Capítulo 16.

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Metamorfosis





—Estoy aquí desde hace un par de horas— Aclaré mientras iba bajando.

Al terminar de bajar, recién Nayeon se asomó por el segundo piso, colocándose Sana delante de mí.

— ¿Tus ojos siempre fueron así se pequeños? — Preguntó. —Tengo algo de alergia por el polvo de hace rato, no son tan pequeños— Aclaré una vez más.

—Puedes lavarte la cara en el baño y aquí tenemos pastillas para alergias— Tzuyu desde el segundo piso sugirió.

Hice eso, ya que la alergia iba escalando, dejándome con poca vista ya.

Al salir de lavarme la cara, fué Tzuyu la que me dió el médicamente.

Tomándolo junto con el agua que ella misma había traído. — ¿Tu cabello es así de liso naturalmente? — Escuché como preguntó mientras seguía con el agua.

—Suele ser más seco, pero naturalmente es de esta forma— Respondí al terminar el agua. —Ustedes son todo un mundo… — Soltó muy bajo.

— ¿Ah? — Pregunté sin entender el contexto. —Los extranjeros— Se incluyó Sana. —Antes de verlos más de cerca pensábamos que todos eran iguales— La recién llegada, siguió hablando. —Ese es justo el pensamiento de dónde vengo sobre este lado del mundo— Les respondí, colocando el vaso en la cocina y yendo a la sala.

Me senté en el sofá una vez más, pero ahora estando lleno de chicas por todos lados.

Podría decirse que estaba tan nervioso que sumado a mi timidez, se contrarrestada, algo así como las matemáticas básicas, menos por menos, igual a más.

—Me recuerdas a alguien— Súbitamente, Momo me señaló. Se acercó luego. —Siento que debería de tener el cabello más corto y tú mitad blanco y mitad rojo— Tomó un mechón de mi cabello diciendo eso.

—Momo, es mío, déjalo— Regañó la mayor y básicamente, mi dueña autoproclamada.

Instantáneamente se separó. —Es algo extraño… — Volvió a ver televisión como si nada.

Luego se acercó Nayeon una vez más. — ¿Te vas a quedar más tiempo no? — Preguntó, pero sonaba más a orden de quedarme que pregunta. —Puedo tomar un taxi siempre, puedo irme cuando me digan— Aunque lo dije en plural, era más respuesta a un singular.

—Entonces hay tiempo suficiente para maquillarte— Se levantó del sofá, yendo a su ahora ordenada habitación.

—Puedes huir si quieres, yo te cubro— Susurró Jihyo. —Creo que quiero quedarme… — Le respondí susurrando también.

Sentía como un deja vù esa situación, pero fuera o no lo fuera, quería sentir las manos de Nayeon por mi rostro.

—Bien, ya que tienes la cara limpia, solo voy a pasarte una toallita húmeda y voy a empezar— Escuché como venía desde las escaleras.

—Te lo advertí— Susurró por última vez Jihyo.

Seguía sin entender sus advertencias, pero una vez que empezó lo entendí todo.

Me habré quejado quizá unas diez veces, una por minuto.

Aunque fuera mujer, tenía manos más grandes y tampoco tenía el mejor pulso posible, casi dejándome ciego dos veces, una en cada ojo.

—Lo bueno de que eres más blanco que nosotras es que no pareces un fantasma— Opinó terminando finalmente.

—Definitivamente siento que he vivido esto— Dijo Momo una vez volteó a verme.

En algo parecido a celos, Nayeon tomó mi mano con fuerza, mucha fuerza. Con su otra mano fué a mi mejilla, haciéndola ver a ella. —Nayeon, aquí dentro no— La regañó Jihyo sin importarle mucho, ya que solo nos dedicó una mirada rápida y siguió recostada en el regazo de Tzuyu viendo televisión.

Gatito - Nayeon y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora