CAPÍTULO 1

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Desperté, abrí los ojos y vi la típica grieta en el techo. El sol entraba por la ventana sin cortina. Supongo que serán las 10:00 am y mi hermana me gritaba desde el piso de abajo:

-¡Luciaaaa! Ya levantate, joder! Hay que darles de comer a las gallinas,y ahorita es la hora en que sale el sexy de Max!- .

No puedo creer que sea mi hermana, llevo 16 largos años tratando de averiguar por qué diablos nos tocó ser mellizas, sí una viene de marte y otra de venus, literal.

- ya voy! Aguanta!- dije, me lavé la cara y me vestí para trabajar en la" granja familiar" solía decir mi bisabuela. Me puse unos jeans un poco rotos, una camiseta desteñida, mi gorra y las converse que me heredó mi hermano mayor Adrián : toda una princesa.

Bajé por las escaleras de madera, haciendo crujidos cada vez que pisaba un escalón, vi a mi hermana,nos dimos los buenos días y salimos a fuera. Tomamos un costal de maíz entre las dos y nos dirigimos al corral.

-pobres pollos están hambrientos- dije aún jadeando por el esfuerzo, el costal si que estaba pesado.

Las gallinas estaban revoloteando como locas, unas encima de otras, lanzándose picotazos entre ellas.

Leila abrió el costal y me hizo una seña para empezar a aventarles maíz a las gallinas caníbales.

Observe que Leila se distrajo viendo algo afuera del corral y me dijo:

- esperame aquí Lucy - y salió dejando me sola con las aves.

Les eché una buena cantidad de maíz y salí del corral envuelta en curiosidad.

Y no me sorprendió lo que vi.

Leila fue a coquetearle a Max.

Para mi gusto está mal que las mujeres le anden coqueteando al vecino. Max es un buen chico, dos años mayor, perdió a su madre hace siete años y desde entonces dejó de estudiar ( igual que Adrián, Leila y yo) entonces se dedico a ordeñar vacas para ayudarle a su padre, que es lechero.

No voy a mentir, está guapo: cabello rubio, ojos color miel y de tez clara. A pesar de que Leila dice que es sexy, no tiene musculatura, es un charal  guapo.

Y derrepente interrumpo la charla de mi hermana y "charal".

-¿que onda?- dije indiferente, aunque sabía que Leila detesta que la interrumpan cuando está con un chico.

-Hola Lucy- me saluda Max con una enérgica sonrisa

-Lucy..- masculló Leila con un gesto que en idioma hermano significa:" lárgate ahora mismo, si no quieres que te parta toda tu madre".

Yo Sonreí, me encanta hacerla enojar.

-Bueno chicos, lamento interrumpir su plática, pero tenemos mucho trabajo que hacer - dije, tomando a Leila con una mano, y diciéndole adiós a Max con la otra.

Max devolvió el gesto y se puso a trabajar con sus vacas.

-¿Por qué mierda haces esto?- me dijo Leila soltándome de la mano

- porque me das pena ajena -solté de repente y seguí caminando

-¿por qué "pena ajena"?- dijo un poco mas calmada

-Vamos, eres Leila Walker, le causas pena a quien sea- Dije entre risas justo antes que me diera un empujón con las dos manos.

Entramos al granero, cada una tomó una pequeña cesta de paja y proseguimos a ejecutar nuestra tarea de temporada: recolección de huevos.

-Hola señora Daisy, tomaré esto si no le importa- dijo Leila mientras le retiraba con delicadeza los huevos a una gallina.

-¿Ya sabes qué vas a querer de cumpleaños Lea?- le pregunté, empezando con el segundo piso de las gallinas.

-En realidad no lo he pensado, quizá unas zapatillas, hace tiempo que quiero unas...-

-¿Tú? ¿zapatillas? eso quiero verlo- solté una carcajada demasiado fuerte, pero no me percaté de ello hasta que la gallina que tenía en frente salió despavorida por el susto que le saqué y empezó a revolotear en mi cara.

Leila corrió en mi ayuda, abrazó a la señora Perkins y la metió en el cuadro que le correspondía, quedé en el suelo, despeinada y con la cesta de huevos regada en el suelo del granero.

-Idiota-Dijo Leila mientras me tendía una mano-¿Segura que soy yo la que causa pena ajena?- Dijo riéndose la muy hija de puta.

-Cállate- Me levanté y junté los pocos huevos que no se habían roto. Maldita sea pensé, papá se enojará cuando sepa que rompí una de  nuestras fuentes de ingresos.

De repente escuché un ruido, un motor.

Leila y yo nos volteamos a ver, el ruido se iba acercando. Dejamos nuestras cestas en una reja que estaba cerca y nos disponíamos a salir cuando el sonido cesó.

Se escuchó la puerta de una camioneta abriéndose y luego cerrándose de golpe.

Y entonces, esa misma persona que probablemente azotó la puerta segundos antes se posó en la puerta del granero con una amplia sonrisa.

Era él.

Había vuelto.

FIN DEL CAPITULO 1

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⏰ Last updated: Dec 10, 2016 ⏰

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LUCÍAWhere stories live. Discover now