Todos en la sala miraron con sorpresa al chico de maquillaje de payaso y ropa de colores ante la idea que había propuesto, mientras este estaba aparentemente tranquilo, al igual que el pelirrojo, como si no hubiera dicho nada del otro mundo.
"Pogo" -al igual que Horacio- no tenía un cargo de igual poder a los demás sentados a la mesa y ni menos el del verdadero jefe, y ni siquiera invertía el mismo tiempo que los demás, pero aún así todos allí le conocían y eran conscientes de su valor. Aunque había hecho correr el rumor de que tenía un trastorno de personalidad múltiple en el que si estaba triste "venía alguien" llamado Gustabo, eso no quitaba su cargo ni le hacia dejar de ser uno de los miembros más útiles de la mafia, gracias a sus ideas temerarias, su pico de oro y su sangre fría.
— Todos sabemos que yo soy perfectos para esto, Gustabos, lo es. — volvió a hablar el payaso, haciendo las "s" exageradamente marcadas y añadiendolas donde quería. Eso era muy común en él y todos lo habían normalizado, aunque eso no quitaba lo molesto —. No tenemos antecedentes y salta la vista que no parecemos peligrosos.
Todos habían notado el plural, y la mayoría desearon internamente que el payaso no hubiera pensado en ellos para el plan.
Y es que, aún estando acostumbrados a sus locuras, infiltrarse en el C.N.P se llevaba la guinda del pastel.
Y nadie quería tomar un trozo.
Nadie menos Horacio. A él iba dirigido el plural.— Y por si a alguien le da miedo que Gustabo se salga del plan, "Horacio" irá con él. — El pelirrojo se puso en pie sin dudar, ganándose las miradas de sorpresa de los demás.
No se quito el pasamontañas que acostumbraba llevar y que además tapaba su tan amada cresta -que nadie más que Gustabo sabía que tenía, ni siquiera conocían su color de pelo real-, pero hizo el amago de ello para mostrar que cuando lo hiciera, sería "Horacio", no "Dan" -el nombre falso por el que todos le llamaban-.
Su mirada medio turquesa medio parda, recorrió a los presentes, viendo lo que ya suponía; era el único en la sala que no se había quedado congelado del asombro, principalmente porque él ya lo sabía. Es más, ayudó a Gustabo a prepararlo todo para cuando lo expusieran juntos, puesto que si no hubiera dicho nada, probablemente mandaran a otra persona en lugar de a Gustabo, alegando que con su trastorno -el cual además se habían asegurado ambos de exagerar- podría estropearlo todo o si lo hacían, le mandarían solo.
Y ellos nunca se habían separado.
Y no empezarían ahora.— ¿Ven? No es una locuras muy grande. ¡Gustabo tendrá apoyos!
El payaso señalo a su hermano con orgullo y luego, pasó su mirada celeste a los siete reunidos restantes. Todos ocupaban su lugar a la mesa rectangular, dos a un lado de Gustabo, cuatro frente a ellos y, otro en un extremo de la mesa, ocupando el lado más corto solo para él, haciendo notar -aunque para los presentes no era un misterio- que era el jefe y además, estando al lado del pelirrojo. Pero nadie, ni siquiera el jefe, pareció relajarse y era normal; aunque Horacio aseguraba que "Gustabo" era muy tranquilo y no era peligroso, nadie más sabía cómo actuaba -o cómo se suponía que lo hacía-.
Gustabo no recordaba en qué momento se había puesto de pie, ensimismado en copiar la actitud del verdadero Pogo -a quien enrealidad nadie conocía puesto que solo fingía serlo-, pero ni siquiera le importo.
— Horacio y yo hemos efectuado muchas huidas de atracos, robos y asesinatos, y nunca nos han pillado. Nuestro historial está limpio, ¿Por qué no hacer que la primera vez que lo hagan, nos vean útiles?
Se dió el lujo de caminar por las espaldas de las personas ahí reunidas, en su mayoría hombres que le doblaban la edad. Su sonrisa leve, pero burlona, estaba afilada por el pintalabios rojo que se había salido a posta de sus labios por las comisuras y nadie, fue capaz de apartar la mirada de esta por si "salía Gustabo de la nada", lo que agradeció internamente. En realidad, le asustaba pasar cerca de los mafiosos ahí reunidos. Solo se acercaba para seguir su papel de payaso psicópata.
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¢нαιи σf ℓιєѕ •||𝕍𝕠𝕝𝕜𝕒𝕔𝕚𝕠/𝕀𝕟𝕥𝕖𝕟𝕒𝕓𝕠||•
FanfictionNunca en mi vida he deseado nada de forma permanente. Droga, alcohol, sexo..., nada me llena igual. Nada me sacia; necesito más. Horacio, por favor, perdona mi codicia porque yo no podré, perdona mi locura porque yo la odiaré y ahuyenta mi soledad c...