Me desperté antes de que el sol saliera, arreglé mi mochila con todo lo que necesitaba y después de me metí en la bañera hasta que el sol salió. Un último baño relajante en el cielo. Después de estar ahí por otros minutos, me vestí con unos jeans negros, botas negras, y guardé una cazadora jean y una camiseta blanca en mi mochila para cuando estuviésemos en la tierra. En el cielo preferíamos ir sin camisetas cuando teníamos que volar, ya que era bastante incómodo con las alas porque siempre acababan destrozando las camisetas. Las mujeres usaban camisetas especiales, que parecían tops y estaban hechas especialmente para que fueran fáciles de llevar con las alas.
Saqué mis espada y presioné su pomo para que se convirtieran en un sencillo anillo dorado, que salió volando y entró en mis dedo sin yo tener que ponerlo ahí. Sería raro pasear por la tierra con espadas, y claro, así eran más fáciles de transportar. Cuando salí de mi habitación, entré a la cocina donde Josephine preparaba el desayuno, mientras que Grace y Ava charlaban en la mesa.
-Buenos días -dije, y me senté al lado de Grace-.
Cada una me respondió y Josy me sirvió mi desayuno, al igual que a Grace y a Ava.
-Todo irá bien -les dije luego de unos minutos, ya que estaban muy calladas y eso no era propio de ellas-.
Siempre se ponían así antes de que me fuera, pero hoy lo estaban aún más. Con los ataques constantes de ángeles rebeldes y ahora una misión secreta, parece que les era difícil estar tranquilas.
-Lo sabemos, pero igual nos preocupamos -dijo Ava, dándome una sonrisa tranquilizadora-.
-Si, y además te vamos a extrañar -agregó Grace-.
-Probablemente no esté afuera durante mucho tiempo -dije para intentar tranquilizarlas-.
Las tres me miraron, obviamente sin creerme, pero dándome sus mejores caras de que sí lo hacían. Seguimos comiendo y charlando de cualquiera cosa. Josephine habló de su vecina, que no la había dejado dormir la noche anterior, y Grace nos contó que una de las sirvientas de Jacob estaba saliendo con nuestro chef principal (el que siempre hacía nuestras cenas). Ava no tuvo nada que agregar, pero añadía comentarios a cada tema. Cuando terminamos de comer y hablar, les di un abrazo y un beso a cada una, y bajé a encontrarme con mis hermanos. Estaban todos, menos Nathaniel, esperándonos en unos bancos que estaban afuera del edifico. Aleena ya estaba ahí, con dos mochilas y mucha impaciencia.
-¡Finalmente! Siento que llevo una eternidad esperándote -se quejó-. ¡Y aún falta Nataniel!
-Tranquilos, tranquilos. Nathaniel ya está aquí -dijo él, apareciendo detrás de mi-.
Nathaniel era unos centímetros más bajo que yo, con cabello rubio y una sonrisa encantadora. Sus ojos grises siempre te miraban como si supieran tus secretos más profundos y le parecieran la cosa más divertida de la historia. Sus ojos eran más intimidantes al saber que, en realidad, posiblemente si sabía tus secretos. De una forma o otra, Nate siempre se enteraba de todo. Era casi imposible guardarle secretos. Casi.
Jacob fue el primero en despedirse.
-Intenten volver pronto, ¿de acuerdo? -dijo Jacob, luego de darnos un abrazo a cada uno-.
Leah me dio un largo un abrazo y un beso en la mejilla. Cassius, Sebastian y Clayton me abrazaron, Sebastian me dio un beso en la frente.
-Pateen algunos traseros por nosotros -nos dijo Josiah-.
Alessandra y Maeve me abrazaron y me llenaron de besos. Me hicieron prometerles que volvería.
-Pues claro que volveré -les aseguré-.
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Silver and Golden Blood
FantastikMientras que en el cielo ángeles rebeldes atacan constantemente con el único fin de causar alboroto, Cal, Aleena y Nathaniel tienen que investigar, bajo orden de sus padres, los 4 Arcángeles, lo que los demonios están planeando en la tierra.