Lo que fuimos. ~ZoSan~

No es lo que crees.

Después de terminar la comida, Sanji les pidió a ambos chicos que le ayudaran a poner la mesa, llevando los platillos que había preparado más los cubiertos, platos y vasos que ocuparían para servirse. El Rubio podía notar la extraña tensión que había entre ellos, era muy latente y él era experto notando esas cosas, pero esta vez no sabía realmente lo que pasaba por la cabeza de estos dos. Ambos parecían pelear en sus miradas, pero no estaba seguro de quien era el ganador realmente.

-Luffy y los demás, la comida ya está lista, vengan a lavarse las manos y después siéntense en la mesa.- habló en voz alta y en un par de segundos, más rápido de lo que hubiese imaginado, tenía a Luffy frente a él, atravesándolo para alcanzar el lavabo y limpiar sus manos. -Que rápido...- susurró para si mismo y, después de asegurarse de que todos tenían las manos limpias, se sentaron en la mesa y comenzaron a comer.

-¡Woooah!- el chiquillo pelinegro era quien más expresivo solía ser, pues si estaba feliz, triste o enojado, se podía notar a kilómetros, y más aún cuando este soltaba sus característicos comentarios divertidos. -¡Está delicioso! ¡Gracias Sanji!- dijo con un pedazo de carne en la boca, Nami frunció el ceño y tuvo que controlarse para no golpear al pelinegro por los pocos modales que poseía.

Zoro jamás había probado algo tan delicioso, los sabores de la comida se mezclaban perfectamente en su boca, olvido todo por algunos segundos y se concentró en la comida. Era realmente buena.

Miró por algunos segundos al rubio, este estaba con una sonrisa en su boca, amplia, mostrando completamente sus dientes. Feliz de recibir los elogios de sus amigos por su comida, riendo por la cara de fastidio de Nami al ver como Luffy llenaba su boca hasta que sus mejillas se llenasen por completo. Era un ambiente agradable, demasiado agradable... incluso tanto que el miedo le invadió, miedo a perderlo todo.
Su oreja comenzó a picar, la marca... se había hecho más grande.

Law por otra parte, ya había notado la mirada de Roronoa, pues siempre estaba atento a su alrededor, cuidando y sobre-protegiendo al rubio de lejos, asegurándose de que él estuviera bien. Era su guardián en las sombras.

Después de cenar, todos se fueron a sus casas, para mala suerte de Zoro, se enteró de que Law y Sanji vivían juntos, pues al ser chicos de intercambio, compartían un mismo departamento y eso hizo que la sangre del peliverde ardiera a montones. Solo pudo observar cómo ambos chicos se iban hacia el lado contrario que él, alejándose. Le molestaba.

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Esa misma noche, el peliverde había tenido un sueño, como un recuerdo desbloqueado. Se trataba de la noche anterior a la tragedia.

Recuerda como Sanji estaba de pegajoso con el, sus sentimientos cada vez salían más y más a la luz. La tripulación estaba teniendo sus sospechas, y esto hacía preocupar al demás, uno que recordaba la rabieta que había hecho cuando lo conoció, aquel día en el que Zeff y los demás habían dicho que su sopa estaba asquerosa... recuerda como comenzó a soltar patadas como un niño pequeño.... a Zoro le preocupaba lo que dijeran de él, le preocupaba arruinar su sueño por sus estupidos sentimientos. Estaba feliz, claro que si, cada vez que Sanji tenía un detalle para él, su corazón estallaba de calor y emoción, verdad que lo adoraba y amaba... pero fue cruel aquella tarde.

-Zoro~... deja esa cara larga y sonríe más, parece que todo el día estás enojado o amargado... eso no es lindo...- pudo ver el puchero que se había formado en su rostro y pensó en lo lindo que podía llegar a ser una persona como él.

-¿Quien carajo quiere ser lindo?- Zoro no quería decir eso, él quería tratarlo y decirle todo lo que sentía, sin embargo se estaba comportando como un idioma... por su bien. -Deja de decir tonterías...- quería detenerse, vio como su rostro cambiaba inmediatamente a uno serio y dolido. Era un estúpido.