primer fragmento: capitulo 1

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Diosa de la primavera

la joven Perséfone estaba recostada en el prado de los campos mas cercanos de su casa, su madre había decidido no quitarle los ojos de encima ahora que Apolo, el dios del sol, la música y la adivinación había mostrado un enorme interés en hacerla su esposa.

el dios había decidido que la mejor forma de proclamar su "amor" hacia la joven diosa era en la fiesta que Dionisio preparo en honor a Eros, quien se había casado con Psique. se suponía que la ceremonia era solo para la nueva pareja pero había dado un gran giro con aquella confesión que dejo mudos a todos, en especial a Deméter, quien no dudo ni un segundo en tomar la mano de su hija y salir de allí apresurada rechazando olímpicamente la propuesta. Perséfone esta vez no reclamo, como siempre, porque su madre tomara sus decisiones sin preguntárselo pues estaba totalmente segura de que no quería pasar su vida siendo la compañera de aquel dios tan vanidoso. de hecho, estaba bastante agradecida con su madre por haberla sacado de allí.

el rumor de que Apolo había sido rechazado no demoro en esparcirse por todas partes y eso ya molestaba bastante a Perséfone, ella era una diosa que buscaba que la notaran mas, pero no de esa forma tan vergonzosa. ella quería que la reconocieran como alguien importante que ha logrado muchas cosas por si misma, no como Kore, la joven virgen e inocente o como la hija de Deméter; diosa de la agricultura, mucho menos como la que rechazo a Apolo.

soltó un suspiro cansada de todo eso y se levanto, limpio su vestido blanco de todo resto de tierra y se dirigió hacia el estanque, sentándose en el borde de este con pesar. ella sabia que el día iba a pasar lento como siempre y sin nada que hacer.

le gustaría utilizar sus poderes y curiosear con ellos para tener mas control de ella pero su madre no la dejaba debido a su forma tan única de crear plantas. cuando por fin tuvo la edad en que sus poderes se mostraron por completo descubrió que su don no era solo crear florecillas por aquí y por allá como creía su madre, no, ella podía crear plantas únicas y hermosas pero que siempre venían acompañadas por un dulce veneno que atraía a todo aquel que lo veía y que finalmente lo llevaba a un sueño eterno; eso enfureció mucho a Deméter y por eso no le permitía crear nada sin la supervisión de ella.

la excusa que siempre utilizaba cada vez que ella le suplicaba por que la dejara conocer sus poderes es que podría matar a alguna ninfa como ya había sucedido antes, a lo que Perséfone siempre bufaba indignada, ella no tenia la culpa de que las ninfas fueran tan estúpidas y no diferenciaran una flor venenosa de una normal; era obvio que mientras mas hermosa mas venenosa.

—¡kore!—irritada por como la habían llamado rodo los ojos y volteo para mirar quien la buscaba, un suspiro de resignación salió de sus labios cuando vio a Dafne venir corriendo hacia ella sonriéndole burlona, ya se imaginaba para que la llamaba.

—¡ya me entere, koré!¿como pudiste ocultarme esto ayer cuando vine a visitarte?—la voz de la ninfa era aguda y chillona, una de las razones por las que Perséfone odiaba hablar con ella.

—no se de que me hablas, Dafne—se hizo la desatendida.

—no te hagas, kore, se muy bien que sabes de lo que estoy hablando—  reclamo molesta la ninfa

—no me hago, simplemente no se— fastidiada se levanto de la fuente y empezo a caminar hacia su casa, prefería mil veces estar todo el día encerrada en su habitacion que charlar con la rubia.

—hablo de Apolo ¿no te suena, querida?—la rubia puso las manos en su cadera y la miro burlona—en mi opinión, debiste haberlo aceptado, después de todo no veo a nadie mas haciendo fila para pedir tu mano.

—que bueno que no pedí tu opinión— Dafne dejo salir un gritillo indignada y sin esperar a que respondiera Perséfone abrió la puerta de su casa y entro. su madre estaba sentada en una de las sillas de la cocina bebiendo su te de manzanilla lo que la hizo detenerse curiosa, ella solo tomaba manzanilla cuando algo pasaba y no podía hacer nada al respecto, ese te siempre la calmaba.

KOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora