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Caminaba solo alrededor de un árbol pisando las hojas secas que permanecían debajo de éste. Estaba muy concentrado en lo que hacía, con sus manitas dentro de las bolsas de su chamarra color azul marino, un pequeño rubio de no menos de cinco años.

Estaba esperando a su mamá quien había ido a comprar algo a la tienda y en el camino se había detenido a platicar.

Seguía en lo suyo, hasta que una pelota color verde chocó contra sus pies haciéndolo detenerse y agacharse para recogerla, ya ahí la observó.

—Oh, esa es mía—le habló un niño acercándose

—Lo siento— respondió y se la entregó—esta muy padre— dijo tímidamente con una sonrisa en su rostro.

—¡Si!, me la regaló mi papi hoy— contestó el otro niño sonriendo.

—¡Es genial!—dijo con entusiasmo- mi papito me regaló una, pero está en mi casita-añadió

—¡Que bien!... Me llamo Brian, ¿Y tú?—se presentó

—Roger, me llamo Roger—le respondió con una sonrisa acción que imitó Brian. Iba a decir algo más pero el llamado de su madre lo impidió.

—¡Roggie!, mi amor, vamos—le llamó la mujer acercándose a dónde estaban ambos niños— Vamos bebé, despídete de tu amiguito—dijo al notar la presencia del otro niño un poco más alto que el rubio, de cabello negro y corto y un poco ondulado, delgadito, y con su pelota verde en sus manos.

—Ah si, Nos vemos Brian—le hizo un ademán para despedirse, cosa que el otro niño imitó.

—Adiós Roger—dijo y vió como se alejaban Roger y su mamá quien además llevaba empujando una carreola color rosa, supuso que quizás tenía una hermanita.

Se quedó mirando como se alejaban hasta que el llamado de su madre lo hizo voltear.

—Vamos Brimmi, ¿Qué haces ahí?— se acercó a él.

—Nada es que vine por mi pelota, y había un niño aquí, pero ya se fue— respondió.

Su mamá lo tomó de la mano y lo llevó a dónde estaban ella y el padre de Brian.

—Oh, ya veo, y ¿Qué tal era ese niño? ¿Te hizo algo?—le preguntó esto último un poco preocupada, ya que ella no presenció la anterior situación.

—No, es mi amigo, creo—se alzó de hombros, y volvió a mirar atrás, percatandose de que Roger y su mamá habían desaparecido del lugar.

—Ay, ¡que bien ya tienes otro amiguito!—dijo emocionada su mamá.

No tardaron mucho en llegar a dónde se encontraba su papá.

—¿Ya, campeón?—se levantó el señor de su asiento, y revolvió el cabello de su pequeño, haciendo a este reír.

—Ya papi—respondió Brian.

—De acuerdo, vámonos, que nos espera un enorme pastel en casa—dijo

—¡Si! ¡Mi pastel!—brincó emocionado, haciendo reír a sus padres.

Young love [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora