El ambiente dentro del apartamento estaba tenso, en total silencio sólo se oían las respiraciones, el castaño con partes anaranjadas en su cabello, miraba la torre que está en el centro de la mesa dudoso. Había hecho una apuesta de quien perdía primero, y realmente no tenía ganas de entregar su dinero a sus amigos. No hoy.
—¡Por amor al beyblade Nile!, ¡Escoge de una vez! Nos estamos impacientando aquí. — Cuando el peliverde habló con un tono notablemente fastidiado era claro que hablaba por el mismo, realmente el único pelinegro del lugar no parecía darle mayor importancia a sus dudas.
—Ugh. —Soltó un suspiro entre irritado y ligeramente nervioso, finalmente se decidió por sacar una pieza que según a su vista parecía fácil de sacar, después de todo si la tocabas esa era la que sacabas. Maldición. ¿Quien rayos hizo las estupidas reglas de este juego? Quién sea que haya sido tenía su odio.
Finalmente, tocó la pieza y nuestro ojiverde rogó a cualquier Dios existente que la torre no se caiga.
Lastimosamente ningún Dios allá arriba lo escucho, porque al minuto de haber sacado la pieza, la gravedad hizo lo suyo y la torre cayó y se derrumbó totalmente sobre la mesa.
—Genial. Ahí se fueron mis yenes.
—Tu apostaste, no es mi culpa que el equilibrio te odie. —Dijo con un tono claramente burlón la persona sentada frente a él.
—Sí, sí, lo que tú digas Kyoya. —Habló el dueño de Horuseus claramente fastidiado.
—Vamos chicos, fue una apuesta justa, aunque ninguno apostó por mí...
—Porque apostar por ti habría sido muy estupido, con tu buena vista sabías cuáles piezas sacar y cuales no. Habría perdido todo mi dinero como Nile en este momento.
—Jaja. Que gracioso Kyoya, muy gracioso. —El castaño pelianaranjado sacó su billetera sacando los billetes y monedas correspondientes a la puesta que hizo anteriormente con el peliverde antes de empezar el maldito juego.
—Gracias a ti Nile. —El dueño de Leone habló con ese tono burlón que lo caracterizaba mientras tomaba los billetes que Nile le daba como resultado de la apuesta guardándolo en su gabardina.
—¿Y bien?... ¿Que quieren hacer ahora? —preguntó el de ascendencia africana con tranquilidad, buscando opciones en el apartamento del ojiazul en el que estaban los tres jugando jenga.
Se preguntarán qué es lo que hace el equipo africano "Wild Fang" en Japón, y en el apartamento de los Tategami. Pues tanto Nile como Demure visitan muy seguido a Kyoya, tanto que él mismo peliverde piensa que ellos pasan más tiempo en Japón que en su misma natal África, no se queja claro, ambos son buena compañía y ninguno es muy gritón o enérgico. Solo soporta tres personas con ese tipo de personalidad. Pero ese par pasa más tiempo en su apartamento y en Japón que a este punto a su hermano se le hace raro que no estén. Y él jamás estuvo tan agradecido que en la habitación de invitados hayan dos camas, al principio cuando las compraron le pareció totalmente innecesario y hasta una manera estupida de gastar el dinero, pero ahora mismo estaba aliviado de que hayan comprado ambas.
—Deberíamos ir a dormir, después de todo mañana vamos a salir con Gingka, Masamune y su grupo. —Habló el egipcio con un tono bastante bien camuflado de emoción.
Curiosamente solo Kyoya notó el tono y alzo un ceja curioso. El pelinegro se levantó y fue al baño, dejando solos a los otros dos bladers, Nile lo miro extrañado.
—¿Que ocurre?
El león simplemente se encogió de hombros.
—Vamos Kyoya, dime.
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Las locuras del equipo Wild Fang [Beyblade Metal Saga]
Fanfiction-¿Que tan mal puede acabar esto? -preguntó en voz alta el de ascendencia egipcia -Pudo ser peor. -contestó Benkei -¡No digas eso, siempre pasa algo todavía peor cada vez que lo dicen! -reclamó Demure -¿Entonces llamaste a Gingka y vendrá por noso...