ignorance is a bliss

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El demonio del Cosmos era un error, para ponerlo en simples palabras.

Nadie se molesta en darle los detalles y Quanxi no se molesta en preguntarles. No hay necesidad de hacerlo cuando la orden es simple: mata al demonio, antes de que propage su locura incomprensible. El público caería en la locura o algo peor. Pingtsi sospecha la verdad detrás de esos incidentes, soltando teoría tras teoría hasta que Quanxi le dice que deje de hablar.

Matar al demonio y mantener la población tranquila.

Fácil.








"Hola, señorita Quanxi." El demonio del Cosmos habla tranquilamente. Descansa la barbilla en una mano y observa por ahora, sentada detrás de un escritorio que luce como si hubiese sido sacado de una biblioteca antigua de alguna universidad. Quanxi siente la presión antinatural del aire a su alrededor. El demonio la tiene en su terreno. Quanxi está a su completo merced en este lugar; quizás sea un cuerpo andante en estos momentos.

Un dolor agudo resuena detrás de su parche. Quanxi lo ignora, y toma asiento junto a uno de los muchos estantes de libros que se extienden más allá de lo que puede ver.

"El miedo a lo desconocido." Dice Quanxi, encorvada, con los codos repozando en sus piernas. "Es algo irracional."

"¿Oh?" El demonio del Cosmos levanta una ceja.

"Pero, de todas formas, el ser humano es irracional por sí solo. Así que tal vez ese miedo tiene bastante sentido." Quanxi lo suelta abruptamente. Mira hacia arriba, a la completa oscuridad. "Nunca sentí ese miedo. Lo que no podía ver no me podía tocar."

"El universo funciona de maneras misteriosas."

"Eres extrañamente curiosa para un demonio que es el conocimiento absoluto personificado."

"Sé todo sobre ti, señorita Quanxi." En algún lugar entre esos millones y millones de libros, hay un cuaderno con paginas amarillas que retrata la existencia completa de Quanxi en una sola página. El demonio del Cosmos sabe su ubicación exacta, y como infectar la mente de esta mujer con el veneno del conocimiento. "Y estoy segura de que sabes suficiente sobre mi."

"Eres un demonio."

"Si."

"¿Quién te hizo así?"

"Los humanos, por supuesto." La sonrisa del demonio crece más grande. "¿Te gustaría saber por qué?"

Pero Quanxi ya lo sabe. El arrepentimiento del saber corta como una herida profunda, dolorosa hasta llegar a los huesos.

Pingtsi era impura y sádica y cruel cuando se conocieron, y ahora adula a Quanxi y viste felizmente los vestidos que le regala. Pingtsi corresponde con un amor desbordante sin que se lo digan. Tiene completa libertad de su propia vida y ser, aunque solo sea en ese sentido, a pesar de estar completamente enamorada y domesticada.

Long era venerada como un dragón en un pequeño pueblo lejano a la civilización, y se le daba suficiente sangre y el placer de quemar todo lo que quisiera. No se le dio la orden de matarla. Solo tomo a Long y se la llevó de la villa y la clamó como suya. Long es tranquila ahora, pero siempre es la primera en meterse en la cama de Quanxi.

En la supuesta ignorancia de un mundo alternativo donde no habría sabido la verdad, las habría matado a ambas, Long y Pingtsi, y ese habría sido el final. O, aún peor, ponerles cadenas en el cuello y llevarlas como un par de perros salvajes.

Los demonios no merecen nada de eso.

Aman a Quanxi porque saben que ella lo entiende.

"No voy a matarte." Dice, y no importa que no pueda matar al demonio del Cosmos en este lugar.

"¿Ah, si? No intentaría defenderme si lo intentaras. Si mi destino es ser asesinada por las manos de la primera Cazadora de Demonios, que así sea entonces. Un propósito está hecho para ser cumplido, ¿no lo crees?"

"No realmente." Responde Quanxi.

"...Puedo decirte el verdadero significado de Halloween. Podría garantizarte el conocimiento absoluto sin el precio de la locura. Serías indestructible."

Quanxi golpea dos veces su parche con un dedo, y sonríe tristemente. "La ignorancia es una bendición."

"O podría forzar el conocimiento en ti. Llegarás a saber y comprender absolutamente todo, y no serás capaz de pensar en nada más que Halloween hasta el último de tus días."

"No suena divertido."

El demonio del Cosmos se levanta.

"Me uniré a ti, entonces. Te ofreceré mis poderes para que cumplas tus propósitos, ya que pareces comprender la verdad desconocida sobre nosotros, los Demonios y los contratos. ¿Qué harás al respecto, Quanxi? Crear una nueva utopía construida de tu frágil imagen transparente? ¿O seguirás sufriendo en tu bendecida ignorancia, involuntaria e inconsciente? Ya veo. Así que esa es tu decisión."

Quanxi cruza por el escritorio viejo hasta estar frente al demonio del Cosmos. Gentil y cuidadosamente, toca la herida expuesta de su cabeza, los dedos sostienen una parte de esta que cuelga junto a su mejilla. Es resbaloso y cálido. Se toma un momento para acomodarlo donde cree que debería ir, y se aleja para admirar su trabajo. El demonio sonríe. Su ojo derecho cae y deja expuesta su cuenca.

"¡Halloween!"

"Mmh. Halloween."








La custodia completa del demonio del Cosmos es su recompensa por lograr el encargo. Nadie tiene las pelotas para pararse frente a Quanxi y cuestionarla por no seguir las órdenes al pie de la letra, de todas formas.

Tiene sexo con Pingtsi y Long esa noche, el acto entre algo frenético y perezoso en lo que Pingtsi se retuerce emocionada a su lado y Long se toma su tiempo entre las piernas de Quanxi. Ella perdió casi toda sensación humana hace mucho tiempo. Esas conexiones eléctricas son quizás demasiado preciadas para ella ahora, y voluntariamente ignora el hecho de que esta es su mayor debilidad.

La felicidad.

La mirada de Pingtsi está llena de nada más que amor y admiración, casi suficiente para mover algo dentro de Quanxi; Long levanta la cabeza, sintiéndolo, lamiendo sus labios y pasando las palmas de sus manos por sus muslos.

"¡Halloween!" Cosmos se arrima sobre Quanxi, empujando a Pingtsi.

... El momento está perdido.

"Ugh, ¿no puede sentarse por allá y ver como se hace?" Pingtsi se queja. "¡Será un estorbo! Señorita Quanxiiiii..."

Una pequeña sonrisa se cuela en su rostro. Lleva una de sus manos hacia la cabeza de Long para acariciar sus cuernos. "Nos acostumbraremos."

"¡Ha-llo-ween!"

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