—¿Qué sucede, Serenity? —cuestionó intrigado el rubio al ver que su hermana menor no dejaba de mirar a su alrededor.
—No lo sé, Joey —La jovencita de cabello color canela centró su atención en el mencionado—. Sentí que alguien me estaba observando.
Los labios de Joey compusieron una pequeña mueca y frunció el ceño. Su hermana había ido a verlo a la escuela en tres ocasiones, y no era la primera vez que recibía una queja semejante de su parte. Observó de reojo hacia todos lados, envuelto en un aire de sospecha.
—Yūgi, ¿de casualidad has visto a alguien acosando a Serenity con la mirada? —le cuestionó a su amigo de baja estatura, quien ladeó la cabeza con una expresión confusa.
—No, no, no se siente como si me estuvieran acosando, hermano —se apresuró a aclarar Serenity—. No hay nada irrespetuoso en esa mirada. Es más bien como si me admirara en silencio.
—¿Segura de que no son imaginaciones tuyas? —indagó Tristán, secretamente celoso de quien fuera que estuviera mirando a la chica.
—No lo creo, las mujeres siempre sabemos cuándo somos observadas —opinó Tea, frunciendo un poco el ceño.
—Sí, pero... ¿Quién puede estar observando a Serenity? —planteó Yūgi con expresión pensativa.
—Cualquiera. Nadie me puede negar que mi hermana es muy linda —repuso Joey.
—¡Eso es cierto! —apoyó Tristán con entusiasmo, causando un vergonzoso sonrojo en la chica.
—Bueno, chicos, nos veremos después —se despidió Serenity—. Ahora debo irme —Cuando ya salía por la puerta, su mirada grisácea se posó sobre unos lindos ojos marrones, que se negaron a sostenerle la mirada. Reconoció de inmediato al chico de cabello blanco—. ¡Ah, buenos días, Bakura! ¿Por qué no estabas con mi hermano y los demás?
—Buenos días, Serenity —musitó Bakura, su rostro delataba cierta cohibición—. No pude reunirme con los chicos por estar haciendo mis deberes, lo siento.
—Pero nunca te veo con ellos cuando vengo a ver a Joey.
A pesar de que el tono de Serenity demostraba inocencia, un vestigio de alarma asomó a las facciones de Bakura. El muchacho se vio obligado a bajar la cabeza para ocultar la tensión que lo embargaba.
—Yo... No creas que es por tu causa, Serenity.
—Lo entiendo. Disculpa, fue un comentario indiscreto de mi parte.
—No lo fue, no te preocupes. Si me disculpas, debo volver a la clase.
—Sí, yo también me retiraba ya.
Apenas Bakura le dio la espalda, Serenity aprovechó para echarle un vistazo discreto. Un rubor asaltó sus mejillas y una sonrisa boba invadió sus labios. No conocía de mucho al joven; pero no necesitaba hacerlo para apreciar lo guapo que era. Además, tal como su hermano se lo había descrito en una ocasión, también era muy educado y amable. Serenity retomó su retirada del lugar, sin percatarse de que unos expresivos ojos marrones estaban haciendo lo mismo que habían hecho los grises de ella antes.
Distraída con sus pensamientos, Serenity no se percató de en qué momento había llegado a la estación. Tomó el metro sin demora y se dirigió a su casa. Nada más llegar frente a la puerta, encontró un papel bajo esta. Era blanco como la nieve y estaba perfectamente doblado, formando un cuadrado. Los dedos de la joven deshicieron la geométrica forma del papel, revelando las letras dibujadas cuidadosamente con tinta negra de buena calidad. Un olor a perfume amaderado se filtró por sus fosas nasales, llenándola de una sensación de bienestar. Sus ojos brillaron al leer las palabras que inundaron su pecho de gratos sentimientos.
"Ver el ondear de tu cabello, el brillo de tus ojos, el milagro de tu sonrisa, es suficiente para inundar de luz mi día más gris. Y aunque ni siquiera mi mirada se atreva a hablarte, mis ojos persiguen cada curva de tu cuerpo para guardarlo cual valioso tesoro en el rincón de mis anhelos secretos".
•
"Quisiera ser el aire que acaricia tu mejilla, el sol que te besa la frente, mi propia mirada que, en silencio, roza tus labios. Solo así sería capaz de tocarte".
Era el sexto papel que dejaban bajo su puerta. Serenity lo estrechó contra su pecho y soltó un suspiro enamorado, sonriendo como tonta. Leer aquellos pequeños poemas se había convertido en su máximo deleite. Sabía que no podía comentarle nada a su hermano, pues él era excesivamente celoso con ella; pero realmente deseaba mucho conocer a su admirador secreto, y necesitaría ayuda para hacerlo. Guardó ese papel junto a los otros en su lugarcito secreto y se apresuró a ir a la escuela. Se le había hecho tarde para ir a ver a Joey.
Tantas prisas la llevaron a tropezar con alguien conocido en la entrada misma de la escuela. Por suerte, ambos lograron mantener sus respectivos balances y no caer.
—¡Ay, lo siento, Bakura! —se disculpó Serenity muy avergonzada.
—Está bien, descuida. Fue mi culpa —expresó el joven con la cabeza baja, lucía triste.
—¿Te sucede algo, Bakura? Pareces afligido —notó ella.
Él le dedicó una gentil sonrisa que la hizo enrojecer como una rosa.
—Aunque así fuera, ver el ondear de tu cabello, el brillo de tus ojos, el milagro de tu sonrisa, es suficiente para inundar de luz mi día más gris.
Esas palabras removieron un lindo recuerdo dentro de la cabeza de Serenity. Al estar más cerca de él, pudo percibir un olor a perfume amaderado que procedía del joven. No era una chica tonta. Enseguida unió los puntos y cayó en la cuenta.
—¡Claro! ¡Eres tú! ¡La persona que me ha estado enviando esos poemas, eres tú!
Al verse descubierto, el rostro de Bakura se coloreó de rojo hasta las orejas y desvió la mirada, bajando la cabeza.
—Yo... Siempre te observaba de lejos cuando venías, admirándote en secreto. Ese era mi mayor placer. Eres tan bella, que no pude evitarlo, yo... Lo siento, ya no volveré a molestarte.
Sus pies dirigieron un intento de huida, pero las palabras de Serenity lo detuvieron.
—¡Espera! —Él se volvió hacia ella, encontrándola cabizbaja y con las mejillas encendidas—. En realidad... Me encantaron esas frases que me escribiste, Bakura. Tú me gustas —musitó.
—¿Aceptarías salir conmigo? —Él se le acercó y le tendió la mano.
Aceptando el gesto, sus miradas danzaron juntas por fin y una sonrisa compartida surgió en los labios de ambos.
—Por supuesto que sí.
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Entre corazones, juegos y amores [One-shots - Yu-Gi-Oh! Duel Monsters]
FanfictionAl jugar, es aconsejable poner el corazón en las cartas. Pero... ¿será lo mismo jugar con los corazones de las personas? El amor es un juego de dos en el que ambos ganarán la partida, ¿o la perderán? A continuación, estas parejas descubrirán cuál de...