Cap 8

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Por un rato guardaron silencio, y se limitaron a mirar por la ventanilla. Entre ambos, "Maxo" se balanceaba ligeramente, golpeándolos con sus anchos hombros de acero. Kelly contemplaba los edificios, cerrando y abriendo las manos en el regazo, como si se preparara para luchar quince rounds.
—¿Eso que llevan es un luchador B? — preguntó el conductor, por sobre el hombro.
Kelly, sorprendido, miró hacia adelante y se las compuso para sonreír.
—Así es, — respondió.
—¿Va a pelear esta noche?
—¡Ajá! "Maxo el Luchador". A lo mejor usted lo oyó nombrar .
—No .
—Llegó a ser casi campeón de los semipesados.
—¿De veras?
—Sí, señor. Sabe quién era Dimsy el Duro, ¿no?
—Creo que no.
—Bueno, Dimsy el Dur...
Kelly se interrumpió para echar una mirada a Pole, quien se agitaba en el asiento, irritado.
—Dimsy el Duro tenía el tercer puesto en el ranking de los semipesados. Todos decían que se iba para arriba. Y mi muchacho lo volteó en el cuarto round. Un cross de izquierda, ¡bang! Dimsy casi va a parar a las sogas. Fue magnífico.
—¿De veras? — preguntó el conductor.
—Sí señor. Si tiene oportunidad, pase esta noche por el estadio. Verá una buena pelea.
De pronto, Pole intervino para preguntar:
—¿Ha visto a ese Rayo de Maynard?
—¿Al Rayo? ¡Por supuesto! Ese sí que es un luchador. Ha ganado siete como si nada y pronto estará primero, apostaría cualquier cosa. A propósito, pelea esta noche. Con un montón de hierro viejo que mandan del este, un modelo B-2, según me han dicho.
Y el conductor soltó una risita burlona.
—El Rayo lo hará pedazos — dijo.
Kelly clavó la vista en la nuca del conductor; la piel de sus pómulos se había puesto muy tensa.
—¿Sí? — dijo inexpresivamente.
—Por supuesto, hombre, si...
De pronto, el taxista se interrumpió para mirar hacia atrás.
—Oiga, ¿usted no será?...
Volvió a mirar hacia adelante, agregando:
—Disculpe, yo no sabía. Hablaba en broma.
—Está bien — dijo Pole —. De cualquier modo, tiene razón. Kelly envió una mirada fulminante a la cara sombría de Pole.
—Cállate — dijo, en voz baja..
Se recostó contra el asiento para contemplar la ciudad a través de la ventanilla.
—Le voy a comprar un poco de pasta lubricante — dijo— una manzana más allá.
—Muy bien — exclamó Pole —. Nos comeremos las herramientas.
— ¡Vete al diablo! — respondió Kelly.
El coche se detuvo frente a la fachada de ladrillos del estadio, y ambos pusieron a "Maxo" en la acera. Mientras Pole lo sostenía inclinado, Kelly se agachó para colocar la rueda en su sitio. Por último, Kelly pagó lo que marcaba el taxímetro, ni un centavo más, y avanzaron hacia el callejón, empujando a "Maxo".
—Mira — dijo Kelly, señalando con la cabeza la cartelera del frente. La tercera pelea de la noche era:

EL RAYO DE MAYNARD
vs.
MAXO EL LUCHADOR

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