No tenía ganas de pasar a través de aquella puerta de dudosa procedencia. Era diferente al resto de la casa, estaba hecha de hierro y poseía grandes cerraduras con llave que le impedía abrirla o hacer que lo que estuviera dentro no tuviera posibilidades de salir.
Se desplomó en la única poltrona de la estancia, las velas casi se apagan cuando la capa de polvo que cubría el mueble floto en el aire. Toujuro tosió y los rasguños al otro lado de la puerta se hicieron más fuertes. Parecía un animal enjaulado o tal vez era uno de esos demonios a los que Marion se enfrentaba. Se levantó rápidamente con el temor recorriendo su nuca ante esa posibilidad. Si ese era el caso, no debería estar ahí. Tal vez con algo de suerte y si esperaba pacientemente en la biblioteca o en el Hall de la entrada se encontraría con ella en cuanto llegará a la casa.
Era lo más razonable, y aún así, algo dentro de él le decía que no se fuera. Que tomara el valor suficiente para adentrarse en la próxima sala y comprobar el origen de aquel sonido.
Queriendo despejar su mente, se dirigió hacía la nevera de oficina, era el único punto eléctrico del cuarto y al menos, dentro de ella, debería haber algún refrigerio que calmara sus nervios. Lo abrió. Lo único que había dentro era unas pequeñas bolsas que parecían de algún plástico transparente con una boquilla en un lado. Algunas estaban vacías y otras llenas con un líquido espeso rojo.
Con que el miedo acumulandose en su mente, agarro una de los que parecía ser bolsas de sangre. Cada plaqueta tenía una etiqueta con información.
«Banco de sangre Fuji. Sangre Tipo RH-Nulo/ Marechi»
Las palabras «Marechi y Fuji» quedaron flotando en su mente. Era el mismo laboratorio al que Marion le había sugerido ir. Recordó que su padre le había dicho que los Fuji se habían hecho cargo de la demonio, pero nunca se había imaginado que aquella familia hiciera ese tipo de servicios.
Iba a volver a la biblioteca, no tenía sentido arriesgarse sin saber si la mujer se encontraba cerca para socorrerlo. Estaba seguro de sus habilidades, pero no poseía poderes sobrenaturales que le ayudarán a realzar su fuerza física o a intensificar sus sentidos. Se detuvo cuando la pared sonó con un estruendo, como si algo hubiera chocado contra el duro bloque. En ese momento, con la única luz de la vela iluminando el terrorífico ambiente, noto el brillo particular del metal colgando de la pared, muy cerca de la puerta de seguridad. El tintineo de la llave sonaba cada vez que se balanceaba por culpa de los estruendosos choques.
Pensar en la posibilidad de abrir la puerta lo dejo frío. Se estaba volviendo loco? Era un suicidio atravesar esa puerta.
Tragó saliva, tomando la llave del pequeño gancho de la pared. Cómo si la criatura lo hubiera visto, los estruendos se detuvieron en ese mismo instante, esperando pacientemente a que él abriera la cerradura y le dejara en libertad. Eso debía ser suficiente como para dejarle claro que detrás de aquella puerta se encontraba un demonio. Pero... Y si era la mujer del museo? Si ella necesitaba de su ayuda por alguna razón? Si el pintor de las Tamayo en realidad la había encerrado en contra de su voluntad?. Recordó vagamente su sueño, el momento en que el hombre de la Haori de flamas le advertía que no había mucho tiempo.
La llave encajo a la perfección en el cerrojo y los ruidos se convirtieron en susurros. Desvió su mirada a la poltrona observando su bolso. Su padre le había entregado «eso» porque creía que encontraría a la mujer del museo... a Kujo Marion. Deslizó la llave dos veces, se escuchó los engranajes liberando el seguro.
Cuando abrió la puerta, dejo escapar todo el aire que había estado conteniendo con tranquilidad, al saber que era solo otra ante sala. Al final del pasillo, estaba otra puerta del mismo material. Mientras se acercaba con cautela, noto que el olor a Glicinas era más fuerte. Otra llave colgaba de un gancho en la pared, iluminada por un candelabro apunto de extinguirse.
ESTÁS LEYENDO
Corazones en Llamas
Hayran KurguDespués de la derrota de Muzan los tiempos de paz vuelven a Japón, el mundo comienza a olvidar a los demonios y la noche volvió poco a poco a ser segura para los aldeanos. En el Japón moderno, Rengoku Toujuro es un chico muy activo al que le encanta...