Athena regresó al castillo, dirigiéndose hasta su sala común. En su habitación guardó sus compras y bajó de nuevo. Miraba como la nieve caía, sentada en una de las ventanas del castillo. Unas pequeñas lágrimas caían por sus mejillas, su padre había matado a los padres de Harry, mató a sus propios amigos. Una ráfaga de aire se sintió a su lado, se limpió las lágrimas y giró su cabeza. A unos pocos metros se encontraba caminado el profesor Snape, con su típica capa que lo hacía parecer un murciélago.
Se levantó y se fue detrás de él. Se estaba dirigiendo hacia su despacho. Snape paró en seco y se giró.
−Qué quieres, Black –gruñó Snape, dándole una mirada fría.
−Eh...−susurró Athena, desviando su mirada del profesor−. Me preguntaba, si no necesita, ya sabe, digo, debe tener muchos trabajos por calificar...
−Directo al grano, Black –dijo Snape con fastidio. Athena soltó un suspiro grande y frunció el ceño.
−Olvídelo –dijo Athena mirándolo, dándose por vencida. El profesor roló sus ojos, pero no se movió.
− ¿Por qué no está con sus estúpidos amigos? –dijo Snape con el ceño fruncido. Athena se encogió de hombros.
−Necesitaba estar sola –dijo Athena mirando hacia la ventana. Snape puso una sonrisa burlona−.
−Entonces no me moleste –dijo Snape en tono burlesco.
Athena soltó una media sonrisa, a pesar de haberle dicho eso, seguía ahí de pie, frente a ella.
− ¿No necesita que califique trabajos de primer año? –dijo Athena, después de unos segundos en silencio.
Snape soltó un gruñido se dio la media vuelta.
−Más le vale quedarse callada –dijo Snape, mientras caminaba por el largo pasillo. Athena sonrío de lado y lo siguió.
En su despacho se encontraba una gran fila de pergaminos, esperando a ser calificados. Athena se preguntaba por qué no los calificaba con magia.
− ¿Sabe que podría enviarme algunos para que califique en mi tiempo libre? –dijo Athena mientras caminaba hasta el escritorio del profesor Snape.
− ¿Sabe que yo no le he pedido que lo haga? –replicó Snape con fastidio.
−Solo decía –dijo Athena con una media sonrisa.
−No diga cosas estúpidas, Black –dijo Snape entornando los ojos.
Athena suspiró y se sentó en el sofá de siempre. Era mucho más fácil calificar, se había acostumbrado a calificar como Snape. La mayoría de los trabajos tampoco eran muy buenos, algunos carecían de datos importantes, Snape seguramente les pondría cero. Pero ella les ponía un 3.
Llevaba la mitad de los pergaminos, el tiempo pasaba más rápido de lo que Athena sentía. Alzó la mirada y vio a Snape, tenía el ceño fruncido.
− ¿Profesor? –dijo Athena, sacándolo de sus pensamientos. Éste la miró, aún con el ceño fruncido.
−Black, creo que te dije que no me molestes –dijo Snape, soltando un leve gruñido. Athena se rio.
−Lo siento –dijo Athena suspirando.
−No necesito tus estúpidas disculpas –dijo Snape. Athena le dio una sonrisa burlona.
− ¿Cuándo es su cumpleaños? –preguntó Athena con curiosidad. Ya le había preguntado en sus clases privadas, pero éste no respondió.
−No te importa, Black –dijo Snape con fastidio−. Sigue calificando.
Athena hizo un movimiento con su mano y los pergaminos, comenzaron a desplazarse hasta el escritorio de Snape. Había mejorado su magia, por su cuenta, ya que Lupin se había estado sintiendo indispuesto.
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A Black's Desire
Fiksi PenggemarAthena Saiph Black, con todas las habilidades dignas de una Ravenclaw, a excepción de una; meterse en problemas. Su vida dio un giro completo al escuchar que su padre, Sirius Black había escapado de Azkaban. En su tercer año en el Colegio Hogwarts...