Amelié
Su pecho subía y bajaba con cada respiro, su boca estaba entreabierta y de vez en cuando murmuraba alguna que otra frase inaudible. Me encantaba mirarlo, parecía lleno de paz. Llevaba largos minutos observando cada imperfección que habitaba en su rostro, sin embargo seguía pensando que era jodidamente hermoso.
- ¿Amelié? -Aún tenía sus ojos cerrados pero de igual forma colocó todo el peso de su cuerpo sobre uno de sus lados para quedar frente a mí. Buscó mi cintura con su mano y de un movimiento terminó con la distancia que había entre ambos.
Aquella imagen me producía ternura, tanta que no pude evitar liberar una sutil risa.
-Buenos días. - Rodeo todo mi cuerpo con su brazo y descansó su cabeza sobre mis pechos, no sin antes repartir unos pocos besos en ellos.
-Buenos días, Osorio. -Deposité un corto beso sobre su frente y comencé a acariciar su cabello delicadamente. Tomaba mechones y los enredaba al rededor de mi dedo.
-¿Sabes? Antes de vernos hablé con Sophie. -Esperé unos segundos para verificar que oía, asintió y continué. -No sé que hice mal aquel día. -Dije haciendo referencia a nuestra pelea. -Yo... -De un segundo a otro las palabras parecían esfumarse, ya no sabía como continuar.
-Dilo. -Su voz estaba más ronca de lo normal ya que hacia minutos había despertado.
-Se que seguramente te molestó mi pregunta por alguna razón, y quiero ayudarte. Quiero conocerte, y si crees que no soy la adecuada para tener algo mas que sexo, entonces no tengo problema en marcharme.
Si tenia problemas en marcharme, pero no quería demostrarlo en caso de que tome tal decisión.
-Amelié, no estoy listo para una relación. Ni contigo, ni con otra persona lo estaré, no eres tú el problema.
Se sentó sobre la cama dejando solo al descubierto su torso permitiéndome ver sus tatuajes, mientras refregaba con sus manos, sus parpados.
-No lo entiendes, no quiero ser tu novia. Quiero que confiemos uno en el otro, y que tengamos sexo. Básicamente ser amigos.
-Amigos que follan. Me agrada, solo no me presiones. ¿Si?.
Rodeo con su mano uno de mis brazos y tiró de mi hacia su lado, provocando que quede casi encima suyo.
-Eres un ángel, Amelié. -Murmuró a milímetros de mis labios.
-Que dices, soy una Diosa. -Contesté entre pequeñas risas, intentado ocultar mi incomodidad.
-Tienes razón, un ángel jamas se atrevería a entrar al mismísimo infierno.
Ambos nos mirábamos, sus ojos conectados a los míos, ambos desbordábamos de pasión y deseo. Colocó una de sus manos en mi mejilla y unió su boca a la mía, esta vez era un beso delicado lleno de cariño, para nada salvaje a diferencia de los otros.
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-Gracias, señor Osorio. Nos vemos luego. -Bajé del carro y agité mi mano en modo de despedida.
No podía esperar a contarle absolutamente todo a Sophie, iba a desmayarse. Caminé rápidamente por el camino de piedras que terminaba en la entrada de mi casa y busqué la llave en mi bolso, una vez con ella en mi mano, abrí la puerta y para mi sorpresa mis padres se encontraban parados detrás de esta.
Había quedado paralizada ¿Y si reconocen el auto de Jefnier? ¿Están enojados? ¿Me vieron salir del carro? Mierda, ninguno de los tres decía absolutamente nada solo nos mirábamos con incomodidad. Era la primera vez que el señor Osorio me dejaba frente a mi casa,y eso fue porque estaba segura de que ellos no se iban a encontrar allí.
-Ok, como no dirás nada comenzaré yo. -Mi padre cruzó sus brazos sobre su pecho, y una de sus cejas estaba arqueada, aquello era señal de que estaba enfurecido. -¿Quién era aquel hombre?.
Automáticamente comencé a buscar excusas, solo necesitaba que no pregunten de más.
-Mmh, él iba conmigo a la escuela, de hecho.
-Amelié D'angelo ¿Acaso crees que soy estúpido? ¿Acaso crees que tus padres son estúpidos?.
-Bueno... -Nuevamente me interrumpió.
-Sabes qué, mejor no contestes. Quiero que me digas con quien estas saliendo, el hecho de imaginar que mi pequeña hija no sea virgen, me causa escalofríos. -Deslizó su mano por su cabellera y parecía querer decir mil cosas, sin embargo sus nervios parecían impedírselo. El punto bueno era que no conocían la identidad de la personas que conducía ese lujoso carro.
-¿Me dejas explicar? -Fingí estar ofendida y una vez que ambos asintieron continué. -Se llama Pablo, tiene mi edad. Sus padres son dueños del famoso restaurante al que ustedes insisten en ir todos los jodidos días. El coche es de su madre, se lo prestó ya que íbamos a salir juntos. Y quédate tranquilo, aún soy virgen.
Luego de una larga charla sobre hacerme valer y tener sexo con alguien que me ame, puede librarme de mis padres. Mi cerebro estaba a segundos de fundirse y podía jurar que salia humo de mis oídos. Subí las escaleras, ahora realmente estaba enojada. Una vez en mi cuarto me arrojé sobre mi cómoda cama y le envié un mensaje de texto a Sophie, para mi sorpresa tenía uno de Jefnier.
❝Señor Osorio: Creo que tus padres me vieron, cuando termines cuéntame que sucedió❞
❝Me: Tranquilo, solo vieron tu coche. No creí que estarían en casa.❞
❝Me: Por cierto, ahora te llamas Pablo y eres hijo del dueño de un restaurante.❞
❝Señor Osorio: ¿Pablo? ¿No podías pensar en un nombre más actual?❞
Dejé el móvil sobre el colchón y me dispuse a quitar cada prenda que se encontraba sobre mí cuerpo. Aún tenía lo que me había puesto ayer, y luego del sexo no me he duchado. Me encaminé hacia el baño y al pasar por enfrente del espejo pude notar pequeñas marcas moradas al rededor de mis senos.
-Maldito bastardo. -Murmuré.
Sin dar más vueltas llené la tina con agua tibia y me introduje en ella, cada músculo de mi cuerpo parecía relajarse. Esperé unos segundos y coloqué aceites y líquidos en el agua para que mi piel luciera más saludable y suave como pompi de bebé.
Mis ojos se cerraron por inercia, deslizaba mi manos sobre mis piernas hasta mi vientre, terminando en mis brazos.
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-¿Amelié? -Preguntó alguien desde el otro lado de la puerta. Pude reconocer su voz en una milésima de segundos.
-Pasa, estoy aquí. -Al finalizar mis palabras Sophie se adentró en mi habitación.
-¿Cómo estas? -Se acercó a mi lado, se sentó sobre el colchón y depositó un beso en mi mejilla.
-Bien, ¿tu? Tengo miles de cosas para contarte.
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Wasabi
Fanfiction•Tenia tan sólo 17 años y había logrado conquistar a Jefnier Osorio, el atractivo socio inversionista de mi padre, quien tenia 20 años. Portada por Editorial Silver y -xsusxjx Adaptación.