Miré mi reflejo en aquel espejo frente a mí, no me conocía.
El maquillaje cubría todo mi rostro, mis partes "no estéticas" y mis "defectos", el traje blanco estaba demasiado ajustado para mí gusto pero mi padre me había obligado a usarlo para complacer a mi futuro esposo.
Las sirvientas del lugar se encargaron de colocarme una pequeña corona con diamantes en ella, no era yo y lo sabía.
Cuándo fue hora de caminar al altar, la música sonó por todo el salón, mi padre tomó mi mano y comenzamos a caminar por aquella gran alfombra color rojo hasta que llegamos con mi futuro esposo.
Si me lo preguntan, sentía que el mundo se me estaba viniendo abajo con toda esta situación. No era nada agradable, ni algo con lo que siempre había soñado.
—Te ves hermoso —dijo Johnny con una sonrisa a la cual no respondí.
Estaba obligado a hacer esto, no iba a actuar como si en verdad lo amara cuando el príncipe no había hecho ningún esfuerzo si quiera en hacer que me cayera bien.
El padre comenzó a hablar y hablar, estaba demasiado perdido en mis pensamientos que no noté cuando Johnny había aceptado.
—Príncipe Kim DongYoung, ¿Aceptas a él príncipe Suh Johnny como tu futuro esposo para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?
Era ahora o nunca.
—No.
La gente alrededor se quedó perpleja, mi padre rápidamente intentó acercarse a mí pero fuí más inteligente que el y salí corriendo del lugar.
Mi corona calló en algún lugar de aquel salón y con ella todas las responsabilidades al ser un príncipe, todas las cosas que tendría que soportar por no poder elegir con quién estar el resto de mi vida.
Fuera del castillo estaba él, cabello plateado y una armadura de caballero reluciente.
—Sabía que vendrías —Yuta me tendió la mano y con algo de esfuerzo logré subir al caballo.
—Estoy eligiendo por mi mismo por primera vez en la vida, elijo pasar el resto de mis días con tu compañía.
Dicho esto el caballo comenzó a correr a toda velocidad alejándose cada vez más de aquel reino que me había prohibido ser yo mismo o escoger el tipo de vida que quería.
La lluvia nos hizo compañía a mitad del viaje, todo el maquillaje quedó completamente olvidado, el lujoso traje que traía puesto completamente empapado y Yuta aprovechó todo esto para reírse de mí.
Llegamos al lugar donde Yuta había nacido, una pequeña aldea donde fui muy bien recibido, donde encontré un hogar que tal vez nunca tuve.
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Un pequeño one shot YuDo porque se me hacen muy cutes