Tuvo un sueño extraño. Había un hombre joven, de unos 20 años, su cabello era largo y negro, y tenía unos grandes ojos verdes que no dejaban de ver a la luna desde lo que parecía ser la cubierta de un barco antiguo. El hombre se veía enfermo, a punto de morir. Tenía llagas en su cuerpo desnutrido, unas enormes ojeras y los labios resecos como los de un zombie. Una figura femenina apareció detrás del joven, que todo lo contrario a él, tenía un aspecto increíble. Era alta, su piel era pálida y suave, todo el cabello peinado y un hermosos vestido negro. Los dos se miraron un momento y después ella curveó sus labios rojos en una sonrisa macabra.Frank abrió los ojos. Se encontraba acostado en una cama gigante en el segundo piso de la casa abandonada, no recordaba cómo había llegado ahí.
Las cortinas estaban cerradas pero un poco de luz se filtraba por las orillas iluminado un poco el lugar. La habitación tenía el mismo aspecto viejo y desgastado de la sala.
Se puso de pie lentamente, le dolía la cabeza y estaba mareado. Sacó el celular de su bolsillo, tenía 8 llamadas perdidas de Teodora pero lo que más le sorprendió fue que eran casi las 12 del medio día, ¿había dormido tanto?
Junto a la cama, colgado en la pared con papel tapiz de rosas descolorido por los años, había un espejo oxidado. Frank miró su propio reflejo, estaba despeinado, pálido y tenía las ojeras marcadas como si no hubiera dormido en un mes, ademas tenía la garganta seca.
Se dirigió a la puerta, salió de la habitación y bajó las escaleras agarrando fuertemente el barandal para no caerse, pues se sentía increíblemente débil.
Al llegar a la sala trató de abrir la ventana por la que había entrado pero esta seguía atorada. Me quedaré aquí por siempre, pensó. Se dirigió a la puerta principal pensado que si le daba una patada tal vez esta cedería pero no fue necesario, pues la puerta estaba abierta. No lo pensó dos veces y salió de la casa.
Al pasar junto a la casa de Brendon decidió ignorarla totalmente, era lo mejor. Se fue caminado hasta tu casa sin importar mucho que no conocía bien el camino pero se las arregló para encontrar Bella Muerte y a partir de ahí fue mucho más sencillo.
Una hora más tarde llegó a su casa.
—¿Dónde estabas?—exclamó Teodora—estaba tan preocupada, a punto de llamar a la policía.
—Lo siento, tomé de más, Brendon me dejó quedarme a pasar la noche—mintió. Teodora no quería admitirlo en voz alta pero le había alegrado que Frank fuera a la fiesta, se emborrachara y pasara ahí la noche de manera irresponsable. No porque no le importara, todo lo contrario. Frank necesitaba vivir esa etapa que todos los adolescentes vivían y Teodora comenzaba a preocuparse de que siempre estuviera encerrado en su habitación.
—Esos chicos te trataron bien ¿verdad?—la mujer sonrió aliviada al escuchar que Frank había pasado la noche con su amigo.
Frank la miró y tuvo que hacer una gran esfuerzo para no soltarse a llorar y fingir una sonrisa.
—Todos fueron muy buenos conmigo...—se le quebró la voz en la última palabra pero la mujer no lo notó debido a su propia emoción.
—Ay me alegro tanto—exclamó ella—Ahora ve a darte un baño que luces terrible muchacho, eso pasa cuando tomas demasiado... mientras te prepararé algo de comer.
Frank asintió y subió a su habitación, entró a su baño, abrió la llave y dejó que la bañera se llenara mientras se quitaba la ropa. Una vez la tina estuvo lista y llena de agua caliento, se metió y entonces, solo entonces se permitió romper en llanto. Se sentía estúpido, solo lo habían utilizado, robado su dinero y abandonado en una casa vieja, había sido su culpa por haberlo permitido. Jamás volvería a confiar en nadie.
Dejó de llorar cuando recordó el extraño sueño que había tenido. La luna, el hombre enfermo y la mujer de negro. ¿Qué significaba eso? No tenía idea.
Se frotó el cuerpo con una esponja y al llegar a su cuello sintió un extraño dolor. Más tarde cuando salió de la bañera, se miró en el espejo alzando la cabeza, en su cuello había una extraña marca, dos pequeños puntos.
—¿Qué...?—rozó sus dedos por la marca y sintió un ligero ardor pero decidió ignorarlo. Todo era demasiado extraño.
Apenas eran las 4 de la tarde y Frank ya se había puesto la pijama. Bajó a la cocina donde Teodora ya le tenía preparado un plato de pasta con verduras a un lado, una lata de Coca Cola y unas galletas de postre. El chico devoró todo, sentía como si hubiera pasado días sin comer y en cuanto acabó la comida su energía volvió.
—Cuéntame como te fue en la fiesta, ¿cómo son los otros chicos?
Frank bajó la mirada. No quería hablar de eso pero tampoco quería decepcionar a la mujer así que inventó algunas cosas, dijo que se había llevado muy bien con Brendon y Ryan, los tres habían sido inseparables durante la fiesta, que jugaron, cantaron y tomaron hasta que no pudieron más. Teodora solo lo escuchaba fascinada y no paraba de repetir cuando se alegraba por él.
—Mientras dormía en casa de Brendon...—Frank desvió el tema—tuve un sueño extraño.
Frank le contó su sueño a Teodora, sobre el hombre enfermo, el barco y la mujer de negro.
—¿Qué crees que signifique?—preguntó y la mujer se encogió de hombro—tal vez la mujer era la muerte que veía a llevarse al hombre.
—Creo que ves demasiadas películas de terror niño.
El resto de la tarde Frank no dejó de pensar en su sueño, porque si dejaba de hacerlo su mente de inmediato iba a lo sucedido en la fiesta y solo le daban ganas de llorar. Al llegar la noche volvió a soñar. El hombre en el barco, la luna y la mujer de negro, pero esta vez había más.
Era el mismo hombre, mirándose a sí mismo en el mismo espejo en el que Frank se había visto hace unas horas en la casa abandonada, solo que esta vez todo era diferente. El espejo no estaba oxidado, era de un brillante color oro, el tapiz de rosas de la pared estaba impecable y sus colores eran brillantes. El hombre de los ojos verdes, de pie con una traje negro muy elegante, se peinaba el cabello negro hacia atrás. Esta vez no tenía llagas ni las ojeras pronunciadas y se veía mucho más nutrido. Detrás de él apareció la misma mujer de antes, él se volteó para mirarla y ella volvió a curvear sus labios en una sonrisa macabra.
Frank despertó a la mañana siguiente sobresaltado pensando que de nuevo se encontraba en aquella casa pero se alivió al ver que estaba en su habitación. Bajó a la cocina y ahí se encontró a Teodora quien ya estaba haciendo el desayuno.
—Buenos días, dormilón—lo saludo.
—Buenos días...—contestó soñoliento.
—¿Dormiste bien?
—De nuevo soñé con él...—Frank bostezó.
—¿Soñaste con quién?—preguntó la mujer sin recordar la conversación que habías tenido el día anterior.
—Con Gerard...—contestó Frank sin pensar.
—¿Quién es Gerard?
Frank levantó la cabeza y de repente todo el sueño que le quedaba desapareció. ¿Gerard? ¿Quién era Gerard? ¿El hombre de sus sueños tenía nombre? ¿Cómo lo sabía? Se estaba volviendo loco.
—¿Te refieres al sueño que tuviste ayer?—preguntó la mujer recordando—¿ya le pusiste nombre? Que creativa mente tienes niño.
Frank desayunó en silencio, pensativo. No podía dejar de pensar en...Gerard.
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Hola!
Solo para aclarar que en esta historia no existen los vampiros como parte de la cultura popular ( no existe Crepúsculo, Drácula, etc...) es por eso que Frank no sabe que es la marca que tiene en el cuello.
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El Vampiro de la Calle 37
Fiksi Remaja"-¿Tú crees en el destino?-preguntó Gerard. Frank no supo que responder.-Hace unos cien años yo habría dicho que no, pero tú eres la prueba de que estaba equivocado". Frank es un chico solitario, un día asiste a una fiesta con la intención de hacer...