23. Las tonterías de Travis

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Alexa se despertó el sábado con una sonrisa al recordar que había soñado con June. Y había sido bastante húmedo, tanto que las ganas de saciar sus ganas aumentaron al pensar en lo poco que recordaba mezclado con la realidad vivida con él. Sin embargo, volvió a su realidad al ver a Travis a su lado, a quien aún no había podido contarle sus progresos. Se levantó de la cama con una sensación extraña de desasosiego provocada por la costumbre de convivir tan poco con su pareja en los últimos días. Así no se hacían las cosas, pero tampoco tenía la culpa de que el trabajo lo tuviera ocupado. Suspiró y se fue a la cocina para preparar el desayuno.

Travis se despertó unos minutos después y quedó extrañado al no ver a Alexa a su lado. Escuchó los ruidos provenientes de otra de las zonas de la casa y se levantó para seguir el sonido. Encontró a su pareja sentada en la mesa redonda del salón tomando su desayuno.

—Buenos días, cariño —dijo ella con una sonrisa.

Él se revolvió el pelo y después abrió la boca, ocultándola tras su palma, antes de responderle de igual forma.

—¿Por qué no me has llamado para desayunar juntos? —inquirió.

—Anoche llegaste tarde, no quería que perdieras horas de descanso.

Travis permaneció en silencio para asimilar la información y después fue a hacerse su desayuno. Preparó un café bien cargado y varias tostadas antes de volver con Alexa al salón. Ella aún no había terminado de comer, por lo que la acompañó hasta que lo hizo y se levantó para retirar sus cosas. El chico se extrañó al ver que no lo acompañaba como otras veces, pero intentó no darle importancia al asunto. La vio cruzar el lugar en dirección a la habitación y antes de que desapareciera por la puerta, la llamó.

—¿Adónde vas? ¿Por qué no te quedas como sueles hacer?

—Tengo prisa, he quedado con alguien en una hora... —Alexa cayó de repente al recordar que tenía que hablar con Travis sobre el tema—. Supongo que puedo retrasar unos minutos la cita. —Se aproximó a la mesa y volvió a sentarse en su silla. Él la observó con un gesto confundido. Alexa carraspeó un poco antes de volver a hablar—: ¿Recuerdas al hombre que me dijiste que me miraba en el club la primera noche que fuimos? Pues lo estoy conociendo y es posible que llegue mucho más allá con él. De hecho, ya... —Tragó saliva sin saber bien cómo decir lo siguiente, hasta que lo soltó sin más—. Ya me he acostado con él.

Él no dijo nada durante unos segundos, pero al recomponerse sonrió.

—¿Y te gustó la experiencia? —preguntó, aunque le costó mantener la compostura.

Aquello de la relación abierta le estaba costando un mundo, sobre todo por la parte que le tocaba de tener sexo con otras mujeres, pero lo estaba intentando por ella. Si Alexa era feliz, él aguantaría todo lo que fuera necesario y haría hasta lo imposible porque todo mejorara entre ellos.

Si es que la cosa mejoraba...

—Me gustó bastante, la verdad.

—Y... ¿eso es todo? —quiso saber.

¿Estaba siendo un poco masoquista?

Alexa se encogió de hombros antes de contestar.

—Si te digo la verdad... Es un buen amante.

—¿Más que yo? —se sorprendió Travis al preguntar aquello casi sin pensar.

—¿Qué? ¡Travis, por favor! No lo estoy comparando contigo. ¿Te he dicho acaso que es mejor amante que tú?

—No, pero lo parece... —Chasqueó la lengua.

Alexa apoyó las manos sobre la mesa y se levantó. Mantuvo el cuerpo inclinado sobre él y su rostro se tornó serio.

—No tengo tiempo para estas tonterías, Travis. ¿No estábamos de acuerdo en esto?

Travis la imitó para quedar a su altura.

—Y lo sigo estando, pero... —Suspiró—. Supongo que mi mente me ha jugado una mala pasada y por eso he dicho esas tonterías. Si te soy sincero no sé aún cómo afrontar todo esto y aunque he congeniado bien con una mujer en el club... Solo ha sido en el ámbito sexual.

Ella relajó el gesto al escuchar la confesión de su novio. Terminó de erguirse y bajó los hombros.

—¿Por qué no pruebas a intentar hablar con ella? —sugirió—. Antes de acostarme con Dante, hablamos y notamos cierto feeling entre los dos. Quizá necesites saber si podrías tener alguna conexión más allá de lo sexual con ella para que termines de disfrutar de la experiencia. Todo es cuestión de probar.

La miró con ganas de creer en sus palabras y en que todo mejoraría, pero no sabía si Perséfone le daría la oportunidad de expresarse.

—Lo intentaré, aunque no estoy seguro de que funcione... Ya lo probé la primera noche que estuve con ella y... bueno, quizá ya no siga interesada en mí, quién sabe.

Alexa soltó una carcajada.

—¿Lo dices en serio? —cuestionó, alzando una ceja—. Mírate, Travis, cualquier mujer estaría dispuesta a repetir contigo. Además, eres muy bueno en la cama. —Le guiñó el ojo. Se acercó a él para darle un abrazo y tras unos segundos se separó—. Voy a arreglarme y a avisar a Dante de que llegaré un poco tarde.

—Está bien, ya me contarás después.

Ella le volvió a guiñar el ojo antes de marcharse a la habitación para vestirse y maquillarse. Travis recogió su plato y su taza mientras pensaba en las palabras de Alexa. Quizá esa noche fuera idónea para intentar hablar con Perséfone si volvía a encontrarla en el club.


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La Fruta Prohibida: El club nocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora