Quería que la historia durara diez capítulos. Al final voy a tener que pasarme, seguramente, 1 capítulo (espero que solo sea uno...) Espero que os guste. Me ha gustado este capítulo en lo referente a la descripción de los sentimientos por ambas partes. Pero lo referente a la acción... no me terminpo de convencer. Quedo a la espera de vuestra opinión, por si debo cambiar alguna parte.
Para los que están esperando La venganza de un hijo, estoy en ello. Me quedan dos capítulos, creo. A menos que no pueda organizarlo en dos y deba añadir uno más. Pero he borrado y escrito lo siguiente bastantes veces. Me está costando lo suyo...
Y de sueño en sueño, Samuel despertó en una nube. Una de algodón y azúcar, cálida y acogedora. Cabello rubio contra su nariz y enredado entre unos brazos morenos y fuertes. Abrió los ojos al nuevo día sabiendo... Sabiendo y no queriendo saber. Abrió los ojos al mundo con el cuerpo relajado y su nariz enterrada en un mar de cabellos indomables. Samuel se removió inquieto, notando como su brazo izquierdo hormigueaba de forma desagradable bajo el peso de Víctor. Este se había acurrucado contra su costado, sus dedos aferrados a la tela del hombro del pijama de Samuel y una de las piernas enredadas entre sus pies.
-Víctor -murmuró con sueño, sacudiendo la figura de su amigo-. Tu despertador.
Víctor gruñó algo ininteligible contra la piel sensible del cuello de Samuel y este tuvo que contenerse ante el estremecimiento que recorrió todo su cuerpo.
-Víctor, mi brazo necesita que te muevas.
-Samuel, aún no es de día.
-Son las siete y media. O eso dice tu móvil.
-Maldita sea.
Su nariz cosquilleó cuando Víctor movió la cabeza.
-Levántate.
Un largo suspiro y Víctor levantó la cabeza. Fue mala idea, pensó Samuel, porque aquellos ojos azules llenos de sueño estaban justo ahí, tan cerca... Cerró los ojos, evitando su mirada. Suspiró y dejó que una sonrisa estirase sus labios. Aquello, concluyó, se estaba retorciendo de forma extraña.
-Ni siquiera sé qué demonios estás haciendo en mi cama, Víctor.
-Anoche me dormí aquí.
-Sí, eso sí que lo sé. Lo que no sé es por qué decidiste que fuera aquí.
Víctor se encogió de hombros, y recostado contra Samuel como estaba, casi le tiró al suelo.
-¿No vas a levantarte?
-Sí. Solo un momento.
Pero Samuel no tenía un momento. El calor del cuerpo ajeno se estaba esparciendo entre las sábanas, generando agradables cosquillas por toda su piel. Aquella carne caliente envuelta en una camisa de algodón y unos pantalones anchos ocupaba demasiado hueco dentro de su espacio personal, y Samuel estaba jodidamente excitado. Al final lo empujó hacia un lado y se levantó de un salto, contento de que su camiseta fuera lo suficientemente larga.
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Esos celos rojos [FINALIZADA]
Storie d'amoreSamuel nunca pretendió salir así del armario, de golpe e improviso. Y menos frente a él, quien había sido su mejor amigo durante cuatro años. (O de como sobrevivir a los celos de tu amigo heterosexual)