≻─⋆✩⋆ ─≺ Capítulo 10 ≻─⋆✩⋆─≺

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Empezó con pequeños regalos. Adrien le llevaba comida diferente cada día, tratando de descubrir cuál era su favorito – lo cual resultó ser difícil porque Marinette era bastante quisquillosa con la comida. Y no solo eso, pero la chica no le decía si había un platillo – entre todos – que le gustara más. Adrien tenía que traducir las expresiones de Marinette – la cual usualmente solo mostraba asco.

Ahora que Adrien sabía que estaba encariñada con la chica, no solo llevaba diferentes platillos – sino que también llevaba una variedad de dulces – y así supo que Marinette tenía una debilidad por ellos.

El rostro de la menor se iluminó, había una sonrisa ahí cuando Adrien le llevó un pastel y un paquete de ositos de goma o golosinas que Marinette aún no había probado.

Dolorosamente, le recordaba al asesino que Marinette todavía era una niña a pesar de su edad, su comportamiento era aún más inocente e infantil de lo que Marinette quería admitir – ella daba lo mejor de sí para actuar fuerte y ruda, aun si todos ahí ya la habían visto destruida.

Aunque, no eran solo dulces lo que Adrien le llevaba. Cada vez que estaba fuera para recolectar más información de Marinette, le llevaba bolígrafos de gel brillante o brazaletes. Al principio Marinette los miraba con sospecha, pero luego mientras más regalos le llevaba, ella los aceptaba con una pequeña sonrisa y agradecía tímidamente – y a Adrien no le molestaba gastar dinero en ella si a cambio recibía sus sonrisas.

Se había acostumbrado a ver feliz a Marinette – tan feliz como podía ser siendo rehén – saludándola con una sonrisa al verlo. Los ojos de la menor brillaban como los de una niña esperando sus regalos de navidad. Y cuando recibía un pequeño obsequio sorpresa, sus ojos parecían brillar más.

Adrien sabía que no era lo que se suponía debía hacer, enamorarse de la chica que Lila quería usar como herramienta – pero no pudo evitarlo. Marinette era tan pura, tan inocente, y tan diferente de todas las personas que habían rodeado a Adrien toda su vida; y a pesar de crecer con la mafia, ser parte de la misma, Adrien siempre había ansiado ser alguien más, hacer algo más. Cuando salió del colegio – de un colegio público – todos parecían haber estado más felices, mucho más animados. Adrien deseó poder tener una vida como la de ellos, pero era imposible ya que no tenía permitido hacerse amigo de los chicos que de alguna forma no eran parte de su familia.

—¿Adrien? —Marinette preguntó, y cuando Adrien salió de su trance, encontró a la chica mirándolo.

—¿Sí?

—¿Puedo preguntar algo? —Marinette mordió su labio inferior, dudando un poco, y Adrien tatuó su expresión, guardándola en sus recuerdos y corazón: la vista de una tímida y dudosa Marinette.

—Pregunta. —Adrien dijo recargándose en la puerta, Marinette estaba de pie frente a él, jugueteando con el borde de su blusa con un dibujo de flores – prenda que Adrien le había comprado la otra vez.

—¿Por qué haces esto? Darme regalos y eso. ¿Estás tratando de hacerme hablar? ¿De hacer que te diga cómo lloro diamantes?

—Has estado muy habladora estos días. —Adrien rió. Podía ver la impaciencia de Marinette, así que decidió ser directo. No era como que quería irse por las ramas, pero esta era la primera vez que le gustaba alguien – románticamente hablando – así que no estaba muy seguro de cómo proseguir más que hacerlo con su comportamiento de siempre: directo al punto.

—Si te lo digo..., dudo que me creas. —Dijo, sonriendo ante la retadora mirada de Marinette. La chica se había vuelto más atrevida, pero a Adrien no le molestaba si eso significaba verla con más vida.

—Me gustas. Esa es la razón. Eres adorable y quiero verte feliz.

Marinette pareció muda por un momento, congelada en su sitio con los labios entreabiertos y los ojos grandes. Y cuando Marinette habló, sus palabras fueron verdaderas.

Diamon Tears (Adrinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora