Libro II: 05 | Número 0.

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24 de agosto, 2022. 07:53 AM

C.E.A.M.



Me quedo inmóvil, sintiendo cómo cada mirada del círculo se clava en mí. La palabra «número 0» todavía resuena en el aire mientras el pánico empieza a abrirse paso lentamente.

Tiene que ser una broma de mal gusto.

No, no es una broma. Rage me está poniendo a prueba, comprendo.

Sigue poniéndome a prueba.

Tal vez me haya aceptado como posible soldado más de la Organización, pero todavía no he pasado todos los filtros de aptitud. Veo la chispa de interés en la mirada de Rage, incluso en la de Akhern. No me da tiempo a calcular mi siguiente movimiento antes de que Reeve se acerque a mí en silencio y me empiece a quitar el inhibidor.

El frío metal resbala de mi cuello y vuelvo a sentir la vibración de poder recorrerme los huesos.

—Usar los poderes está prohibido en los combates cuerpo a cuerpo —me dice en un murmullo, y su tono cambia, más áspero—. Lo que quiere decir que tienes prohibido manipularle la mente. Si lo haces, tendrás un castigo.

Apenas puedo prestar atención a lo que me está diciendo y, francamente, me da igual. No podrán castigarme porque cuando me meta en esa pelea, la número 9 me va a hacer trizas. Estaré muerta al instante.

Reeve se aparta y me empuja para que eche a caminar hacia el centro. Los soldados siguen inmovilizando a la Alterada contra el suelo, pero ella ya no se mueve. Está mirándome. Evaluándome. No me reconoce, y eso parece confundirla. Pero no solo es ella.

El círculo de Alterados me persigue con la mirada mientras me dirijo al centro. Ahora que no llevo el inhibidor, mi aura es visible. No creo que sean conscientes de quién soy, pero se lo preguntan. Lo noto en la forma en que deslizan los ojos desde mi cara hasta mis pies.

Me quito los guantes para dejarlos caer al suelo y mi mente intenta aferrarse a cualquier fragmento de mis entrenamientos con Elías. Intento recordar cómo bloquear, cómo leer los movimientos del oponente y buscar oportunidades de ataque, pero sé que hemos entrenado durante muy poco tiempo y que mis aptitudes rozan lo básico. ¿En comparación con un Alterado que ha entrenado quince años? No tengo ninguna oportunidad.

Los soldados se apartan de la Alterada y ella no espera. Carga contra mí con un grito salvaje que me hiela la sangre. Apenas me da tiempo a levantar los brazos para bloquear antes de que su cuerpo choque contra el mío. Su primer puñetazo me impacta en el hombro derecho y el dolor se esparce rápidamente. Intento retroceder para rodearla, pero ella es más rápida. Me golpea en el costado, en las costillas, en el esternón, en el estómago y me corta la respiración. Cuando me encorvo hacia delante, hunde otro puñetazo en mi mandíbula.

La sangre se acumula debajo de mi lengua y consigo retroceder hacia atrás, logrando esquivar su siguiente ataque y la rodeo para ponerme detrás de su espalda. Eso me da un segundo de tregua para recuperar el aliento. Se vuelve hacia mí con un giro de patada que impacta contra el lateral de mi cabeza y la fuerza me desorienta tanto que me tambaleo a un lado con la visión desenfocada, pero antes de poder recuperarme, vuelve a lanzarse sobre mí, y yo trato de bloquear. Aunque, en medio de sus ataques sin tregua, noto algo. Siento algo. Hay una energía que envuelve cada uno de sus golpes, como un flujo de electricidad que sigue cada uno de sus ataques.

Al principio no consigo descifrar qué es ni por qué se siente así.

Pero sé que está sucediendo algo muy extraño.

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