- ¿Hace cuanto lo haces? -Preguntó ella mirándome fijamente.
No la soportaba, el simple hecho de que estuviera intentando ayudarme desde hace tres meses me molestaba, tanto ella como yo éramos tercas, orgullosas y resignadas a todo.
- Contesta –Insistió mirándome fijamente.
Ella sabía que su mirada causaba una especie de escalofrío en mi cuerpo, ella sabía los métodos necesarios para hacerme hablar, ella conocía mis puntos débiles, mis gustos e intereses… era como si fuera mi madre, pero no hablaré de esa persona hipócrita que nunca le importó mi bienestar, salvo el dinero que producían mis fotografías en comerciales para bebés.
- ¿Y si no lo hago? –Me enderecé en mi asiento – Si me niego a hablar ¿Qué me hará?, ¿Me inyectará una dosis extra de droga de la verdad? –La desafié, sabía como tratar con la doctora St. Claude.
Madison St. Claude era una psicóloga reciba con honores en Harvard, tenía un título perfectamente enmarcado en un cuadro dorado en una de las paredes de su espacioso consultorio .Junto a este, estaba su maestría en psicología y un doctorado en Medicina… ¡Cosas superficiales! Si había algo que detestaba más que a mi vida eran los psicólogos, y hace tres meses venía lidiando con una.
- _____ -Me tomó de las manos, su mirada se tornó un poco más cálida –No estoy en tu contra, déjame ayudarte… soy tu amiga –Para serles sincera, Madison era una rubia alta de ojos claros y tez pálida, no aparentaba tener muchos años de experiencia en su trabajo… pero tampoco aparentaba ser esa típica rubia hueca.
- Madison, no me conoces –Le dije y alejé mis manos de las suyas –Esto es una enfermedad, una maldita enfermedad –Con cada palabra se me achicaba el corazón.
- Esta es nueva –Dijo señalando una de las marcas de mis brazos, tenía razón… esa me la había hecho hace unos días -¿Con qué te las haces? -¡Volvemos a las preguntas!
- Okay…-Decidí hablar, si no lo hacía no me dejaría en paz –Al principio solía comprar sacapuntas, muchos –Dije mirando fijamente el escritorio de mármol que tenía en frente.
- ¿Sacapuntas? –Arqueó una ceja confundida.
- Si, los destornillaba y luego juntaba las cuchillas y me auto-mutilaba, por así decirlo –Dije mirándola.
- Eso es macabro _____ -Se llevó una de sus manos a la boca.
- Es la realidad –Rubia tonta, eran las palabras que habría deseado decirle.
- ¿Y luego? –Me incitaba a seguir mi historia.
- Con el tiempo compre un cutter y ahí solamente sucedió…-Miré hacia el inmenso ventanal del consultorio, este día en New York estaba nublado y oscuro… como había sido mi vida siempre.
- ¿En dónde lo hacías? –Continuó preguntando.
- En cualquier tipo de lugar donde me sintiera cómoda, por lo general pasaba encerrada en mi cuarto reclamándome millones de cosas –Volví a fijar mi mirada en ella –Solía encerrarme en el baño con mis audífonos a todo volumen con la música de Eminem y ahí me cortaba –Dije.
- ¿Te gusta Eminem? –Preguntó.
- Me encanta, es mi inspiración… en realidad, el rap y el hip hop son mi debilidad –Ella sonrió al ver la primera sonrisa que se había formado mi rostro en el transcurso de la hora –Escucho muchos artistas en general, pero mas a Eminem y Wiz Khalifa –Confesé, ni siquiera sabía por qué salía con este tema.
- Escucha…-Ella tiró todos sus papeles en el basurero que había al lado del escritorio y sonrió ampliamente –A partir de ahora seremos amigas… ¿Okay? –La miré sorprendida.
- No me tome de tonta doc, todos ustedes dicen eso… ¡Seremos amigos!, ¡Confía en mi! –La miré enojada –Mienten para ganar nuestra confianza y simplemente presentar su tesis con nuestros problemas –Dije.
- No sé de qué clase de idiota me crees _____, pero te aseguro que eres una paciente interesante… me encantaría ser tu amiga –Me dijo entusiasmada.
- Yo… yo, no tengo amigas –Dije apenada.
- ¿Segura? –Preguntó dudosa –Pareces una chica de tener muchos amigos –Sonrió.
- ¿Bromeas Madison? –La miré con una sonrisa amarga en el rostro -¿Quién querría juntarse con una loca que tiene el pelo de colores? –Golpeé con algo de fuerza el escritorio.
- Es tu estilo _____, eso te hace especial… diferente al resto de las chicas rubias –Dijo con un aire materno.
- Odio que me digan rubia, lo odio–Había tratado de ocultarlo desde hace dos años, pero era inevitable la tintura se iba y quedaba al descubierto mi cabello jodidamente rubio y brillante.
- Aunque ahora tengas el pelo de color rosa, eres como yo era de adolescente –Me sorprendió ese comentario.
- No me gusta recordar cosas –Dije fría.
- ¿Por qué lo haces? –Más y más preguntas, Oh Madison… eres tan molesta.
- Soy diferente, en la preparatoria me tratan diferente –Dije algo apenada al recordar las cosas que me hacían las chicas.
- ¿Qué te hacen? –Preguntó casi adivinando mis pensamientos.
- Me molestan –Lo dije con impotencia.
- ¿De qué clase de forma? –Insistía la doctora preguntando.
- Me insultan, llamándome ‘fenómeno’… supongo que lo soy –Me encogí de hombros –Tiran mis libros y me humillan de diferentes formas –Sentía lágrimas recorrer por mi mejilla.
- ¿Qué te hace tan diferente a ellas? –Preguntó conmovida.
- Soy fea, no tengo proporciones físicas grandes, tengo el cabello rubio pero de colores, soy tímida y completamente antisocial… -Dije y Madison no me dejó terminar.
- Eres preciosa _____, una chica preciosa –Me dijo Madison tomando mi mano.
- No me jodas Madison, soy horrible –Dije apenada.
- No te acomplejes linda, no tienes nada que envidiarles a las demás chicas –Intentó hacerme sentir bien-
El sonido del teléfono de su consultorio nos interrumpió.
- Eso es todo por hoy –Dijo ella.
- Está bien –Tomé mi mochila y me levanté de mi asiento.
- ¿Te sientes mejor con algo de lo que hablamos hoy? –Me preguntó anotando algo en mi expediente –Yo creo que progresamos bastante –Sonrió.
- Escucha Madison… no somos ni seremos amigas –Le dije serena –Pero… de alguna forma tus estúpidas preguntas me hicieron sentir bien –Le sonreí secamente.
Al salir de la estúpida clínica me puse mis audífonos y coloqué a Green Day, una de mis bandas favoritas; ¡Olvidé presentarme! Soy una tonta, lo siento .Me llamo _____ Peterson, tengo unos malditos dieciséis años y mi vida en una m*erda; sé que todo esto suena bastante raro y depresivo para mi edad, pero siendo sincera les contaré que tengo motivos para sentirme así.
No tengo familia…en realidad tengo a una mujer cínica e hipócrita que se hace llamar mi madre, pero ella nunca se preocupó por mi, nunca estuvo en casa, nunca me preguntó si estaba bien o cosas así… prácticamente yo era invisible.
Katherine Peterson, mi madre, es una la dueña de una importante empresa de cosméticos que tenía éxito en todo el mundo y circulaba millones .La única persona a la que tenía a mi lado y podía contar con ella era Grace, mi nana que había estado a mi disposición mientras mi madre viajaba por negocios o simplemente se mantenía ausente de mi vida .En el colegio no tenía amigos por ser diferente a todos, mi única amiga era una chica llamada Delilah que vivía al otro lado del mundo en Australia… pero eso no se lo iba a mencionar a Madison, sonaría raro decirle ‘Hey, mi mejor amiga vive en Autralia y únicamente la conozco por webcam’ sería demasiado; se preguntarán… ¿Me gustan chicos? Obviamente que no, todos me desprecian y me evitan de alguna forma u otra… en la preparatoria hay solamente un solo chico que se preocupa por mí: Alan, castaño de ojos claros y desafortunadamente novio de Casey Cooper, la chica más popular de la preparatoria.