A Kion le sorprendía como sus tres amigos se deslizaban con destreza sobre el territorio de las Lejanías. Se notaba a simple vista que estar ahí les afectaba. Ya no caminaban con naturalidad ni con esa relajación que las Praderas les otorgaba. Sino que iban cuidando cada paso, atentos a cualquier movimiento y en constante alerta. Además, tenía que reconocer que eran increíblemente buenos para ser sigilosos, en especial Kovu.
—Muy bien —Vitani habló, siendo la primera en hacerlo desde que habían salido— No queremos que nuestros padres sepan que estamos aquí. Hay que ir con cuidado.
Los tres machos asintieron en silencio. Kion se distrajo mirando a su alrededor, casi boquiabierto. Él jamás había ido a las Lejanías. Era territorio prohibido para él y su familia. Le parecía increíble la enorme diferencia que había entre ambos lugares. En ese momento comprendió cómo se sintieron sus amigos al llegar a las Praderas por primera vez. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y se encogió casi sin darse cuenta. En verdad no era un lugar muy agradable y no se imaginó naciendo y criándose ahí.
—¡Kion! —Zibu le gritó en un susurro, viendo que el príncipe se había alejado unos pasos.
Enseguida los tres lo alcanzaron, rodeándolo.
—No te separes de nosotros.
—Mantente abajo.
—Y no llames la atención.
Kion los miró uno a uno y asintió de nuevo, no muy convencido.
—De acuerdo. Gra...
—¡No! —Vitani interrumpió, fastidiada— Nada de gracias. Y sin por favor.
Él se encogió de hombros, careciendo de algo más para decir por miedo a que se molesten o le reprochen. Por si acaso, volvió a asentir. No se arrepentía de haber ido, pero no podía evitar sentirse un poco tonto al no saber qué hacer o cómo actuar.
—Se siente raro volver aquí... —murmuró ella mientras se estremecía.
—Nos iremos cuanto antes —le aseguró su hermano.
Continuaron caminando en silencio. Habían acordado salir en la noche, de ese modo se ahorraban cualquier tipo de explicación. También de esa forma Kion podía evitar las preguntas de sus padres. No lo habían castigado por lo que había pasado esa tarde con la reina Dhahabu, pero no estaban muy contentos con él debido a su falta de responsabilidad, o eso dieron a entender. Intentó no pensar en eso, ya lo resolvería con Simba y Nala.
Les era mucho más difícil orientarse en la oscuridad, pero así se aseguraban de que la misión sea más fácil. Tuvieron que evitar algunos animales tales como chacales y algunos leones. Para Kion fue sumamente difícil al no conocer el terreno y al ser inexperto en todo eso, fue por eso que sus amigos tuvieron que guiarlo de un lado al otro, quitándole la libertad de sus propias patas. Sintió que lo arrastraron más veces de las que le hubiera gustado.
En un momento de descanso, no pudo evitar quejarse del cansancio a lo que Vitani volvió a molestarse.
—Vamos, Kion. No es tan difícil.
—Hay que enseñarle a ser malo —bromeó Kovu.
—¿Algo así? —Kion empujó a Vitani con una sonrisa burlona. No la hizo caer ya que ella era fuerte, pero si balancearse levemente.
Había notado el estado de sus amigos e intentó bromear un poco para romper con los malos ánimos. Ella lo miró, desafiante antes de sonreír.
—Estás muerto, príncipe —le intentó devolver el empujón.
Kion, divertido y aliviado al poder relajar un poco la tensión, se alejó de los tres quien enseguida lo persiguieron, riendo en voz baja. Él era bastante rápido, pero se mantuvo a una distancia razonable tal como ellos le habían pedido. En un momento que volteó hacia atrás para ver qué tan cerca los tenía, no vio que dos figuras se habían atravesado en su camino. El choque no fue fuerte, pero el susto sí. Kion se agachó enseguida, totalmente pálido.
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Los Descendientes 2 (La Guardia del León)
FanfictionMientras sus amigos encuentran su lugar en las Praderas, la presión de ser perfecta se vuelve demasiado para Rani y siente que no encaja allí. Es por eso que decide regresar a su antiguo hogar, las Lejanías. Allí se encontrará con una enemiga de la...