La Paradoja del Tatuaje

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Cuando te despiertas, el mundo está borroso. Aunque había más cosas negativas que mencionar el día de hoy.
La boca le sabía a rayos, su cabeza le daba vueltas y no paraba de oír un zumbido. Permanente y sin posibilidad de salir de sus tímpanos. Parecían los síntomas de una resaca. Sharone no podía recordar lo que pasó...

Estaba en el sofá de su piso, acostada y echando un vistazo a su apartamento. Totalmente destartalado. Abrigos tirados, revistas por el suelo, colillas de cigarro acabadas y algún que otro paquete de snacks esparcidos. Estaba claro que anoche sólo quería dormir y olvidarse de todo. Pero cuando apoyó la mano derecha sobre el respaldo del sofá, un dolor insoportable le distrajo de su intención de compostura. Algo totalmente extraño se puso en su punto de mira. Su mano estaba marcada por una especie de dibujo, o mejor dicho, un tatuaje. Una mariposa, coloreada y recién hecha en su mano.

"¿¡Pero qué diablos hace eso en mí!? Nunca en mi vida lo hubiese pedido ni pensado. No entiendo nada..."

Directamente al baño al verse la cara en el espejo se sentía demacrada, queriendo que la tierra le tragase para no hacerse responsable de todos los errores que iba descubriendo cada tanto.
Una ducha fría era lo que necesitaba para despejarse, pero fue complicado... La mano tatuada era con la cual utilizaba todo. Y el bañarla con agua hacía que le ardiese. La ilustración en su piel era reciente.
La confusión le dominaba totalmente. Incluso la radio de su mini cadena no paraba de sonar un poco fuerte. Pero no era música, estaban sonando las noticias sobre unos datos meteorológicos los cuales Sharone, no les dio mucha importancia. Una hora después de acomodar casi todo el piso, encontró una tarjeta en la que ponía "Fiestas a domicilio Raventail, usted pone el dinero y nosotros la alegría", sumado por aquél eslogan y su respectivo número telefónico. Parecía indicar que esa tarjeta era la culpable. Pero ver el color o la caligrafía de esa pequeña cartulina, no le traía ningún recuerdo a la mente. Se lo guardó en el bolsillo, tarde o temprano le dedicaría tiempo... Pero primero debía de preguntar a su amiga si ella sabía más al respecto.
Y mientras el teléfono sonaba luego de marcar, no paraba de mirarse la mano derecha. No comprendía por qué hubiese querido una mariposa ahí. Tenía un aspecto siniestro, pero de forma decorativa y detallada. La duda y el miedo le iban comiendo poco a poco.

-¿Diga? –Dijo una voz masculina, al otro lado del teléfono.
-¿Señor Phatenos?
-Sí, soy yo... Tú debes ser...
-Sharone... Disculpe que llame tan temprano, pero necesito hablar con Sylvia.
-De acuerdo, ahora se pone.

Sharone esperó impaciente al teléfono. Él sólo hecho de llamar a primera hora de la mañana, le delataba de cargar con un problema.

-¿Sí?
-Sylvia, estoy muy nerviosa... ¿Puedes venir a verme?
-¿Por qué? ¿Qué sucede?
-Sólo ven, te lo contaré en mi piso.
-Está bien. Nos vemos...

Colgó el teléfono, impaciente de la llegada de su amiga. Paralizada de seguir mirando su misterioso tatuaje. Le invadía totalmente la mente. Tanto que la distraía de poner su piso en orden, para su visita. Media hora después, Sylvia llegó a casa de Sharone.

-Por fin has venido. –Le dijo nada más al abrirle la puerta.
-Sí, aquí estoy. Y ahora por favor, dime qué te pasa. –Dijo Sylvia, tras recibir un abrazo que demostraba totalmente necesitar seguridad.
-Entra...

Sharone le pidió a su amiga que se sentara en el sofá junto a ella. Y directamente, le mostró la mano.

-¡Pero bueno! ¿Cuándo te lo has hecho? –Dijo Sylvia, muy exaltada.
-No lo sé, creo que ayer.
-¿Cómo que crees? ¿No te acuerdas?
-Por desgracia no. Es más, antes de que llegaras mi piso estaba patas arriba. Incluso he tenido que tirar mis plantas ya que habían sido desenterradas de sus macetas.
-Pero, ¿por qué?
-Es como si hubiese dado una fiesta. –Dijo Sharone, al mostrarle la tarjeta que se había encontrado anteriormente.
-¿Y cómo es que organizaste una fiesta sin avisarme?
-No lo sé. Me duele mucho la cabeza al intentar recordar... Pero no tengo ninguna imagen.
-Qué extraño... ¿Y qué vamos a hacer?
-Creo que lo primero es desinfectarme este dibujo.
-¿Y por qué una mariposa? –Le cuestionó su amiga.
-Ojala lo supiera. No soy muy aficionada a los insectos, y el que esté insertado en mi piel me aterra totalmente.
-Te acompañaré a la farmacia para que podamos conseguir una pomada.
-Gracias.

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