CAPÍTULO 1

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ATTIA

-- ¡Attia Brooks!-- Exclamó la profesora.

Pegué un chimpo en mi pupitre por el susto. Había estado absorta en mis pensamientos y ella los había interrumpido bruscamente.

--¿Qué?-- Pregunté un poco aturdida.

-- ¡Que corrijas el ejercicio 5! ¡Venga dime la definición!

Me puse blanca. ¡Los deberes de lengua! ¡No los había hecho!

Con el tema de practicar los ejercicios, que me mandaba mi padre, sobre la magia de sombras, se me habían olvidado por completo los deberes del instituto.

-- Emm... No lo hice.

La profesora soltó un bufido y luego volvió a su mesa para anotar mi falta.

-- Haber... tú Ismael. Dime el ejercicio. -- La profesora señaló al chico que tenía detrás mía.

Mientras el chico hablaba y la aburrida clase continuaba, yo volví a sumergirme en mis pensamientos.

Ese día, por la tarde, iba a ser muy largo. Mi padre, como siempre, "trabajaba" todo el día y Smaul ese día tampoco estaría en casa para ocuparse de mi. Me iba a aburrir a base de bien.

Sonó el timbre que indicaba el cambio de clase. La profesora recogió sus cosas y se fue y el resto de mis compañeros se pusieron a hablar mientras el siguiente profesor no llegaba.

Apenas me percaté de todo esto, mi mente seguía en la otra dimensión pensando en el futuro que me esperaba. Sin embargo una voz interrumpió mis pensamientos.

--Ei ¿Eres Attia verdad?

El chico que me habló era el alumno nuevo que había llegado hacía unos dos días y se sentaba en el asiento delantero al mío.

No le respondí, solo moví la cabeza en un gesto de afirmación.

Él me sonrió. Si mal no recordaba se llamaba Ulíses y a pesar de haber estado aquí tan sólo dos días, como era de esperar, era la novedad de la clase. Pero para su desgracia, a mi no me inspiraba curiosidad alguna.

-- ¿Por qué pasas de mi?-- Preguntó él sin dejar de mirarme.

Suspiré desganada.

-- No paso de ti, simplemente no estoy de humor para hablar.-- Respondí malhumorada mirando en otra dirección.

Me negaba en rotundo a mirarle a los ojos porque sabía lo que sucedería entonces y no era agradable. No era nada agradable saber cuanto le queda de vida a la gente. Cuando va a morir.

-- Es de muy mala educación hablar sin mirar a tu compañero.-- Dijo el toca narices con una sonrisa burlona.

Argghh ¿Pero qué quiere este ahora? ¿Por qué no me deja en paz?

Sin embargo no dije nada, simplemente seguí con la vista perdida en el paisaje que se contemplaba a través de la ventana que tenia a mi lado.

Él suspiró exasperado por no hacerle caso. Estaba claro que no acostumbraba a que las chicas pasaran de él.

-- Te voy a llamar ensombra porque siempre estás perdida en tus pensamientos como una sombra.-- Me dijo de repente.

Me sorprendí ante el comentario. ¡A mi nadie me ponía apodos! Nadie me ponía apodos básicamente porque sabían lo que les convenía. Y ahora él estaba intentando llamarme de una forma que no era conveniente.

No pude contenerme y lo miré a los ojos de forma asesina. Él se asustó de pronto. Un gran dote que yo poseía era el saber poner la cara idónea para aterrar a los mortales. No era muy difícil, simplemente se basaba en dejar todo el odio en la mirada rememorando los confines del infierno, haciéndoselo ver a través de tus ojos.

Sonreí al verlo con el rostro pálido por el miedo. Sin embargo, justo antes de que se diera media vuelta para dejarme en paz, mi poder se activó y pude ver en su interior. Lo vi todo negro con varias sucesiones de futuro. Mil formas distintas de morir.

Aparté la mirada inmediatamente. La cabeza me daba vueltas. Lo que había visto no solía verse muy a menudo, quería decir que su final no estaba escrito, que iba sobre la marcha y tanto podría morir al día siguiente como en muchos años.

El estómago se me revolvió y sentí náuseas. Esto era lo que me pasaba cada vez que mi poder se activaba. Era algo horroso que ni tan siquiera era capaz de controlar.

Me fijé entonces en que el chico seguía observándome y su tono de piel había vuelto a la normalidad.

Mierda. Pensé. ¿Por qué no se a girado?

La cabeza aun me daba vueltas y el estómago amenzaba con expulsar todo el desayuno.

-- ¿Estás bien?-- Se preocupó Ulises.

Asentí, pero la verdad era que no me encontraba nada bien.

¿Pero qué me pasa? Nunca antes he estado así de mal por ver el interior de alguien.

Se me nubló un poco la vista y me percaté de lo que me iva a suceder justo antes de caer al suelo y murmuré.

-- Me voy... Me voy a... Des...-- No acabé la frase.

Caí de lado y escuché el ruido de una silla apartándose y unos fuertes brazos me cogieron justo antes de tocar el suelo.

Pude ver a un Ulises preocupado sujetándome antes de perder la consciencia.

Hija de la muerte. (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora