Tras la reyerta de la noche anterior Sakura estaba teniendo sexo con su marido, muy bueno ¡Extraordinariamente bueno!
La afonía que reinaba en la habitación a primera hora de la mañana se rompió con la respiración de Itachi junto a su oído, el aliento cálido bañando su cuello; los pequeños gemidos que brotaban desde las profundidades de su pecho cuando la tocaba.
La tenue luz del amanecer bañó su cuerpo, haciéndolo lucir como un verdadero guerrero, una especie de divinidad tan hipnótica que era imposible apartar la mirada de él.
Itachi era muy estimulante y desinhibido, para quien el deseo y el placer eran tan naturales como comer y respirar. Sin lugar a dudas, se llevó una grata sorpresa al descubrir que ese apuesto e inteligente hombre no solo era perfecto a simple vista, sino que también podía hacerla vislumbrar las estrellas, e inclusive una galaxia entera, con caricias y besos.
—Itachi...— masculló con la voz entrecortada.
El aludido mordió su hombro y se apretó más contra ella; le cubrió la garganta y el hombro de besos a la par que acariciaba sus caderas hasta llegar a su trasero.
La pelirosa contuvo la respiración cuando el miembro viril se abrió paso y empujo contra ella, consiguiendo que comenzara a jadear desesperada e intensamente excitada.
Como si fuese acero que se derretía, el cuerpo de Sakura se relajo y permitió que Itachi entrara entre sus piernas. La respiración del pelinegro era como la de un animal enfebrecido que arrojaba oleadas de calor contra su piel desnuda.
Hundió la cabeza para morder la almohada y no hacer mas sonidos, pero era tan complicado. El miembro de Itachi conseguía estirar y llenarla agradablemente, tal como lo recordaba.
Podía sentir todo su cuerpo temblar de placer. Estaba siendo más rudo de lo habitual, pero le gustaba; la manera en que la tomaba, la forma en que gruñía. Itachi parecía estar cada vez más atormentado, como si ella no estuviese lo suficientemente cerca de él, como si deseara fundirse en un solo cuerpo.
—Oh dios, joder— suspiró en un tono estridente, próximo al alarido.
—¿Demasiado duro?— cuestionó Itachi contra su oído.
Trató de negar con la cabeza, mas le fue imposible, con su rostro hundido en la almohada, todo lo que pudo hacer fue gemir e implorar que él entendiera. «Más», pensó, a la par que descendía su torso desnudo hasta entrar en contacto con las sábanas arrugadas.
Tal vez le leyó la mente, o quizá no pudo evitarlo; Itachi aferró una mano en la cabecera, manteniéndose firme mientras la velocidad de las estocadas incrementaba. Sakura mordió sus labios al notar como él pelinegro se frotaba constantemente contra su sexo húmedo, sensible e hinchado. Intentó llevar una mano entre sus piernas, aquella almohadilla de nervios reclamaba su atención, impaciente.
—Mierda— gimió de nuevo, esta vez con vergüenza. El Uchiha tomo eso como un estimulo.
Presionó los labios contra su nuca, notando como se tensaba en su interior, emitiendo un sonido que salió de muy dentro de su pecho; un embate largo y vibrante, un intenso temblor mientras él la llenaba de vida.
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El susurro de las cosas rotas
Детектив / ТриллерImaginó que una vida llena de felicidad le esperaría cuando accedió casarse con él. Itachi era el hombre con el que cualquier mujer podría soñar. Sin embargo, su perspectiva cambia totalmente al percatarse de un secreto profundo y oscuro, algo tan t...