Cap 9

68 1 0
                                    

—Qué negocio — dijo Pole.
La sonrisa de Kelly desapareció. Iba a decir algo, pero apretó lo labios, sacudiendo la cabeza. En su irritación, grandes gotas de sudor cayeron sobre la acera. "Maxo" chirriaba; lo llevaron por el callejón, lo subieron por los escalones de la puerta. La rueda de la base volvió a salirse y cayó rebotando por los peldaños de cemento, ninguno de ellos dijo una palabra. Adentro hacía más calor aún. No soplaba una brisa.
—Esto es fresco como una alacena — comentó Pole.
—Busca la rueda — dijo Kelly.
Se alejó por el angosto vestíbulo, dejando a su compañero a cargo de "Maxo". Pole apoyó al robot contra la pared y se volvió hacia la puerta. Kelly llegó a una oficina y llamó con los nudillos en el vidrio de la puerta.
—Sí — dijo una voz desde adentro. Kelly entró, quitándose el sombrero. Un hombre gordo y calvo, sentado ante el secretario, levantó los ojos. El cráneo le brillaba de sudor.
—Soy el dueño de "Maxo el Luchador" — dijo Kelly, sonriente .
Alargó su enorme mano, pero el otro la ignoró.
—Me preguntaba si llegaría a tiempo — dijo el hombre que se llamaba Waddow —. ¿Su luchador está en buenas condiciones?
—Óptimas — respondió Kelly, alegremente —. Óptimas. Mi mecánico, que es de primera clase, lo desarmó y volvió a armarlo en Fila, antes de venir aquí
El hombre no parecía muy convencido, por lo que Kelly agregó:
—Está en buen estado.
—Ha tenido suerte al conseguir una pelea para un B-2 — observó el señor Waddow —. Aquí, hace dos años que no aceptamos ningún modelo anterior al B4. Pero el luchador que teníamos en vista se arruinó en un accidente automovilístico.
—Bueno, no se preocupe — dijo Kelly —. Mi luchador esta en condiciones óptimas. Es el que noqueó a Dimsy el Duro en Madison Square, hace cosa de un año.
—Quiero una buena pelea — dijo el gordo.
—La tendrá — respondió Kelly, sintiendo una dolorosa contracción en los músculos del estómago —. "Maxo" está en buena forma. Ya verá. Óptimo.
—Quiero una buena pelea, eso es todo. Kelly lo miró fijamente por un instante, antes de preguntar.
—¿Tiene algún vestuario que podamos usar? El mecánico y yo quisiéramos comer algo.
—La tercera puerta del vestíbulo, a la derecha — dijo el señor Waddow —. Su pelea va a las ocho y media.
—Okey — asintió Kelly.
—No se retrase — recomendó Waddow, volviendo a su trabajo.
—Este... ¿y qué pasa con...?
—Se cobra después de la pelea — le interrumpió el hombre. La sonrisa de Kelly se hizo vacilante.
—Okey — dijo —. Hasta luego.
Y como Waddow no respondiera, se dirigió hacia la puerta.
—Nada de portazos — indicó Waddow.
Kelly salió sin golpear la puerta.
Ya en el vestíbulo, indicó a Pole:
—Vamos.
Ambos empujaron a "Maxo" hacia el vestuario.
—¿Y si lo revisáramos? — propuso Kelly.
¿Y si comemos? — saltó Pole —. Llevo seis horas sin probar bocado.
Kelly suspiró ruidosamente.
—Está bien — aceptó —, vamos.
Mientras situaba a "Maxo" en un rincón del cuarto, Kelly dijo:
—Preferiría dejar el cuarto cerrado.
—¿Para qué? ¿Crees que te lo van a robar?
—Es valioso.
—Sí — replicó Pole — todas las antigüedades son valiosas.
Kelly cerró la puerta tres veces antes de que el pestillo funcionara, y se marchó meneando la cabeza con aire de preocupación. Mientras cruzaban el vestíbulo echó una mirada a su muñeca y se encontró, por centésima vez, con la banda blanca dejada por el reloj empeñado.

☺ Gigante de acero ☻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora