1. Mirame, ahora...
No voy a describirle físicamente, todo esto perdería su hermosura, aunque puedo aseguraros que es una de las personas más bellas que podrías encontraros en este planeta, por dentro y por fuera. Puede ser que me haya cegado tanto que me sea imposible ver nada malo en él.No es El Típico, lo típico es aburrido, y aunque todos seamos únicos, él destaca, al menos para mi. Destaca en su manera de pensar, que le lleva a su manera de ser, que le lleva a ser la mejor persona que cualquiera querría tener en su vida. Sé que era importante para él, y él para mi también. Le buscaba el significado a cosas que no lo tenían, y aún sabiendo que no iba a ser capaz de sacar ninguna conclusión, lo seguía intentando. Veía significados diferentes en cosas que otros veíamos de otra manera, un mismo significado para diferentes cosas y diferentes significados para lo mismo. Lo mejor de todo es que no se lo guardaba para él mismo, tampoco lo iba pregonando, solo se lo decía a las pocas personas que tenía, cuando quedabamos para tomar café sentados al borde de una azotea de un rascacielos cuando estaba apunto de anochecer, con una cámara de fotos vieja y una montaña de libros que siempre llevaba en su mochila verde, llenos de palabras y frases subrayadas a lápiz, llenos de páginas dobladas, llenos de cosas que no sabías lo que era ni lo que te hacían sentir, pero no era ningún desperdicio leerlos, y menos a su lado. Era capaz de hacer que las horas se convirtieran en minutos, y los minutos en segundos... Era capaz de ello simplemente sentándose a tu lado a reflexionar en voz alta de problemas que a las pocas semanas iban a ser otros diferentes, y ya se habría olvidado de los de ahora. No le gustaba estar siempre en el mismo sitio, aunque decía que había lugares que nunca se iban a agotar y que fuera las veces que fuera siempre le iba a sacar algo que aún no había visto en todas las veces anteriores en las que había ido a pasar el rato. Nunca sabía donde encontrarle, podría estar esperándote en cualquier azotea de todos los edificios de la ciudad, solo a los que le interesaba que fuéramos con él, nos dejaba una carta en el buzón la noche antes, con el sitio exacto donde iba a estar esperándote, viendo el atardecer y con un libro en una mano y su café en otra. Solo iba una persona, y siempre era yo. Era imposible saber cuando dormía; era imposible saber si dormía, por las noches iba a conocer lugares nuevos, aunque la mayoría de las veces no tuviera éxito. Así es nuestra ciudad, tienes que encontrarle las cosas buenas y los significados ocultos a los pocos sitios que hay en los que puedes relajarte, dejando de un lado el barullo de los coches, las preocupaciones del instituto y todas las demás cosas malas que vivir en un sitio como este ocasiona.
Me sentía afortunado, y en el fondo tenía claro que lo era, solo hay uno como él y creo que soy el único que quiere ser su hombre derecho. Todo lo que teníamos en común había hecho que alguien tan increíble e inusual como él se fijara en alguien como yo, me prestara atención, me haría ver el mundo con otros ojos, con sus ojos, una de las maneras más bonitas de verlo, os lo aseguro. Nunca podrá borrarse de mi mente la imagen suya sentado, con su manera tan curiosa de hacerlo; cuando subía por el ascensor del edificio en el que me había dicho que me iba a esperar, con una carta, la noche antes a nuestro encuentro; y le veía de espaldas y casi a contra luz por las luces naranjas y rosas que se veían en el cielo cuando solo quedaba una hora de día; con la montaña de libros de bolsillo a su lado, y con su termo metálico al otro; Entonces me dirigía hacia él, cuando oía mis pasos miraba hacia atrás y me sonreía, y se apartaba hacia su derecha para hacerme un hueco a su lado. Acababa de hacerme las mismas preguntas que me hacía siempre y se quedaba callado unos minutos, apreciando la belleza de lo que estabamos viendo y de lo que estabamos viviendo. Luego empezaba con sus preguntas sin respuesta y con sus deducciones ridículas, pero me atrevo a decir que a más de una persona les interesaría mucho oírlas y encontrar alguna respuesta, aunque perdería todo el sentido: Nadie piensa como él, nadie se hace sus mismas preguntas, nadie ve las cosas y nadie podría dar con una solución como la suya.
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Sorin
RomanceUn corto basado en el misterio de un chico con el nombre más bonito de todos.