores de numerosos e importantes premios: Linda y Anthony Iero. Una icónica pareja que a pesar de siempre estar en boca de todos poco se mencionaba sobre su vida privada. Todos ignoraban el hecho de que tenían un hijo de 17 años: Frank Anthony Iero.

Es cierto, solo algunos conocían sobre la existencia del hijo y los pocos que sabían la ignoraban puesto que él no era alguien importante como sus padres.

Linda y Anthony nunca mencionaban a su hijo para mantener el anonimato, proteger al niño de la ajetreada vida de la fama y el espectáculo. Por eso decidieron que Frank viviría una vida "normal". Compraron una gran casa en New Jersey, el lugar más aburrido del mundo, pensaba Frank, que era el lugar de nacimiento de su madre y se fueron a vivir ahí; claro que el único viviendo ahí era Frank. Linda y Anthony se la pasaban casi todo el tiempo de viaje debido a su trabajo y dejaban al niño solo.

Por esa razón, al entrar al colegio era incapaz de encajar con los otros niños. Siempre tan enérgicos y gritones. Cuando finalmente logró entender cómo el mundo funcionaba fuera de la mansión ya era demasiado tarde. Había crecido sin amigos. Por eso mismo se sorprendió cuando un chico de su clase llamado Brendon se acercó a él un día después después de clase.

—Hola Frank—saludó el chico.

—Hola Brandon—devolvió el saludo. Brandon era un chico popular quien únicamente le hablaba a Frank cuando quería algo como la tarea de matemáticas. Frank odiaba que hiciera eso y siempre se prometía a sí mismo que jamás volvería a suceder, pero una y otra vez terminaba cediendo.

—Se que no hablamos mucho—Comenzó a decir Brendon—pero me agradas y creo que podríamos llevarnos bien si lo intentamos.

—¿De veras lo piensas?—preguntó Frank tratando de disimular su asombro.

—Por supuesto—exclamó—es el ultimo año escolar, es la última oportunidad que tenemos para unirnos como grupo ¿no crees?—Frank asintió entusiasmado—Bueno, es por eso que quiero invitarte a una fiesta que haré el fin de semana, será en mi casa y todo el salón está invitado.

Frank miró sobre su hombro. Detrás de ellos un grupo de chicos, amigos de Brendon, los miraban expectantes pero con disimulo.

—¿qué dices amigo?—preguntó Brendon Sonriente.

—Claro, me encantaría ir—respondió.

—Genial—Brendon sacó de su bolsillo su celular—pásame tu número, te enviaré la dirección más tarde.

Así lo hicieron y Brendon se despidió animosamente de él, como si fueran amigos de toda la vida, y volvió con sus amigos que empezaron a reírse en cuanto este se les unió.

Frank trato de disimular la sonrisa que se había formado en su rostro. Lo habían invitado a una fiesta. Tal vez no era tarde para comenzar a hacer amigos.

****

Frank llegó a casa entusiasmado, al entrar dejó caer su mochila y después corrió hacia la cocina.

—¡Teodora!—gritó.

—Hoy tienes demasiada energía, Niño—dijo la mujer tras la estufa.

Teodora era el ama de llaves, su habitación estaba en el sótano y se dedicaba a hacer los quehaceres de la
mansión. Aunque su propósito era simplemente hacerse cargo de que todo estuviera en orden y tener la cena lista para el chico, Frank la consideraba como su otra madre y mejor amiga, después de todo era la única persona con la que convivía.

—Tengo excelentes noticias—exclamó el chico mientras metía el dedo dentro del tazón donde estaba la masa chocolatosa de un pastel.

La mujer le dio una palmada en la mano, Frank rió y se llevó el dedo a la boca saboreando el dulce.

—¿Qué sucede?

—Me invitaron a una fiesta el fin de semana.

—¿De verdad?—preguntó emocionada. Teodora al ser la figura materna que Frank, siempre lo Incitaba a ser más sociable y hacer amigos por lo que una fiesta era una gran noticia—¿Quién te invitó? Cuéntame todo mientras me ayudas a preparas la cena.

Así sucedió. Frank le contó sobre Brendon y los otros chicos mientras ayudaba a hornear el pastel y a picar unas verduras. Se suponía que esa no era tarea de Frank pero se sentía bien ayudar y luego cenar juntos mientras veías la televisión.

Más tarde por la noche, Frank estaba a punto de irse a dormir cuando le llegó una notificación en su celular. Era un mensaje de Brendon.

Hola Frank! Soy Brendon :D
Calle 37, No. 502. 8:00 pm.
No faltes!!

Ps: trae dinero, los chicos vamos a cooperar para comprar la comida.

Se quedó mirando la pantalla un momento. Calle 37...jamás había ido a esa parte de la ciudad, era algo vieja y las calles ni siquiera tenían nombre, además de que para llegar ahí teníamos que atravesar la calle del cementerio Bella Muerte.

Apagó su celular y se quedó dormido, pensando cómo sería la vida fuera de la mansión, como sería la vida después de Bella Muerte.

****

Hola!!! Bienvenidos a mi nueva novela de vampiros gays.

El Vampiro de la Calle 37 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora