Y ahí estábamos, dos locos empapados de agua riendo a carcajadas, nos quedamos un rato más en la laguna, aventándonos agua el uno al otro.
—Es hora de irnos, es suficiente. —Digo entre risas.
—Un rato más. —Suplica.
—Es de noche, y tengo frio.
Salimos de allí y una vez que estuvimos fuera del agua lo miré a los ojos y el hizo lo mismo.
—¿Ahora qué? —me preguntó.
—Tenemos que hablar de algo importante. —Digo con seriedad.
—Bien... Soy todo oídos, bueno... También soy todo un muchacho encantador que da muy buenos besos, así que dejo a tu decisión que quieres que sea, ¿un oído o un besador imparable? —pregunta con una sonrisa coqueta.
—Estoy hablando en serio.
—Bien, bien, me callo.
—Seré directa, ¿tuviste malas experiencias con el alcohol antes? —pregunté y arrugué mi frente.
—¿Por qué preguntas eso? —preguntó, note de inmediato como se tensaba, su mandíbula estaba apretada y se cruzó de brazos.
—Cuando fuiste borracho a mi casa hablaste sobre una recaída con el alcohol. Si no quieres hablar de eso o fui muy lejos solo dilo, entend...
—...No pasa nada, tienes todo el derecho a preguntar. —Me interrumpe.
—Antes de entrar al liceo estuve en otro donde conocí a Marco, allí descubrí que estaba implicado con la droga, alcohol y todo tipo de negocios malos que puedas imaginar. También conocí a sus amigos, entre ellos Sebastián, él era uno de los amigos que Marco me presentó en cuanto nos volvimos cercanos, con quienes pateaba el trasero de los cabrones que se negaban a pagarle. Así conocí el alcohol y las drogas, fui un adicto y mi vida se hizo una mierda, asistí a un centro de rehabilitación durante los meses de vacaciones y luego me trasladaron al liceo, donde estamos ahora, cuando Sebastián puso un pie allí sabía que no era nada bueno, llamé a Marco y me dijo que estaba en busca de una chica para saldar su deuda con "el escorpión"
¡Lo sabía! Sabía que él y Sebastián ya se conocían.
—¿El escorpión? —pregunté confundida, y si... Me moría de frío, pero también de curiosidad. Me abracé a mí misma y seguí escuchando.
—Es un tipo que tuvo problemas con Marco y como Sebastián pertenecía a la pandilla de Marco pues también fue enemigo del escorpión, en cuanto nos separamos decidió ir tras Sebastián, no sabemos porque, pero así fue. Hicieron un negocio y ofreció llevarle a una chica para que el escorpión pasara toda una noche con ella, debes imaginar por dónde va la cosa... esa chica ibas a ser tu.
—Eres muy fuerte, superar las drogas no es nada fácil. —Dije. Adrián se acercó a mí, pasó su brazo por mis hombros y empezamos a caminar.
—Lo es, pero yo quería salir de ese mundo. Ahora, hay otra cosa que debes saber.
—¿Qué?
—Carlos también era o es amigo de Marco. No estudiamos juntos pero el pertenecía a la pandilla del escorpión, por ende, no quiero que te acerques a él más. No son celos Jade, solo tengo miedo de que algo te pase.
—... Entiendo, pero yo puedo cuidarme sola, se defenderme.
—No caben dudas de que sabes defenderte, pero no por eso debo dejar de preocuparme, no quiero que nada malo te pase.
—Se dar buenos golpes, no tienes que preocuparte por mí.
—No está en discusión Isabella, si ese hijo de puta se acerca a ti yo lo mataré con mis propias manos. —Finalizó, me acercó más a él y desordenó mi cabello mojado con su mano.
—Adrián, basta. —Ordené intentando zafarme de su acción.
Llegamos a casa, estábamos frente a ella y yo no quería entrar. ¿Por qué? porque todo sería aburrido, y sería lo mismo de siempre, dormir y más nada.
—¿Me puedo quedar a dormir en tu casa?
Su expresión cambio a una sorprendida.
—Claro que sí. —Dice Adrián con una sonrisa.
—Borra esa sonrisa, no pasará nada ¿ok? —aclaré señalando con el dedo índice en modo de advertencia.
—Tranquila, no he pensado en eso. ¿Como harás?
Pensé durante unos segundos.
—Vamos a entrar, busco a Valentina y le cuento la situación, mientras tanto vas a mi habitación y tomas una ducha, yo busco ropa de mi hermano y la dejo en mi cama. Cuando salgas yo estaré en el baño de huéspedes duchándome y cambiándome de ropa. ¿Comprendes el plan?
—Entiendo capitán ¿cómo procedemos con la misión? —bromeo llevando la mano a su frente en forma de posición militar.
Reí un poco y lo tomé de la mano para guiarlo dentro de la casa.
Estábamos hechos un desastre, empapados de arriba a abajo, luego de haber recapacitado me di cuenta de que mi celular estaba en mi bolsillo y eso solo podía significar una cosa, se dañó.
Una vez que cerré la puerta con cuidado observé la soledad abrumadora que yacía en la sala de estar y la cocina, Adrián se dirigió a mi habitación como le dije, yo me adentré a la de Jonathan y busqué unos pantalones holgados de pijama y una camiseta. Los dejé en mi cama y luego salí y me dirigí a la habitación de Valentina.
—¡Por las coletas de Betty Cooper! ¿qué pasó contigo?
—Es una larga historia que mañana te contaré. Escucha, dormiré en su casa, necesito que me ayudes a que eso pueda pasar.
—Me encanta tu versión rebelde sin causa. —Dice sonriendo.
—¿Me ayudas o no?
—¡Por supuesto que sí! ¿para qué estoy si no es para ayudarte a escapar a casa de tu novio?
Reí.
Mientras Adrián se duchaba yo aproveche para ir a mi habitación y buscar ropa para mí. Fui a la habitación de huéspedes y me di una ducha en el baño que había allí, lavé mi cabello y me vestí. Pantalones Jeans algo ajustados y una franela de tirantes blanca, unas sandalias y mi cabello mojado adornando mis hombros, casi como siempre.
Una vez que salí de allí fui a mi habitación, me encontré a Adrián sentado en mi cama viendo su celular.
—No pensé que la ropa de mi hermano te quedaría bien. ¿Como es que tu celular no se estropeó y el mío sí?
—Es resistente al agua, ¿estás lista?
—Solo debo buscar el pijama y la ropa con la que iré mañana al liceo. ¿Seguro que a nadie le molesta que duerma allá?
—Mi hermana te adora, Rubén ni se diga, mi padre debe estar dormido y soñando con ovejas. ¿A quién le podría molestar? —pregunta sonriente.
Sonreí y me dirigí a buscar una mochila, allí puse todo lo necesario, ropa, cepillo de dientes, cosas de aseo personal, etc.
Estaba lista, solo faltaba algo. ¿Como sobreviviría sin celular?
Salí y fui donde Valentina otra vez.
—Tengo un problema, no tengo celular.
—Tengo una solución llamada: “celular de repuesto”.
Por este tipo de cosas la amaba.
Extendió su mano pasándome un celular que, aunque no se veía tan moderno no era tan anticuado. Lo tomé sin protestar, me despedí con un abrazo y quedamos en que ella le diría a Jonathan que había salido mas temprano de lo normal.
Adrián me esperaba en la sala, en cuanto bajé dirigió su vista hacia mí.
—No voy a negar que me encanta la idea de que duermas conmigo.
Sonreí un poco, salimos de la casa y emprendimos el camino hasta la casa de Adrián.
—¿Dormirás en cuanto lleguemos? —pregunté.
—¿Quieres dormir?
—No estoy segura, por eso pregunto.
—Bueno, no hay nada que podamos hacer ahora, es más de la medianoche.
Seguimos el camino en silencio, su brazo sobre mis hombros y yo sumamente nerviosa.
Era la primera vez que dormiría con un chico, no es para menos.
Esto será interesante.
No es el mejor momento, mi misma.
Llegamos a su casa, el abrió la puerta y entramos. Mis ojos estudiaron la sala de estar, bien. No hay muros en la costa, me quedé petrificada cuando mi vista ubicó un cuerpo alto, y masculino.
El padre de Adrián.
—¡Oh! hola... Señor...Lo siento, no quiero...Molestar. —Balbucee. Estaba más nerviosa aún.
¡Además, no sabía su nombre!
—Hola Isabella, no te preocupes, no pasa nada. Siéntete como en casa.
Ignoré el hecho de que me llamará Isabella, supongo que así era como Adrián me llamaba siempre.
—Él es mi papá Carls.
¿Carls? ¿enserio? era nombre de un adolescente rebelde que es adicto al alcohol.
—Un placer señor, soy Jade.
—Oh, nada de señor, dime Carls.
Sonreí, el señor Carls se despidió y lo vi desaparecer por las escaleras.
—Nunca me acostumbrare a la Isabella amable. —Comenta Adrián.
—Confundes a todos, tu papá no sabe si llamarme Jade o Isabella. No digas ese nombre en público.
Subimos a su habitación y deje mi mochila en un rincón, él se tumbó en la cama y cerró los ojos por un momento.
—¿Tienes ahí tu celular?
—Si. ¿Por qué?
—¿Quieres ponerlo en arroz a ver si funciona?
—No creo que funcione, pero intentémoslo.
Bajamos y buscamos un recipiente lo que fue tarea difícil porque Adrián no sabía dónde quedaba nada, luego de diez mil horas buscando uno encontramos uno tamaño mediano, empezamos a buscar el arroz hasta que lo encontramos, después de que ya teníamos el recipiente lleno de arroz entramos el teléfono.
¡Puff! estamos perdiendo el tiempo.
—Bien, ahora a esperar que haga su magia.
Resoplé.
—¿Tienes hambre? —me pregunta.
—¿Eh?
—Tengo hambre, ¿tú tienes?
Asentí con la cabeza muy poco convencida.
—Pediré una pizza.
—¿A esta hora?
—Tranquila, conozco un lugar que cierra muy tarde.
Mil debates después llego la pizza, Adrián bajó a recibirla y segundos después entraba a la habitación.
—¡Llegó la comida!
Aplaudí en cuanto lo vi entrar y él sonrió.
Quince minutos después estábamos debatiendo quien era culpable y quien no. Veíamos ese programa que una vez Adrián me encontró viendo en mi casa, era sobre personas que intentaban transportar drogas a otros países y los policías hacían revisiones y pruebas a cualquier sospechoso.
Estábamos en el suelo, la pizza en medio de los dos y cada uno comiendo un pedazo mientras hablábamos y veíamos la televisión.
Terminamos y me habló.
—¿Me acompañas a buscar un refresco?
—¿Tienes miedo?
—Claro que no, ya voy solo.
Me reí. Se puso de pie y empezó a caminar, me encaminé hacia el rápidamente y lo abracé por la espalda.
—No tienes que convertirte en un gruñón insoportable.
—Me perdí en cuanto me abrazaste. —Confiesa.
Reímos por lo bajo, fuimos por los refrescos. Esperamos unos minutos para tumbarnos en la cama, apague la luz y me deje caer a su lado, nuestras piernas se entrelazaron, mi cabeza estaba sobre su brazo y el otro en mi cintura, mi mejilla estaba junto a si pecho, sentía sus caricias en mi pelo y la verdad me relajaban mucho.
—Y así termina el chico que dijo que no quería nada serio. —Murmura.
—Y así termina la chica que dijo que no respondería el mensaje. —Respondí.
—Que desastre. —Su voz es ronca y adormilada.
—Adrián.
—Dime, bonita.
—¿Hacemos un juramento?
—Claro.
—Bien prométeme 3 cosas y yo haré lo mismo con nuestros meñiques entrelazados.
—Bueno… prometo nunca dejarte sola en nada, quererte lindo, y hacer un camping bajo la luz de la luna algún día.
—Bien. Yo prometo ser siempre un equipo contigo, apoyarte siempre y repetir noches como esta millones de veces más.
El besa mi cabeza.
—Eres odiosamente lindo. —Dije para luego quedarme dormida.
Su mandíbula descansaba en mi cabeza y pude sentir sus labios curvarse en una sonrisa.
—Descansa, Jade Isabella.
—Descansa, Adrián Castro.
Y así mis ojos se cerraron y no supe más de mí, solo que estaba abrazada al chico de pecas e iris azules que me hacía sonreír con sus estupideces y enojar cuando era un idiota.
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Bajo la misma tormenta [✔]
RomanceAbandonada, maltratada, cansada de la vida y los demonios sobrevivientes de su pasado, Jade es una chica encerrada en su propia burbuja, en su propio mundo. Adrián es todo lo contrario, popular en la secundaria, guapo y una sonrisa encantadora. ¿Qu...