Esa noche no dormí nada y no era por que se nos apareciera un deshabitado, si no por miedo a que vinieran por mí dejando atrás todo lo que tenía aquí.
Cordelia y yo dormimos en el sillón rojo, mientras que Miles se quedaba con el sillón negro. Estos no eran muy cómodos, pero no los mandaría a las habitaciones de invitados, preferimos estar juntos en caso de otra aparición.
El cielo no aclaraba, debido a lo temprano que habíamos amanecido. No nos hablamos muchos, no después de decidir ayer quien dormía en cada sillón. El desayuno fue rápido e incómodo, sin ni una palabra que saliera de nuestras bocas. En realidad, no era por que estuviéramos molestos, si no por que no teníamos nada que decir, la visita de ayer había sido inesperada causando un gran alboroto entre nosotros. Ellos no debían formar parte de esto, pero querían parecer los valientes de la historia.
- Adiós -se despidió Miles con la mano mientras él y Cordelia se subían al auto del hermano de ella-. Cualquier cosa no dudes en llamarnos.
Ahora estaba sola. Mi madre se había ido y mis amigos ya no querían pasar más tiempo conmigo y menos en esta casa, donde tenían la posibilidad de encontrarse con "ellos" y no les echaba la culpa, pues cualquiera en su sano juicio se retiraría en este momento de la partida, hasta yo lo había intentado. Una vez le había preguntado a Zoella cual era la forma de deshacerme del Don, pero ella me dijo que eso no era posible, pues los Dones eran regalos y "A caballo regalado, no se le miran los dientes", además el Don no se eliminaba, si no que se pasaba de persona en persona, a través de la muerte.
Subí a mi pieza y saqué mi computadora para terminar mi informe sobre la aparición de tumores en pacientes menores de edad. Estaba estudiando traumatología en la universidad, a diferencia de Miles que decidió la carrera de neurología. Aún me recuerdo cuando me llamó y me dijo que tenía que contarme algo importante y me citó al parque más cercano. En ese momento salí rápido de mi casa y lo encontré con un papel en su mano. Era su solicitud aceptada de la universidad, la misma a la que yo iría.
Ya pasadas dos horas, decidí apagar el computador y me levanté. Mi pieza estaba hecha un desastre. Había polvo por todas parte, hasta era posible distinguir las pequeñas partículas en suspensión gracias a la luz que entraba por mi ventana entre abierta, la ropa estaba tirada por todos lados, sobre mi cama y mi velador, sin contar los libros en el suelo, escritorio y cama. Bajé en busca de una escoba.
Con la escoba ya en la mano, me dirigí a mi pieza. Bajo mis pies podía escuchar el crujido que provocaba la escalera por mi peso.
Y ahí estaba. Este era un hombre, en realidad un chico, solo un poco más alto que yo. Se encontraba apoyado en el alféizar de mi ventana. Su pelo era más gris que el de los demás, pero su piel mantenía el mismo tono promedio. Se volteó cuando abrí la puerta y me detuve de golpe bajo el umbral.
- ¿Alexa Winters? -preguntó.
- ¿Quién eres tú? ¡¿Por qué no me dejan en paz?! -dije en el momento en que le arrogaba la escoba, pero fue demasiado rápido y la agarró antes de que lo golpeara.
- Por tú tono a la defensiva, creo que eres tú. Claro que la médium nunca me dijo que reaccionarías así, hablaba bien de ti -su voz era serena y delicada. Hablaba despacio como para que yo lo entendiera mejor-. Me llamo Caden.
- ¿Médium? ¿De mí?
- Me extraña que no te haya dicho nada. En fin, necesito tu ayuda. Pronto necesitarás la mía.
No sabía de lo que hablaba. Empecé a temblar al darme cuanta del enorme frío que traía él consigo, mayor que el de otras personas. Me deslicé contra la pared y apoye mi cara contra mis rodillas. No podía llorar en frente de un deshabitado, me vería más débil de lo que soy.
- Oye -dijo mientras se acercaba a mí-. Se que ahora no entiendes, pero necesito tu ayuda... no nos podemos quedar más tiempo aquí...
Se quedo en silencio. Pude escuchar lo mismo que él. Era un sonido indescriptible, una mezcla entre un rugido, como el de un león, y el de un motor en marcha. Sentí como la cosa subía por las escaleras deprisa. Caden me señalo que me levantara y le hice caso. Su respiración era agitada al igual que la mía, debido a que no sabía que había irrumpido en mi casa. Él maldijo en voz muy baja, sin poder distinguir que decía.
- Viene a por ti -dijo en el momento en que metía las manos en sus bolsillos en busca de algo-. No te preocupes, no te pueden tocar en esta dimensión, los Mayores deben haberse enterado de que venía. Maldición -dijo al darse cuenta de que no tenía lo que buscaba.
Me quede mirándolo atónita sin saber que decir, o mejor que hacer contra las cosa que venía hacia mi. La puerta de mi habitación se abrió de golpe dejando asomar a la criatura. Era realmente horrible, tenía una enorme cabeza negra, la cual estaba compuesta por una gran cantidad de vellosidades igual de larga que un dedo corriente, esta no tenía ojos. En vez de boca o hocico, tenía un enorme tajo que le partía la cara de arriba hacia abajo. El resto de cuerpo alcanzaba mi altura, esta también era de color negra, pero de ella se asomaban pequeños clavos, o eso parecían, a los cuales no me iba a acerca. No tenía brazos ni piernas, solo se arrastraba hacia nuestra dirección.
- ¡Si tú lo tocas se esfumara, recuerda que no podemos mantener contacto con vivientes!. -gritó sobre todo ese ruido Caden al tiempo en que retrocedía.
- Esto tiene que ser una broma...
La criatura empezó a contraerse de forma voluntaria, no sabía que venía a continuación, así que agarré una lampara que era lo más cercano que tenía y se la arrojé. Caden tenía razón, la criatura empezó a convulsionar y se desvaneció como todos los demás, se hizo polvo el cual se fue llevado por una ráfaga provocada por la desaparición. Me volteé para ver a Caden, pero este ya no estaba, se había ido junto con ese monstruo, llevándose con él todo el ruido y caos.
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Deshabitados
Fiksi RemajaTodo cambió, sin derecho a reclamar. Para Alexa ya nada a sido lo mismo después de cuatro años del accidente, incluso no le importó tener que vivir con lo que le tocó. Pero las cosas siguieron, y seguirán, cambiando y ahora muchos dependerán de ell...